El caso es que aquí os cuento la surrealista historia de como perdí la virginidad.

Fue hace solo un par de meses, tenía (y tengo) 18 años recién cumplidos y llevaba sin pisar una fiesta desde año nuevo, habían acabado los exámenes de la universidad y yo necesitaba una fiesta YA.

Lo malo es que la mayoría de mis amigas no podían venir de discoteca, bien por exámenes, bien por planes con sus novios. Al final acabé con una amiga, su novio y toda la pandilla del novio, que hay que decir que me caen genial aunque no les va mucho la fiesta hasta el amanecer.

Pero no me enrollo más, conocí a un chico, no era un Jason Momoa, pero oye, no estaba mal. Yo tenía la regla en ese momento y no me atraía la idea de que mi primera vez fuese en unos baños públicos llenos de vómito y tampones por el suelo. Con lo que quedamos para otra vez. Después de volver a quedar en persona un par de veces quedamos en su casa. El chico me saca 6 años, pero bueno a mí me gustan mayores, de los que llaman señores.

Por muchos 6 años que me sacase, el chico solo tenía 23 y vivía con sus padres, mucho que tenía coche y moto. Me había asegurado como 4 veces que sus padres no iban a estar, pero yo tenía un mal presentimiento, esto que sabes que algo malo va a pasar… Ay amiga…

Sus padres estaban en casa, pero esto no fue lo peor ya que nos metimos en el cuarto y ni siquiera los vi, nos pusimos Black Mirror y me vi la segunda temporada entera sin enterarme de nada.

Pues bien, aquí empieza lo importante, el chico sabía que íbamos a quedar y que íbamos a quedar en su casa (que iba a haber cachondeo) pues no se dignó a comprar preservativos, y me dijo que no tenía cuando yo ya estaba más caliente que el palo de un churrero. Entonces en desesperación empezó a llamar a todos sus amigos para que le dejasen uno. Pero claro, yo no iba a ir con él a por el condón, y no iba a quedarme en su casa sola para que apareciese alguien y yo tirada en la cama, pues no. Con lo que él me suelta: «Bueno, pues saca al perro.»

Pues sí, hijas sí. Me tendríais que haber visto a mí, con el perro, que era un perro salchicha de esos, en la calle, con el chaleco al revés de las prisas y un moño de pena. No tardó mucho pero el puto perro no paraba de dar vueltas y algún que otro vecino ya se estaba asomando preguntándose quién coño era yo y que hacía en la casa de este señor.

Cuando volvimos adentro, me dijo que encerrase al perro, abrí la puerta del salón y sin mirar dentro dejé al perro y en ese momento escuché: «¿Hola?». Supuestamente estábamos solos en casa. Pues bien, o había un fantasma en el salón que quería saludar o su madre, (porque era una voz de mujer) había estado disimulando, ya que habíamos bajado a comer y un par de veces a la cocina.

Subí lo más rápido que pude y se lo conté, no le dio importancia y yo decidí que había sido la tele o el ordenador (los cojones), una vez nos pusimos el tema volvía lo que no he dicho antes. 1 Besaba mal. 2 Comía el chichi peor. ¿Alguna vez os han dicho la frase «besar como un pez»? Pues igual, sin lengua por ninguna parte, en nada. En fin.

Como he dicho, era mi primera vez, con lo que no entró a la primera, ni a la segunda, ni a la tercera. Yo me empecé a poner nerviosa, eso sí, el chico se portó como un caballero conmigo, no metió prisa en ningún momento y estuvo dándome caricias casi toda la temporada de Black Mirror, sin lengua, pero bueno. En un momento me di cuenta de que me había quedado seca, así que le pedí que se bajase un ratillo a ver si eso se humedecía un poco. ¿Os acordáis del folladrama de la chica que le hacen fiuuu en el chocho? Pues I feel you sister. ME LO SOPLÓ. Tal que así. Y yo como no sabía que hacer, pues me reí. Ay por Dios que desastre.

Al final acabó entrando, y cuando yo consideré que eso acabó, ya que no me corrí y en ese momento me dio igual que él lo hiciese, le dije amablemente que me llevase a la parada del metro que había quedado con una amiga para volverme.

A él pareció cogerlo desprevenido. PERO HIJO MÍO, QUE AQUÍ LA SIRENA SOY YO, LA QUE ES MEDIO PEZ SOY YO. ¿Entendéis no?

El chico me ha dicho un par de veces de quedar, pero por una o por otra no nos hemos vuelto a ver. Mira, lo prefiero.