Jugando con fuego. Capítulo final. 1ª parte: Un recuerdo y el infierno

Inicio Foros Querido Diario Relatos Jugando con fuego. Capítulo final. 1ª parte: Un recuerdo y el infierno

  • Autor
    Entradas
  • ilenia
    Invitado
    ilenia on #340165

    Capítulo final. 1ª parte: Un recuerdo y el infierno.

    Intenté abrir los ojos, estaba tan mareada que apenas era capaz de mantener la cabeza recta, cada bocanada de aire se convertía en una punzada de dolor justo en el centro de la nuca, la cual notaba húmeda e incluso pegajosa. Quise tocar la zona con cuidado, pero después de unos segundos de forcejeo comprendí que mis manos estaban atadas al respaldo de la silla en la que estaba sentada. Volví a intentar abrir los ojos para averiguar qué estaba pasando, pero la luz me cegó provocando que volviera a caer con brusquedad y el dolor se acentuara.
    Vi varias piernas a pocos centímetros de mí, pero era incapaz de alzar la mirada para comprobar quienes eran, mi cuerpo estaba dolorido y exhausto, no supe lo que me ocurría hasta que los recuerdos comenzaron a invadirme, en un principio era como un puzle borroso sin armar. Lo último que recordaba era unos pasos detrás de mí y un fuerte golpe en la cabeza con un objeto duro y frio que me hizo perder el conocimiento.
    Cuando conseguí mantener los ojos abiertos más de cinco segundos seguidos, me percaté de un pequeño charco de sangre junto a mi pie izquierdo, creí que era mía, pero seguí el rastro hasta ver otros pies atados cerca de mí, con la poca energía que tenía conseguí levantar la cabeza y vi a Daniel atado a una silla inconsciente o muerto, no lo sabía. Su ropa estaba ensangrentada, tenía la cara destrozada, cortes en los labios, en los pómulos y moratones en la frente, debajo de la nariz sangre seca al igual que en el ojo izquierdo.
    —¡Daniel! —grité horrorizada intentando acercarme a él, haciendo caso omiso al intenso dolor que acuchillaba mi cuerpo con cada movimiento desesperado por llegar a él, seguí tirando y tirando con la energía que el miedo a perderlo me había inundado. Sentí como las cuerdas que rodeaban mis manos me desgarraban la piel, pero aun así no me detuve. No dejé de llamarlo, pero no reaccionaba, parecía un cuerpo inerte que se mantenía sentado en la silla solo porque estaba atado.
    —Tu novio es un hombre duro —por primera vez desde que recobré el conocimiento escuché una voz. Dejé de forcejear e intenté dirigir la mirada hacia la persona que habló. Nunca había visto una imagen suya, pero no la necesitaba para saber que aquel hombre alto, extremadamente delgado, rapado y una barba frondosa más oscura que el carbón que se sostenía con un bastón era Conte —. Mis hombres se han empleado a fondo y aun así no han conseguido que diga ni una palabra.
    —Lo has matado —susurré derrotada. Volví a dirigir la mirada hacia Daniel y los ojos se me llenaron de lágrimas ante la impotencia de tenerlo tan cerca y no poder tocarlo, mi amor, al que finalmente protegernos le había costado la vida.
    —Tranquila, solo se ha desmayado, aun no morirá, primero nos tiene que decir donde está escondido la rata traidora de tu hermano —conocía esa voz. Miré en todas direcciones hasta que de las sombras apareció Marta. Al verla posicionarse al lado de Conte con esa sonrisa triunfante, un ramalazo de colera me inundó, intenté nuevamente forcejear para liberarme de las cuerdas, pero lo único que conseguí fue lastimarme más.
    —Siento que mi sobrina te haya traído aquí —Conte pasó un brazo por los hombros de Marta y la acercó a él para depositar un beso en su mejilla.
    —¿Qué? —no conseguía reaccionar después de semejante escena, ni siquiera sabía si seguía respirando.
    —Yo creía realmente en la justicia, apenas hacia un año que había conseguido entrar en el cuerpo, pero cuando mi primo murió por culpa de tu hermano y la negligencia de la policía, me desengañé y recordé que la familia es lo primero. Son tan idiotas, solo tuve que encerrar a unos cuantos traficantes por debajo de mi tío para que me metieran en el caso.
    —¿Cómo lo has sabido?
    —¿Lo tuyo con este? —le lanzó una mirada de asco a Daniel—. Bueno, si lo que querías era mantenerlo en secreto no debisteis montároslo en el baño de un restaurante —esbozó una sonrisa que me habría encantado borrarle a golpes.
    —Todo esto es por tu culpa, maldita perra —escupí en sus pies y sin que pudiera defenderme me dio un puñetazo en plena cara que casi me hizo caer al suelo. La sangre comenzó a brotar de mi labio partido, unas terribles ganas de vomitar me inundaron producto del mareo, sabía golpear.
    —No seas mal hablada y si quieres culpar a alguien, culpa a tu hermano —su cinismo me estaba matando—. Todo se complicó cuando decidió que solo Ross conociera su paradero. Por Dios ni metiendo a tu padre en la cárcel el cobarde de tu hermanito ha salido de su escondite —por más prudente que Daniel me pidió que fuera, en mi fuero interno siempre intuí que había sido ella.
