Antes de nada, adolescente, ahora 17 años.
Vale esto va a ser dificil. para mi contarlo y para la gente asimilarlo, pero allá voy. (lo he escrito de manera narrativa para poder expliccarme mucho mejor sobre esa situación)
Fue un día raro. Un día difícil. Aquel día sucedió todo lo que con todas mis fuerzas deseaba que no pasara hasta su debido momento. Un 18 de Marzo, casualmente dos días antes de mi cumpleaños. La verdad es que fue un despertar bastante traumático. Y esto sí que es lo peor que me pasará jamás en la vida, lo tengo demasiado claro. Ahora lo entenderéis perfectamente.
Sonó el despertador desde la habitación de mi madre. Aquella mañana mi hermano no estaba en casa, sino en la de mis abuelos, porque como antes he explicado ya, mi madre a la mañana siguiente empezaba a trabajar una hora antes a la que mi hermano entraba en el colegio. Por mí no problema, esperaba a que llegara mi mejor amiga a buscarme, como cada mañana desde hace muchísimo tiempo. (En realidad no tanto posiblemente haría como mucho un año, pero bueno, un año sigue siendo una eternidad en mi mente)
Prosigo, sonó el despertador, aquel p**** sonido que toda la humanidad odia. Y yo naturalmente ya me había despertado pero mi madre no apagaba el despertador y chille:
-¡Mamá! – me di cuenta de que la casa no es tan jodidamente grande como para tener que chillar para que me escuchara, desde ningún punto salvo la cocina, que mágicamente se crea una barrera estratosférica, un agujero de gusano, y otro agujero negro desde mi habitación que impide que pasen todos los sonidos menos los que a mi madre le interesa escuchar, como no- Apágalo ya estoy despierta, enserio, apágalo, joder…- maldecí levantándome de la cama. Y seguía sonando, no sé porque por un momento pensé que debía estar en el baño, o en la cocina, en algún lugar de la casa desde el que no me escuchara. Una teoría con poca sostenibilidad pero, por un momento la pensé, era lo único con ‘’lógica’’ que entraba en mi cabeza, jamás habría pensado lo que iba a ocurrir, bueno, de lo que había ocurrido y no me di cuenta. Hasta que me levanté a pagar yo misma el maldito despertador.
Por el pasillo maldecía con un abanico de insultos aquel despertador. Y con los ojos medio cerrados, y una visión muy borrosa, vi algo que me desconcertó.
Lo único que pude hacer fue refregarme con mucha fuerza los ojos. No creía lo que estaba viendo. No lo creía, no, no, no podía ser. De ninguna manera.
No hice la comunión, ni estoy bautizada, porque mis padres decidieron que si de adulta quería pertenecer a alguna religión, debería decidirla yo, pero aun así recé lo que supo inventarse mi cabeza para que aquella imagen, aquel escenario no fuera lo que yo creía que era.
Aquella espantosa imagen no había cambiado después de fregarme con la palma de la mano los ojos con mi mayor fuerza, seguía ahí. Volví a fregarme los ojos con los puños con toda mi fuerza. Y seguía sin desaparecer.
Era mi madre. Con los ojos entreabiertos. Demasiado quieta para ser ella, porque en cuanto la vi lo supe.
Había muerto.
Delante de mí, a menos de dos metros de mí, estaba mi madre. Muerta, en la cama.
-¿Qué coño hago ahora?- no sé porque creí que si la seguía llamando sin parar despertaría, me diría que todo iba genial, que solo era una broma de muy mal gusto, de demasiado mal gusto- ¡Mamá! ¡Mamá! ¡Mamá! ¡Mamá! ¡Mamá! ¡Mamá!
No podía parar de chillarle. Seguía sin creer lo que mis ojos seguían viendo. Intenté cogerle la mano o moverla ligeramente empujándola en los hombros, pero en cuanto le di la mano noté la frialdad que me confirmaba la espantosa situación, igual que la rigidez de sus dedos.
No sabía si desplomarme. Toqué para confirmar lo que pensaba y al notar a mi madre rígida y fría no había más que hacer. Caí apoyada mi espalda en el armario, con las rodillas echas un ovillo en mis brazos y sin parar de llorar. Pensé que lo que debía hacer, llamar a mi abuela. Creí que era lo mejor. Y así lo hice. Cogí el teléfono de mi madre, y la llamé.
-Abuela, mamá no se despierta
-¿¡Que dices?! Daniela seguro que no la has despertado bien, voy para allá.
