Hola!
Tu caso me ha tocado una espinita y te cuento por qué. Mis hijos son muy madreros desde bebés. Yo soy quien más lo atiende, juega con ellos y los educa. Mi marido es de que o hacen lo que él quiere cuando él quiere, o los regaña y castiga estilo años 80. Yo les pongo los límites, pero intento que eviten ciertos comportamientos porque entiendan que esta mal y no solo para evitar un castigo, y eso cuesta mucho más tiempo y esfuerzo.
Pero en el tema de la alimentación, el estricto es mi marido. No quiere que tomen más azúcar que la que puedan tomar de la fruta entera (nada de zumos, ni yogures ni nada). Y la verdad es que me parece genial, la alimentación es muy importante, y en nuestra sociedad vamos pasados de azúcar. Lo malo es que considera que es él quien puede decidir cuándo toman azúcar y cuando no. Si yo les doy algo, lo hago fatal. Si les da él, entonces si se puede.
Yo soy quien los prepara y lleva al cole, y para desayunar solo es un lácteo y fruta.
Pero yo soy bastante golosa y suelo tener escondidas galletas integrales o productos de panadería (no industriales), y a veces les doy, sobre todo si él no está, porque si no, me la lía. Que no es que no se entere, pero después. Por ejemplo el otro día hicimos tortitas caseras con fruta y luego se lo contamos.
El tema ahora es con las chuches. Mis hijos solo han comido chuches en cumpleaños, y el pequeño, ni siquiera las conocía. Pero en Halloween consiguieron unas cuantas y las tenía escondidas, pero el pequeño las encontró y las probó. Ahora no para de pedir (tiene 3 años). Decir que habrá tomado menos de 10 chuches en su vida, pero alguna vez se ha puesto tan pesando que he sucumbido a darle una para poder llegar a tiempo a mi trabajo. Sé que está fatal, pero hay días que no llego porque desde que los levanto a que los dejo en el cole, es un estrés terrible.
Pues esto lo cuento porque yo no me había dado cuenta de hasta qué punto les había transmitido a mis hijos que no contaran nada de las chuches a su padre.
Pero un día al volver del cole uno de ellos traía unos caramelos que no sé por qué le había dado su maestra, y dijo “cuando se vaya papá me los como”. Y me sentí horrible, porque les he transmitido que se puede engañar a un padre (o una madre) para conseguir lo que quieres.
Ese creo que es el peor error de tu marido. No solo el de la alimentación, sino que les está enseñando a mentirte.