    —Se acabó la paciencia —intervino Conte. Con ayuda de su bastón se arrodilló ante mí sin importarle mancharse los pantalones con la sangre que bañaba el suelo. Acercó su rostro al mío, mirándome directamente a los ojos, le sostuve la mirada demostrándole que no conseguiría intimidarme—. He intentado hacerlo todo con cuidado, sin hacer demasiado ruido, manteniendo la cabeza fría, pero se acabó, probablemente después de esto me manden al infierno, pero tu hermano se vendrá conmigo. ¡Despertadlo! —uno de sus matones cogió un cubo lleno de agua que lanzó sobre Daniel, abrió los ojos de golpe, mirando a todos lados como si estuviera desorientado, cuando se percató de mi presencia, me dio un vuelco el corazón y la expresión de su rostro cambió rápidamente, parecía aterrorizado, sin embargo, a mi me invadió una sensación de tranquilidad al volver a ver sus ojos negros después de por unos segundos creer que lo había perdido para siempre.
    —Hola compañero —Marta se acercó a Daniel y llamó su atención. A diferencia de mí no se quedó en estado de shock, probablemente porque ya sería conocedor de la verdad.
    —¡Eres escoria! —intentó abalanzarse sobre ella incluso atado a la silla, los matones de Conte tuvieron que intervenir para que no consiguiera levantarse.
    —Otro mal hablado —lo golpeó con fuerza ante mis ojos sin que pudiera hacer nada.
    —¡No lo toques! —grité totalmente fuera de mí.
    —Puedo hacer lo que me dé la gana —intentó acariciar su rostro, pero él se apartó antes de que consiguiera tocarlo—. ¿Sabes? Desde que te escuche gemir como una perra en aquel baño he sentido curiosidad —esta vez no pudo evitar que pusiera sus sucias manos sobre él.
    Acarició sus hombros y fue descendiendo por su pecho hasta llegar al cierre de sus pantalones. En ningún momento dejó de observarme, no lo hacía por deseo a Daniel, lo que realmente parecía motivarla era su odio por mí, quería verme destruida, llorando de impotencia por poder usar a su antojo el cuerpo de mi hombre, pero no pasaría, aunque me muriera de dolor no le daría lo que buscaba.
    —Basta. No voy a alargar esto más—intervino Conte. Marta se alejó de Daniel visiblemente molesta—. Eres inteligente, sabes perfectamente porque está aquí…
    —Si la tocas, será lo último que hagas en tu miserable vida —le interrumpió Daniel lleno de ira. Los matones se acercaron a él, pero antes de que pudieran atacarle, Conte les detuvo. Dio un par de pasos hacia Daniel, pero en esta ocasión no se arrodilló para estar a su altura como hizo conmigo, lo miraba desde arriba, quería hacerlo sentir inferior e indefenso ante él.
    —Si me hubieras dado lo que quiero desde un primer momento no tendríamos que haber llegado a esta situación, sé que ella no tiene la culpa de nada y créeme, no deseo hacerle daño. Es tu última oportunidad, dime lo que quiero o verás a mis hombres turnarse para montarla como a una yegua, tú decides —lleno de ira Daniel consiguió ponerse en pie empujando a Conte que cayó al suelo.
    —¡Te voy a matar! —antes de que pudiera asestarle otro golpe, los matones reaccionaron y lo placaron tirándolo al suelo donde comenzaron a patearlo sin control.
    —¡Basta! ¡Por favor! ¡Yo sé dónde está! —un silencio sepulcral invadió la estancia y todos se giraron para mirarme.
    —¿Sabes donde está? —Conte se reincorporó sin ayuda de su bastón con bastante dificultad y se acercó a mí ansioso.
    —¡No! ¡Está mintiendo! —gritó Daniel desde el suelo, uno de esos desgraciados le propinó otra patada en el estómago para que se callara.
    —Sí lo sé, hace un par de semanas estuve con él —en realidad no tenía ni idea de como se llegaba al bosque en el que estaba escondido y aunque lo hubiera sabido jamás se lo diría, pero fue lo único que se me ocurrió para que aquellas bestias dejaran de golpearlo salvajemente, no me importaba si para ello debía ser yo quien recibiera los golpes.
    —Muy bien ¿Dónde? —preguntó Conte colocando las manos en el respaldo de la silla acorralándome.
    —Muérete —por primera vez fui yo la que sonrió, exasperado se alejó de mí cojeando.
    —Te voy a borrar esa sonrisita de la cara —en apenas dos pasos Marta se puso delante de mí y me golpeó a la altura de la sien consiguiendo que todo me diera vueltas, me costaba respirar e incluso en un momento todo se volvió borroso. Se sacó la pistola de la parte trasera del pantalón y me golpeó con la culata abriéndome una brecha en la mejilla de la que no tardó en brotar sangre. Grité de puro dolor, pero aun así no bajé la mirada.
    Daniel seguía gritando por detrás que no me tocara, pero cada vez que lo hacía recibía un golpe. Hubo un momento en el que nuestras miradas se encontraron.
    —Te quiero —gesticulé justo antes de que Marta volviera a golpearme haciéndome caer al suelo, lo que provocó que me clavara la silla en la espalda, solté un terrible alarido de dolor, el golpe fue tan fuerte que por unos segundos mi cuerpo se quedó paralizado, no era capaz de mover si un solo músculo. Con una sonrisa en la cara ordeno que me levantaran.
    —Desátame cobarde y veremos quien ríe última —dije entrecortadamente.
    —¿Crees que tienes alguna posibilidad contra mí? Mírate, eres una pobre tonta que no ha sido capaz de ver más allá de sus narices —soltó una carcajada que cesó cuando vio que yo también me reía
    —¿Eso crees? Siempre supe que no debía fiarme de ti.
    —Deberías haber seguido tu instinto.
    —Es lo que he hecho, estúpida.
    —¡Alto policía!

