reproducimos un testimonio que nos llega a [email protected]
¿MALA PERSONA? NO ME HACE ILUSIÓN LA BODA DE MI AMIGA.
Somos un grupo de amigas muy diverso. Estamos en esa edad complicada en la cual algunas llevan unos años casadas, otras están teniendo hijos y otras casi están de erasmus aún.
Estábamos en la despedida de soltera de Laura. La segunda amiga en pasar por el altar. Supongo que estas primeras veces siempre hacen mucha ilusión a todas y exprimes cada segundo al máximo. Estaba terminando el fin de semana que había sido perfecto cuando Marta, otra de las amigas comenta que también quería pasar por el altar. Algo muy pequeño, una formalidad y un buen viaje. Nada que ver con la boda de Laura, con su vestido blanco y celebración de doscientas personas.
Marta ya tenía la decisión tomada. Como mucho habría una pequeña fiesta con los amigos más cercanos, pero ni si quiera había fecha elegida. Iban a ser tres amigas casadas, toda una alegría.
El novio de Marta, ese mismo fin de semana, le contó a sus amigos más cercanos la misma buena noticia, el viaje que iban a hacer y la futura paternidad prevista inmediatamente después de finalizar la luna de miel. Muchos más datos de los que Marta nos había dado, parecía que él lo tenía todo más planificado. Era oficial, se iban a casar… ¿o no?
No sé en qué momento ocurrió, pero de repente esa decisión no estaba tan tomada como parecía. Marta se enfadó con las amigas que habíamos comentado con nuestros familiares la buena nueva, creo que algo totalmente normal. Otra amiga casa, buenas noticias y ganas de compartirlas con tus seres queridos. Nos echó en cara que un mero comentario, se había convertido en una noticia real. En cambio, nosotras ya sabíamos donde quería que fuera la ceremonia íntima, el itinerario del viaje y hasta quién les iba a casar. Nunca entendimos porque a nosotras nos ocultaba todo y en cambio su pareja si le contaba a sus amigos las decisiones que iban tomando. Según Marta solo era una idea, según su pareja ya tenían fecha de firma.
Se enfadó, se enfadó muchísimo y no sabíamos que estaba ocurriendo realmente. Marta se alejó de nosotras y el tiempo empezó a pasar. La relación se enfrió.
Dos meses después, en mitad de la boda de Laura, en su día (podríamos debatir en un blog entero sobre el momento oportuno), Marta y su pareja pregonaron que se iban a casar ese mismo año. Todo lo que sabíamos era real y no nos habíamos enterado por ella. Los sentimientos pasaron de ser de incredulidad, culpabilidad a enfado por sentirnos totalmente apartadas de su vida.
La invitación a su “no boda” nos llegó por whastapp y jamás hemos vuelto a hablar con ella sobre esta cuestión. El grupo no está igual, nada está igual. Un momento de felicidad e ilusión se ha visto empañado por la opacidad, el secretismo y el enfado irracional.
Es jodido, pero lo admito. No me hace ilusión la boda. No me hace ilusión preparar la despedida de soltera. No me hace ilusión hacerle un regalo pensando en que se acuerde de sus amigas para siempre. No me hace ilusión, me ha hecho perderla.
Peñarrubia