Di doscientas vueltas por casa antes de que mi abuela llegara, no sabía qué hacer, ¿seguía llorando?
Esa no era la mejor opción, pondría a mi abuela aún más nerviosa de lo que ya debe estar. Sonó una llave en la puerta y pegué un bote desde el sofá.
– Hola
-Hola, abuela estaba sonando el despertador y…- la vio, no era la primera vez. Mi tío hacía seis años que se había suicidado, o había muerto, o lo mataron. Era pequeña y no me enteré mucho de todo aquello.
-¡Hay! ¡Mi niña se ha muerto! ¡Hay Daniela! ¡Hay! ¡Mamá se ha muerto!
No quería decir nada, escucharla chillar así me molestaba, ya sabía lo que había pasado la había encontrado yo, la había tocado. Lo sabía perfectamente. Me sentía mal conmigo misma por encontrar molestos los gritos agonizantes de mi abuela.
Fui a pedir ayuda corriendo, bueno mi abuela, yo solo la seguía. Y los únicos que acudieron fueron mis vecinos de la puerta de delante. Una pareja muy agradable con un hijo un poco más pequeño que mi hermano, no sabía cuántos años tenía exactamente. Ella esta con unas muletas, la pareja en pijama, y con cara de dormidos y asustados habló.
-¿Qué pasa?- preguntó él. Anthony.
En aquel momento desconecté. Me limité a seguir a toda aquella gente dentro de mi casa, fuera, dentro, estuviesen donde estuviesen iba, sin consciencia. No tengo tampoco ganas de pensar, en nada, solo pienso en que se ha ido para no volver. Y ahora nada puedo hacer.
Se acabó. Así. De golpe. Sin más. No puede dejarme aquí así, sola de esta manera. Sola. Solo estaba ella. Solo la necesito a ella, amigas hay muchas, y he comprobado que por muy fiables que parezcan todo acaba.
Como la vida. Es lo más básico. Después de un rato ellos haciendo no sé qué y yo pensando, en todo. Sigo sin creerme lo que acaba de ocurrir. No puede ser.
Llamaron a la ambulancia, y con ella apareció la policía. Había posiblemente más de diez personas en mi casa. Y todas haciéndome las mismas preguntas, una y otra vez: ¿Cómo te encuentras? ¿Tu madre tomaba alguna pastilla para el dolor de algo? ¿L has encontrado tú? ¿Estabais solas? ¿Necesitas algo?
Y si, la verdad es que necesito salir. Quiero despejarme, que me de él aire, llorar, y desahogarme, estaba siendo egoísta, solo pensaba en mi pero me daba igual, necesitaba mi tiempo. Y entonces se hizo lo luz. Un operario de la ambulancia vieno a hablar conmigo.
-Hola guapa, lo siento. Sé que en menos de diez minutos te lo han dicho veinte veces, pero lo siento. Pero necesito que me respondas algo.- eso me ha parecido razonable, está siendo sincero y realista. Me parce bien- ¿Quieres ir al instituto o quieres quedarte?- me lo pensé menos de un segundo. Era mi oportunidad para dispersarme de aquel ambiente.
-Me voy.
-¿Estás segura?
-Sí, si.- he pensado con la sangre muy fría. Siendo egoísta. Pero repito, me da igual.
-Bueno pues suerte. Y se fuerte.
-Gracias.- fui a vestirme a mi habitación y me puse lo que tenía planeado simplemente por no buscar otra ropa. Una falda skater negras y una camisa de cuadros blancos y azules por dentro, con unas bambas prestadas de mi mejor amiga que me las iba a traer para vestirme allí.
Después de explicarlo muy detalladamente tuve que irme a vivir con mi padre el cual jamás había ejercido como tal, un hombre machista, maltratador físico y psicológico, homófobo y racista, es decir. todo lo que yo odio.
La cosa es que desde entonces no se que hacer con nada, mi actual pareja desde que me conoció siempre me ha hecho muy feliz y me ha intentado ayudar en todo, y si podía hasta solucionar cosas por mi. pero ahora me estoy dando cuenta de que no levanto cabeza, pienso muchísimo más en ella ahora. cada vez la echo más de menos y no puedo seguir así. AYUDA!
Si alguien ha pasado por alguna situación de perdida así y lo ha superado porfavor que me diga como, no se que hacer y no puedo depender de mi pareja toda la vida, para cada bajón o si sigo hiendo a peor no puede hacerme de psicólogo toda la vida.
Gracias preciosas, un besazo.