    Flashback.

    Es ella. Tenía que ser Marta y aquel mensaje una trampa. Quizás me estaba apresurando al culparla, pero su actitud y su mirada me decían que estaba en lo cierto. No podía ser casualidad que justo unos minutos después de que ella me viera allí, recibiera un mensaje de Daniel, pero no usando los números de siempre, a pesar de que él mismo me recalcó que solo utilizaríamos esos para mayor seguridad, además, nunca me llamaba cari, y no se refería a mi piso como “el lugar de siempre”
    Si de algo podía estar completamente segura, era de que ese mensaje no lo había escrito Daniel. No sabía si me estaba volviendo loca, pero no podía ser una simple coincidencia, por suerte estaba en el sitio idóneo para averiguarlo. Debían tener el material suficiente para rastrear terminales, pero la realidad era que todo aquello me venía grande y no podía hacerlo sola. Con cuidado de no llamar demasiado la atención, volví a subir al despacho de Montoya y entré sin siquiera llamar a la puerta.
    —¿Vienes a por más? —me miraba incrédulo—. Haz el favor de marcharte —dijo levantándose del escritorio y señalando la puerta. Ignorándole, saqué mi móvil del bolsillo y respondí el mensaje que supuestamente Daniel me había enviado con un: “De acuerdo, ¿Algo va mal?”
    Esperé unos segundos, pero el despacho siguió en completo silencio, no escuché ningún sonido ni ninguna vibración, no creía que fuese Montoya, pero necesitaba asegurarme. A los pocos segundos recibí otro mensaje que terminó por confirmarme la inocencia del hombre que tenía delante mirándome como si fuera una autentica lunática.
    —Necesito que veas esto —le ofrecí el teléfono, vaciló un poco, pero finalmente lo cogió y leyó el mensaje, no sin antes dedicarme una mirada de pocos amigos.
    —Cari necesito que nos veamos donde siempre… ¿Qué es esto? ¿A qué estás jugando? —su tono era exasperado, como si creyese que buscaba burlarme de él después de saber que se sentía atraído por mí.
    —Mira el número —le apremié ansiosa, suspiró y obedeció.
    —¿Daniel? ¿Qué Daniel? ¿Qué es est…? —abrió los ojos como platos cuando se dio cuenta de que se trataba de su compañero de trabajo—. Espera, ¿Él y tú? —su cara de asombro pasó en pocos segundos a ser de asco.
    —Eso no importa ahora. Creo que la persona que tiene a Daniel me está tendiendo una trampa.
    —¿Qué? —cerré los ojos y resoplé un poco alterada por su falta de agilidad mental, pero como sabía que su confusión era normal, intenté calmarme para explicárselo todo del modo más reducido y sencillo posible.
    —Desde que Daniel volvió, por seguridad usamos otros números exclusivamente para comunicarnos entre nosotros, jamás usamos estos, pero quien ha enviado el mensaje no lo sabe, al igual que tampoco parece saber dónde nos vemos, creo que esa persona tiene a Daniel y ahora me quiere a mí y creo saber de quien se trata.
    —¿Quién? — a pesar de toda la locura que había ocurrido entre nosotros en aquel mismo despacho, me escuchaba con atención, por lo que mi versión no debía ser tan imposible de creer.
    —Marta —negó con la cabeza repetidas veces.
    —¿Y por qué crees eso?
    —Porque he recibido el mensaje poco después de que ella me viera aquí, no me ha gustado su actitud y estoy convencida de que los papeles que inculpan a mi padre también fue obra de ella.
