Buenos días! Llevo días queriendo empezar algún relato y por fin me he decidido. En mi adolescencia solía escribir Fan Fics y subirlos a foros, pero ésta es mi primera historia 100% original. Espero que os guste.

Capítulo 1

Hasta que ella no puso un pie en el suelo no pudo distinguir su larga melena morena, sus ojos azules le miraban desafiantes y con rencor.
– ¡No podéis atacar a una dama de esa manera! – Gritó caminando hacia él, que se encontraba en el suelo con una espada clavada en el suelo entre sus dos piernas.
– Lo… lo siento mucho señorita, la con… confundí con un maleante. Con la capa no le veía bien la cara… y…
– Y me atacó, así sin más. – Cogió la espada y la puso en la funda que llevaba a la cintura. – Espero que esta vez sea la última, si no se las tendrá que ver con mi padre Sir Greywood.
El chico se levantó e hizo una reverencia.
– Discúlpeme señorita Greywood, no volverá a pasar. Así que usted es la hermana de Erik.
La chica, que apenas acababa de llegar a su caballo se quedó quieta un momento, pensando, sin saber si girarse o seguir. Eligió la primera.
– ¿Conocía a Erik?
– Así es, – Miró hacia abajo en modo de duelo. – él y yo… Luchamos juntos señorita, su hermano fue el mejor soldado que había visto. Él y yo compartíamos camarote.
– ¿Es usted Ryan Evans?
– En efecto, y tu nombre era…
– Rebecca.
– Eso, Rebecca, tu hermano hablaba muchísimo de ti. Nos conocimos en la primera guerra, la que hicimos contra Ecclerigg, por entonces siempre que te nombraba era para decir lo malcriada que eras entonces, – Ambos se rieron. – Pero después… En la segunda, vino contando que se dio cuenta de lo que habías madurado, y estabas tomando parte de la empresa de tu padre.
– Así es, hoy en día soy la vice presidenta de la exportación de lana hacia las Indias.
– Toda una superación después de todo lo que pasó.
– Sí… Mi padre se desmoronó cuando mi madre murió durante la primera guerra, y cuando Erik murió… Tuve que coger parte del timón o la empresa se hubiera estrellado al momento.
– Cuánto lo siento…
– Bueno ahora ya no es tiempo de lamentarse. Le pido disculpas Ryan, pero tengo que marchar, está oscureciendo y padre estará preocupado.
Rebecca subió al caballo.
– Que tenga un buen regreso Ryan.
– Lo mismo digo señorita.
Ryan la miró y sonrió. Tenía la tenacidad de Erik, y era preciosa. La vio marchar hasta que la perdió de vista hasta el camino que seguía a Windenmere, su ciudad.
Rebecca llegó al palacete donde vivían ella y su padre, Sir Robert Erik Greywood III.
– ¿Cómo ha ido la tarde? ¿Ha mejorado tu yegua desde que dio a luz? – Dijo mientras un criado le servía vino tinto.
– Así es padre, Grace está totalmente recuperada. -Se quitó la capa y se la dio a su doncella, junto con una cesta de moras y frambuesas que se había entretenido a coger por el camino., y se sentó en la mesa. – He corrido con ella alrededor del lago Windenmere. Por cierto, padre, me he encontrado con Ryan Evans…
– ¿El compañero de tu hermano? ¿Ha vuelto?
– ¿Disculpe?
– Cuando la guerra acabó me preguntó si podía mandarle a las Indias un tiempo, quería descubrir el nuevo mundo y explorar las posibilidades. No hará mucho que ha vuelto, debe llevar allí un par de años aproximadamente.
– Qué interesante… ¡Pues ha estado a punto de matarme!
– ¿Cómo?
– Pues verá, padre, él se pensó que yo era un maleante e intentó atacarme, así que me defendí y el pobre acabó en el suelo.
Sir Robert se echó a reír a carcajadas.
– ¡Ésa es mi pequeña! Suerte que el ejército es sólo para hombres, sino tú estarías en cabeza.
Ambos se rieron y siguieron comiendo. Escucharon un poco de violín que la doncella de Rebecca tocaba y ésta se despidió de su padre para irse a la cama. La cara de Ryan la seguía teniendo en mente.