Esta es la segunda vez que os escribo, pero por un motivo muy diferente.
Como dice el título, me divorcié. Yo tenía un buen trabajo, no era el trabajo de mi vida, yo quería hacer otra cosa, pero lo que yo quería hacer no traía dinero seguro, así que me decanté por lo estable, con buen horario y sueldo mileurista. Era fija y llevaba varios años. Entonces conocí a mi ex marido, él trabajaba en la empresa de su primo, con un sueldo como el mío. Mi ex marido había estudiado y acabado la carrera de medicina completa, pero jamás había ejercido. Había sido una de esas cosas que había hecho por presión familiar. Su madre había sido médico, y su padre, al igual que su abuelo, y su bisabuelo… etc.
Pero él siempre lo había odiado y empezó a trabajar en lo que de verdad le gustaba en la empresa de su primo. Al poco de estar yo con él y ya viviendo juntos, su primo cerró la empresa y mi novio decidió crear la suya propia. Yo lo apoyé sin pensarlo porque era su sueño y era lo que quería hacer. Como todo negocio que empieza, cuesta. Pasamos de tener dos sueldos normales, a uno y medio. Poco antes de casarnos su negocio empezó a ir mal, no despegaba. Sin embargo seguíamos económicamente estables, justos, pero estables; y aunque sabía que nos faltaba un poco de dinero, él estaba en realidad trabajando mucho en su negocio. Le dedicaba todo su tiempo y más, se pasaba noches enteras. Yo no quería romper sus sueños, quería apoyarlo y lo hice. Nos casamos y a partir de ahí la cosa empezó a empeorar rápidamente. Durante varios años dependimos de mi sueldo porque él empezó a no facturar ni un solo euro durante meses y hubo momentos incluso en los que tuvimos que pedirles dinero a mis padres (a los suyos no, porque aunque tenían mucho más dinero, no quería tener escucharlos decirle que trabajara en sanidad para ganar más dinero). Llegó un momento en que nuestra economía ya no era sostenible de ninguna forma. Yo no podía pagar la cuota de autónomos de su empresa, comida, alquiler, gastos… Me estaba arruinando, había meses que incluso no pagábamos alguna factura porque no nos llegaba con mi sueldo. Le pedí que por favor se buscara otro trabajo ya que estaba claro que la empresa no funcionaba y él hacía tiempo que había dejado de buscar clientes y se dedicaba a lo mínimo. Ya no trabajaba como antes, de hecho había días que no tenía ni trabajo y sólo se dedicaba a ver películas. Incluso yo salía del trabajo, llegaba a casa y lo ayudaba con algún cliente si tenía con la esperanza de acabar antes el trabajo y cobrar. Pero no era suficiente. Le dije que ejerciera como médico en algún sitio, pero se negó, le dije que buscara otra cosa, lo que fuera, incluso algo de lo que le gustaba pero trabajando para alguien. Pero dijo que no renunciaría jamás a su sueño y esa empresa era su sueño. Me sentí egoísta al pedírselo, y seguí aguantando un poco más.
Por suerte o por desgracia, mi empresa cerró poco después y me echaron a la calle con indemnización y dos años de paro, y entonces lo vi. Era mi oportunidad para perseguir mis sueños. Siempre había querido escribir un libro infantil, tenía ya bastante avanzado, sólo me faltaba la iniciativa y el dinero para editarlo y ponerme con el arduo trabajo de buscar editorial (algo nada fácil). Mi marido lo sabía y siempre me había animado a acabar el libro, o eso decía. Cuando me quedé en paro me pareció el momento, era ahora o nunca, tenía paro durante dos años, el dinero de la indemnización… Y se lo dije. Podía usar una parte del dinero de la indemnización para editarlo. Pero me dijo que no, que ese dinero no se podía tirar en eso porque se necesitaba para pagar gastos (los de su empresa) y que debía buscar un trabajo en cualquier sitio, aunque fuera limpiando casas o de cajera, porque si no, no llegábamos a fin de mes. Me dijo (no de muy buenas formas) que yo necesitaba un trabajo de verdad y no una tontería de sueño imposible e infantil de escribir un libro del que no podría vivir. Le pedí que se buscara él un trabajo, yo lo había mantenido durante años para que él persiguiera su sueño, y ahora me tocaba a mí. Esperé su apoyo, igual que yo lo había apoyado durante años incondicionalmente, pero me llamó irresponsable e idealista y vi como el «apoyo» que me había brindado en su momento se desvanecía. Lo había hecho solo cuando había pensado que jamás lo llevaría acabo de verdad. Ese día, cuando me dijo que mis sueños eran una tontería, me di cuenta de que ese no era mi sitio, de que a su lado no hacía nada. Ya no por si podía o no vivir de escribir libros infantiles, si no porque en el momento en que yo le pedí apoyo él se había echado atrás después de 10 años de mi vida pagándoselo todo.
¿Pero sabéis que? Me divorcie y dentro de unos meses publico mi libro por fin. Y he aprendido a luchar por mis sueños y no por los de nadie mas. Es mi momento.
Luisa.