    —Es eso, la detención de tu pad…
    —Daniel también cree que fue una trampa, deberías fiarte de su criterio —esa información pareció llamar su atención.
    —Todo esto son conjeturas, quizás Daniel simplemente perdió el teléfono con el que se comunica contigo y tu estés armando un drama producto del estrés con el que vives a raíz de tu complicada situación familiar.
    —Lo sé, pero es fácil saber si me equivoco o no, rastrea la señal, comprobemos donde está su teléfono—se quedó pensativo, pero finalmente me hizo un gesto para que le siguiera. A paso rápido llegamos a una habitación en la que nunca había estado. Era espaciosa, en una de las paredes había varias pantallas apagadas, parecía un puesto de control inactivo de las cámaras de vigilancia de la comisaría. En el centro de la estancia había unas cuantas sillas alrededor de una mesa con un aparato encima, supuse era el que usaban para rastrear señales.
    —Dame el teléfono.
    —¿Cómo funciona? —me senté en la silla y observé todo el proceso.
    —La máquina lleva incorporada una aplicación de localización, en cuanto conecte el teléfono, la pantalla —señaló el aparato —se encenderá y según la intensidad del punto rojo sabremos como de lejos está el terminal.
    Eso fue exactamente lo que pasó. Un punto rojo sobre un fondo verde apareció, además de varios círculos que iban de menor a mayor tamaño. El punto palpitaba rápido en el segundo circulo de los pequeños.
    —¿Qué significa?
    —Que tienes razón, está aquí —los pelos se me pusieron de punta, en el fondo deseaba estar equivocada, que todo hubiese sido producto de mi imaginación—. Por la posición y la intensidad juraría que está en los aparcamientos.
    Se levantó de la silla y se dirigió hacia los monitores, los encendió y rápidamente empezaron a aparecer imágenes de las distintas áreas de la comisaría. Con el joystick y el cuadro de mando cambió varias veces de ángulo la cámara que enfocaba los aparcamientos.
    —Ahí está, en la parte trasera dentro de su coche.
    —Esperándome —susurré.
    —Responde el mensaje que te ha enviado —se giró rápidamente hacia mí.
    —Solo me ha dicho que no es nada grave.
    —Da igual, dile que vas a tardar porque yo te he llamado, inventa cualquier cosa para que no sospeche —obedecí mientras él sacaba una llave de su bolsillo y abría uno de los cajones de la mesa, sacó lo que parecía un botón gris pequeño.
    —Escúchame con atención, esto es un chip con GPS, te lo vas a poner en el pecho, debajo del sujetador, escóndete esto debajo de la esfera del reloj, no lo parece porque es muy pequeña, pero es una cuchilla, utilízala si las cosas se ponen feas.
    —¿Por qué me das todo esto? ¿Qué pretendes?
    —Creo que Marta va a secuestrarte, Daniel es el único que sabe dónde está tu hermano y si han descubierto vuestra relación, que es lo más probable, eres un incentivo para que hable, Conte debe estar desesperado y probablemente también estará allí —sus labios se curvaron formando una leve sonrisa cargada de seguridad —Te mantendré localizada mientras preparo el operativo de emergencia, vamos a atrapar a esa gentuza de una buena vez.

