Nunca pensé en que escribiría esto, ni mis amigas más íntimas conocen esta historia. Pero ya vista con los años a pasado de darme vergüenza total a reírme por lo absurdo.
Yo vivía felizmente con mi pareja y nuestro bebé. Casa, bebé, trabajo, estaba muerta, llevaba un par de días durmiendo fatal y mi churri, en medio de un ataque romántico, me viene con una reserva en un restaurante y una noche de hotel para desconectar. Yo estaba reventada pero me encantaba la idea.
Cena ideal, el vino y las risas volaban y los dos tan felices. Nos vamos al hotel. Mi cuerpo pedía cama, a partes iguales entre roncar como una morsa o que me dieran lo mío sin compasión. Llegamos a la habitación, la ropa vuela, yo me pongo super cachonda y solo era capaz de pedirle que me empotrara. Pero no, él no tiene prisa porque era nuestra noche especial, así que me coge, me tumba y empieza a bajar hasta tener la lengua jugando con mi rincón del tesoro. Ahí estaba yo gozando lo más grande. Pero me empecé a relajar mientras ël lo daba todo. Me relajo, me relajo, gimo un poco,me relajo y …. nada. Lo siguiente que recuerdo es un…
-Cariño, estás bien??
-Eh? (Sin saber muy bien dónde puñetas estaba y viéndome toda espatarrada con mi hombre mirándome desde mi coño)
-Te has desmayado!
-No sé (no sabes? Si estaba soñando y babeando), no me he dado cuenta (eres una falsa e irás al infierno).
– Vístete que ahora mismo vamos a urgencias.
-No hace falta (Claro, a urgencias a decirle a un doctor que me he dormido mientras me comías la almeja).
Pues a urgencias nos fuimos. Y es que como le dices eso a tu pareja?,lo hundes en la miseria.
Una hora en la sala de espera, me quería morir, y por fin me llaman. Me levanto, le paso el bolso y la chaqueta , me dirijo a la puerta ya con mi película hecha sobre dolores de barriga, pero el se empeña en entrar también.
Por favor una médica, una médica, diosito una médica…pues no. En la mesa había un doctor, que mira que yo me he puesto mala y nunca me ha tocado uno de esos, que parecía un dios griego. Un par de años mayor que yo, rubiazo con unos ojos azules que hipnotizan, madre mía del amor hermoso, que cara. Y ese hombre tenía que contarle eso?? Que una tiene pareja, pero no quiere que un pedazo de tío como ese la recuerde como la Potorro durmiente.
– Es que por lo visto me he desmayado.
– Cuanto tiempo?
– Pues no sabría decirle (sueño y medio cuanto es?)
– Es que lo que le ha pasado no es normal (mi chico había despertado), estaba toda animada y de golpe nada.
– Animada de contenta?
-No, animada de…, de…, es que yo estaba ehhh. ( Ni se te ocurra decirlo)
– Estábamos teniendo relaciones ( o hablo o le salta que me estaba comiendo el chochamen y eso no lo podía consentir)
La cara del médico era un poema. Sabéis cuando os queréis echar unas carcajadas y no podéis? Pues esa.
-Doctor, habrá sido un bajón de tensión, yo siempre la tengo baja.
-Es muy raro un bajón mientras se tienen relaciones, en ese caso la tensión sube.
– Pues un bajón de azúcar (por Dios, dejadme en paz).
– No es probable. Tendría que hacerte un análisis.
Yo no se si me vio mi cara de desesperación, pero me tomo la tensión y me mando a casa con la indicación de que si me volvía a pasar volviera.
Al final ni hotel, ni leches. A dormir en mi cama, porque tenía que descansar y que él me vigilaba (pobretico).
Una semana me tiré con supuestos mareos y flojera, para que creyera que estaba fastidiada y por eso había pasado mi desmayo, no fuera que le diera por pensar.
Así que chicas, si tenéis ganas de mambo y sueño por igual echaros una siestecita muy rica y luego que os coman la almejita, que nunca se sabe que puede pasar.