Debo comenzar diciendo que el sitio de weloversize ha sido parte de la creación de este relato, ya que me entrego la valentía para poder contar mi historia y aceptar mi cuerpo en todo sentido es por esto que aquí comienza La historia de mi cuerpo…

Nací una primavera del año 1993 en una ciudad al sur de Chile, crecí siento más “grande” que mis compañeras de jardín y del colegio, era un tema porque mientras ellas eran de contextura más “fina” yo resaltaba porque era de una más “gruesa”. Pronto mi familia también comenzó a decirme a diario comentario como, deberías hacer más ejercicio o dejar de comer. A medida que pasaba los años comencé a darme cuenta de las diferencias, que mientras mis amigas se prestaban ropa yo debía conformarme con mirar y opinar de cómo se veían, ya que mi ropa a ellas les quedaba grande.

Recuerdo un día en que casi de la noche a la mañana la ropa ya no me quedaba como antes, mis padres me habían comprado y en menos de una semana está ya no me quedaba. Me sentí muy triste y ellos me decían que se debía a que comía golosinas y cosas por el estilo, luego de mayor entendí que ese proceso es común, es conocido como el “estirón”.

Pase por momentos muy duros, entre los 12 y 14 años comencé a desarrollarme físicamente las personas me comenzaron a mirar con otros ojos, principalmente un familiar, mi abuelo. Pensé que los “cariños” que me hacia él eran porque me quería, porque un abuelo hace esos cariños con su nieta regalona. Pero cada vez que pasaba odiaba cada parte de mí, odiaba tener más busto que las chicas de mi edad y odiaba sentir que no tenía control de mi cuerpo.

Los años pasaron y en el colegio constantemente sufría de burlas por mi peso, mientras todas mis compañeras eran talla XS o S, yo estaba entre la M y L. Mi familia miraba constantemente lo que comía y lo que no, me llevaron a muchos nutricionistas, psicólogos y varias terapias complementarias (flores de bach, imanes, etc.), pero siempre me rendía, sentía que no podía y comencé a comer de forma compulsiva, mientras nadie me veía podía comer una torta entera, una pizza familiar o cualquier cosa en grandes cantidades, escondía los envases entre mis cosas y siempre tenía una excusa en caso de que alguien me descubriera.

En el plano amoroso, fui siempre enamoradiza, pero tenía una frase “Los chicos feos se fijan en chicas feas”, tenía tan grabado eso en mi cabeza que todas mis relaciones eran con niños que no eran del gusto todos, es decir en mi mente con feos porque yo era una chica fea. Esto me llevo más adelante a tener una relación tortuosa con quien yo creía que era el amor de mi vida.

Terminando el colegio debía elegir que quería estudiar, siempre me gusto ayudar a los demás y quería una carrera que me lo permitiera. Mientras estaba en eso mi padre de me dio un consejo que jamás voy a olvidar “Desde cualquier área podrás ayudar pero para poder hacerlo necesitas primero ayudarte a ti.”

Entre a un mundo diferente, donde sentía que cada día aprendía algo nuevo y los estudios comenzaron a consumir todas mis energías y mi tiempo, por lo que al terminar mi carrera salí pesando 20 kilos más.

Estando en la universidad conocí a mi gran amor o eso creía. Era alto, guapo, con ojos de color y era todo un galán. Me busco mucho tiempo pero sentía que en el fondo que no me lo merecía, así que cada vez que él me invitaba a salir le decía alguna excusa. Pasaban los años y el chico seguía, con sus detalles y muestras de cariño. Luego decidí darle una oportunidad a él y una a mí, si un hombre tan guapo y galán se fijó en mi es porque algo tenía que tener. El primer año de relación fue hermoso, me conquistaba todos los días, me esperaba con flores y se preocupaba de mí, sentía que estaba en las nubes. Fue mi primer hombre y el primero en muchas cosas, nos proyectábamos, incluso llegamos a tener planes de casamiento. Con el pasar del tiempo las cosas dejaron de ser tan lindas, cuando salía el me pedía que me cambiara de ropa, que no saliera con determinados amigos, pero esto solo fue el inicio. En los peores tiempos me decía cosas como, si no estás conmigo no estarás con nadie, a las niñas gordas nadie las quiere, nunca te va a querer un hombre tan guapo como yo, deberías estar feliz de que alguien tan guapo este contigo y así un sinfín de comentarios relacionados con mi peso y de mi físico.

Pero paso el tiempo y aquel hombre guapo dejo de serlo, abrí mi ojos y tome la decisión de terminar esta relación con quien yo creía que era el amor de mi vida. Ese momento marco un antes y un después, no sé qué paso, pero sentía que no podía seguir aguantando todas esas cosas. Algo en mi corazón me decía que valía mucho más, entendí también que los “cariños” que me hacia mi abuelo nunca fueron normales y que nunca fui gorda o de contextura gruesa cuando estaba en el colegio, tenía tan poco amor propio que permitía que cualquiera me hiciera daño con tal de sentirme querida.

Hoy siguen algunas secuelas de aquellos momentos, ahora sí que estoy “gorda” pero cuando me miro al espejo, me quiero y me respeto. Mi vida ha tenido cambios pero me siento con el poder de decidir sobre lo quiero y lo que no, aunque hay días en que recuerdo aquellos comentarios que me dañaron, sigo adelante porque nunca más permitiré que alguien me trate mal. Soy una mujer joven, independiente, una gorda que NO tiene problemas de salud (diabetes, hipertensión, etc.) y con un futuro por delante.

Entendí varias cosas, las cuales las escribiré en un listado, quizás a más de una le ayudara.

1. Las tallas de ropa, son solo una letra o número no definen si eres fea o linda.

2. Que estando bien uno puede ayudar y aportar al mundo.

3. Que el tema de la gordura es por salud y NO de estética.

Y si, sigo en busca del amor, pero uno que me permita crecer, soñar pero por sobre todo que me permita volar.

Atte: Una mujer común.