Cuando la realidad te golpea, destruye el castillo que te has construido. Y eso ocurre en un instante. En una milésima de segundo. Te has pasado meses, tal vez años, sin mirarte al espejo. Has evitado tu image. Y de pronto una foto hace que salgan a la luz todos tus complejos, defectos, miedos y demás. Sabes que es el momento, que debes hacer algo, que debías haberlo hecho hace tiempo. Y lo has dejado pasar y si lo dejas pasar un poco más te habras convertido en lo que no querías. Pero te has acostumbrado a lo fácil. A no hacer nada.
A pesar de los años, siguen gustandote las mismas cosas que cuando tenías 15, 20 años. Hacer deporte. Ir a la playa, tumbarte en la arena, cerrar los ojos y desvanecerte en el ruido. Perderte en las páginas de un libro, cualquier día del año. Usar bikini, porque el bañador marca tus curvas. No entiendes meterte en el mar sin mojarte el pelo. Sumergirte en el agua y que cada uno de tus poros se inunden.
Has intentado ser fiel a algunas de estos cosas, tus pequeños, a pesar de los años y kilos sumados. Aunque te has dejado dominar por el que diran, por que no esta bien visto que alguien como tu haga esas cosas, las que a ti siempre te han gustado, por que a cierta edad tienes que comportarte como lo hacía tu madre, y no lo aceptas. Tal vez no aceptes tu edad o tal vez sí.
Sabes que es inevitable el paso del tiempo. Estás intentando no llegar a cierta edad y mirar a esa niña que fuiste un día y disculparte por no haber cumplido sus sueños. Metas que se quedaron en el camino.
Hoy esa foto de hace un par de semanas, te golpea fuerte. Te devuelve tu imagen actual. Todo aquello que no quieres ver. Tu cuerpo desproporcionado, flàcido, canas, arrugas y un sin fin de marcas. Pero lo que no soportas es reconocer tu mirada. Una mirada triste, que sueles esconder tras unas gafas. Y te duele ver que tus ojos reflejan esa desazón en la que navega tu mente. Esa lucha interior que tienes para sobrevivir a tu vida. También te muestra tu sonrisa y te preguntas en que momento la perdiste. Porque sabes que la sonrisa que dibuja la foto, es forzada. Sabes que no es la tuya y recuerdas que en las últimas tropecientas fotos, tampoco aparece, todas son forzadas.
Reconocelo, no quieres que nadie vea tus verdaderos sentimientos, los disfrazas. En el día a día te funciona, hasta que llega una foto y te muestra tal como te sientes.