El otro día una amiga me enviaba la imagen de una carta publicada por el ABC. ¿Qué hago yo leyendo el ABC? Pues cabrearme, como siempre, pero esta vez tuve que comprobar varias veces que aquello no era un fake porque, incluso para ellos, aquella columna era demasiado.
En ella un tal Fernando Alés Villota hablaba sobre los índices de natalidad publicados días atrás en el mismo periódico. Por todos es sabido que la natalidad ha descendido y que este dato preocupa bastante. Los motivos, pues bastante evidentes, la situación económica de muchas familias, el cambio de la sociedad, el elevado número de personas con problemas de fertilidad, y un largo etcétera. Aunque no, todo eso es papel mojado para el señoro Alés Villota, que claramente indignado decidió enviar una carta a su periódico de cabecera abriendo los ojos a toda la sociedad. LA CULPA DE LA FALTA DE NACIMIENTOS ES NUESTRA, DE LAS MUJERES.
Así a grandes rasgos somos nosotras las responsables porque ahora solo nos dedicamos a hacer deporte y a conseguir títulos dejando de lado tareas tan dignas e importantes como ser madres, cuidar la casa y por supuesto, obedecer al marido. ¡Qué tiempo aquellos en los que las mujeres éramos femeninas! No como ahora, que vamos por la vida rascándonos la entrepierna, sin depilar, y pretendiendo ser independientes de cualquier hombre.
Es prácticamente un chiste en sí mismo no solo que alguien en el siglo XXI continúe pensando así, sino que un medio de comunicación (por muy conservador que sea) decida publicar estas palabras para difundirlas por todo el país.
Desde aquí me gustaría decirle a este ser, que por lo visto es sacerdote (¿cuándo entenderán estos señores que tienen que dejar de darnos lecciones al resto de la sociedad?), que las mujeres tendremos hijos cuando nos salga a nosotras del coño (nunca mejor dicho), no por obedecer a hombre y muchísimo menos por sentirnos completas como mujeres. Porque los tiempo cambian, a pesar de lo que a muchos les gustaría, y ese ‘viento sectario gélido’ al que hace alusión no son más que el progreso y el feminismo, esos tan odiados. Ideas que al fin nos ponen a las mujeres en nuestro lugar, no bajo la sombre de los hombres, sino donde nos merecemos, con nuestros derechos, nuestros títulos, nuestras vidas al fin y al cabo.
También aprovecho para solicitar al diario ABC que, por favor, traten de filtran un poco más lo que envían a sus rotatitas. Entre otras cosas porque ya todas sabemos de qué pie cojean, pero que lo hagan tan evidente le resta mucha gracia al asunto.