    Fin del flashback.

    —¿Qué está pasando? —gritó Conte mirando en todas direcciones con el miedo dibujado en sus ojos.
    —Están rodeados, salgan con las manos en alto.
    —Es imposible ¿Qué has hecho? —Marta me agarró del pelo y tiró con fuerza.
    —Para todo lo lista que te crees has cometido demasiados errores —dije con dificultad, si seguía tirando acabaría arrancándome hasta el último pelo, pero no iba a darle la satisfacción de suplicarle que me soltara.
    —¿De qué estás hablando?
    —Reconozco que no lo has hecho del todo mal, pero esta noche cuando me has visto en comisaría no has podido disimular más. El mensaje que me has enviado haciéndote pasar por Daniel ha confirmado todas mis sospechas, por la simple razón de que no usamos esos números para comunicarnos, si fueses la mitad de inteligente de lo que te crees, lo habrías intuido.
    —¿Si sabías que no era él por qué…? Llevas un localizador —me soltó el pelo y se alejó unos pasos con la cara descompuesta intentando procesar su error.
    —Por fin aciertas algo —inmediatamente giró sobre sus talones y se dirigió a mí, pero se detuvo cuando vio bajar a toda velocidad al tipo que Conte había enviado para averiguar cuan grave era la situación.
    —Señor es cierto, han rodeado todo el edificio, el único modo de salir es atravesando la falsa pared con el coche, pero debemos hacerlo ya —aproveché el momento de distracción para sacar la pequeña cuchilla que tenía escondida bajo la esfera del reloj para cortar las cuerdas que me inmovilizaban las manos, debía darme prisa antes de que volvieran a prestarme atención.
    —¡No! ¡Aún no! —gritaba Conte una y otra vez llevándose las manos a la cabeza, parecía que hubiera perdido la poca cordura que le quedaba.
    —Todo esto es culpa de ella —Marta me señaló y paré en seco mi tarea por miedo a que me descubriera.
    —Señor tenemos que irnos —apremió otro de sus hombres mientras los demás entraban en los dos coches y los ponían en marcha, aun así, Conte no parecía dispuesto a marcharse tan rápido.

    —¡Dime donde está! —le gritó a Daniel con su rostro a dos centímetros del suyo. Al ver que no obtenía respuesta, sacó su arma y me apuntó directamente a la cabeza, Daniel me miró con lágrimas en los ojos y yo le sonreí, quería que supiera que todo estaba bien, que no debía sentirse responsable de lo que iba a pasar, me había regalado momentos maravillosos, junto a él conocí el amor más limpio y puro de toda mi vida, no cambiaría nada de eso por vivir unos segundos más.
    Un golpe ensordecedor hizo que todos se giraran hacia el portón, la policía acababa de tumbarlo. Dos de los hombres de Conte lo agarraron por los brazos y prácticamente lo introdujeron a la fuerza en uno de los coches, a pesar de que él seguía ordenando a gritos que lo soltaran.
    La policía comenzó a invadir el almacén y los coches salieron disparados hacia una pared que parecía de hormigón, pero ambos vehículos la rompieron sin problemas porque en realidad un trozo de pared era vidrio pintado, un ingenioso método de escape.
    Algunos se quedaron allí, sacaron sus armas y se escondieron en puntos estratégicos, aquello estaba a punto de convertirse en un fuego cruzado y Daniel y yo continuábamos en medio.
    —¡Alejandra! —forcejeó con las cuerdas inútilmente, solo estaba consiguiendo hacerse más daño, pero no parecía importarle, al igual que yo, sabía lo que estaba a punto de pasar y lo malo que sería que continuáramos atrapados.
    —Para de gritar —dije en voz baja, en un intento de que no llamara la atención y dejara de destrozarse las muñecas. Le hice un gesto con la cabeza para que viera que estaba a punto de conseguir cortar por completo las cuerdas que aprisionaban mis manos.
    Antes de que pudiera soltarme, los hombres de Conte comenzaron a disparar contra la policía que había conseguido traspasar el portón y esconderse detrás de unas columnas de hormigón.
    En pocos segundos todo se convirtió en un verdadero caos. De refilón pude ver como Marta se escondía en una de las columnas más alejadas y disparaba contra Montoya, esa bruja debía estar más loca de lo que creía para haber preferido quedarse en aquel infierno antes que huir con su tío, definitivamente estaba llena de odio.
    Conseguí desgarrar la última cuerda de mis pies y corrí hacia Daniel, por fin pude tocarle de nuevo, me hubiera encantado abrazarlo y besarlo, aunque solo hubiese sido un segundo, pero en la situación en la que nos encontrábamos ese segundo significaba vivir o morir. Terminé de cortar las cuerdas de sus manos y rápidamente me arrodillé frente a él para liberar sus piernas, aprovechó nuestra cercanía para depositar un cálido beso en mi frente y acariciarme las mejillas, gustosa me habría sentado en sus piernas, pasado las manos alrededor de su cuello para después besarlo, deleitándome con la suavidad de sus labios, pero no paraba de escuchar disparos, cada uno de ellos incrementaba mi miedo, era como tener a la muerte respirándome en la nuca.
    Una vez liberado, intentó ponerse en pie, pero no pudo, los golpes y todo el tiempo que lo habían mantenido atado a aquella silla lo habían dejado muy débil, sin tiempo que perder y a pesar de que mi cuerpo también estaba magullado, pasé su brazo izquierdo por mis hombros y le ayudé a levantarse, teníamos que encontrar un lugar en el que salvaguardarnos antes de que el fuego cruzado nos alcanzara.
    Escuché un disparo terriblemente cerca de nosotros, intentando hacer caso omiso al pánico que sentía, quise seguir caminando, pero me fue imposible porque sin que pudiera evitarlo Daniel calló desplomado al suelo, la sangre tardó poco en hacerse evidente.
    —No por favor, Daniel reacciona, mi amor por favor, no me hagas esto —me arrodillé a su lado y seguí moviéndolo y llamándolo hasta que mi llanto ahogó mi voz.
    —Tranquila —me giré y vi a la culpable de mi dolor sonriéndome—. Pronto te reunirás con él —alzó de nuevo su arma y me apuntó, pero me dio igual, miré a Daniel y entrelacé su mano con la mía aceptando mi destino. Un nuevo disparo me heló hasta la última gota de sangre que corría por mi cuerpo.
    .
    .
    .

    El final ya está escrito, en pocos días lo subiré. Estoy hasta nerviosa…


    Responder
    Científica empedernida
    Invitado
    Científica empedernida on #340271

    Felicidades!! He tenido el corazón en un puño durante todo el capítulo…aunque ha sido un «final» inesperado, la historia me ha ido encantando cada vez que publicabas un nuevo capítulo

    Gracias por escribir y hacernos participes de tus historias. Eres muy buena (y como bien sabes, yo me he animado a escribir gracias a autoras como tú), así que no dejes de hacerlo

    Gracias de parte de la científica empedernida!

    Responder
    I.
    Invitado
    I. on #340422

    Uauuu!! Vaya capítulo!
    Estoy deseando leer la 2ª parte, aunque eso suponga decir adiós a esta historia que nos has regalado. Muchas gracias!!

    Responder
    MarSoñadora
    Invitado
    MarSoñadora on #340467

    Llevo mirando la web a diario unas dos semanas, ayer no lo hice porque era mi cumpleaños y resulta que justo me dejaste este gran regalo.
    Me parece un capitulón! Vaya vuelta de tuerca ha pegado todo, aunque yo ya sospechaba de Marta XD esa mujer no me cayó bien desde que intentó tema con Daniel cuando iban a tener la cita y demás.
    Por cierto, de verdad espero que Daniel no haya muerto! Se que la vida no siempre es de color rosa pero sería muy injusto después de todo lo que han pasado.
    En fin, sea cual sea el final, estoy deseando leerlo. Gracias!!

    Responder
    SAN
    Invitado
    SAN on #340647

    Madre mía!!! madre míaaaaa!!!!!!!!!!!!!!!!!!
    Sin palabras!!!!
    Por favor, no nos hagas esperar mucho para el desenlace!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

    Responder
    Oly
    Invitado
    Oly on #341179

    Madre mia!!! A esta afictava las series y pelis de polis le ha enganchado este capitulazo mas que ninguno!!
    Que ganas de llegar al final aunque los echaré de menos!
    Ha sido una gran historia

    Responder
WeLoversize no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta web por colaboradores y usuarios del foro.
Las imágenes utilizadas para ilustrar los temas del foro pertenecen a un banco de fotos de pago y en ningún caso corresponden a los protagonistas de las historias.

Viendo 6 entradas - de la 1 a la 6 (de un total de 6)
Respuesta a: Jugando con fuego. Capítulo final. 1ª parte: Un recuerdo y el infierno
Tu información: