Pues tal cual lo dice el título, en realidad no hay mucho más. No vengo a buscar consejo, pues en realidad sé bien lo que tengo que hacer, pero necesito desahogarme porque no puedo hablar ampliamente sobre ésto con nadie de mi entorno.
Me gusta mi jefe, que es además mi director de tesis. Me gusta mucho.
Me dio un par de asignaturas de la carrera y hace un año y medio comenzamos a trabajar juntos gracias a una beca que conseguí en la universidad. La verdad es que hasta ese momento no había reparado demasiado en él; me caía bien, me parecía buen profesor y poco más. Ni siquiera sabía que iba a ser mi jefe una vez que entrara a trabajar en el proyecto de la universidad. Sin embargo, poco después de empezar allí me empecé a dar cuenta de que me gustaba. Al principio pensé lo típico, que estaba confundiendo la admiración que se suele sentir por una figura de autoridad con un sentimiento diferente. Pero después de un año y medio creo que tengo bastante claro lo que me pasa. Aunque le admiro profundamente como profesional y como persona, tengo que reconocer (con bastante vergüenza) que me gusta. Es un hombre atractivo, bien parecido, tiene una mirada que impresiona realmente y sé que no son pocas las alumnas (y no alumnas) que se han sentido atraídas por él. Pero, sobre todo, me gusta su forma de trabajar, su ética, sus valores como persona, su sentido del humor… No he querido ni quiero idealizarle; también soy consciente de sus defectos, pues los tiene como cualquier ser humano. Pero sí es cierto que me atrae muchísimo en su totalidad. Noto que me gusta mucho hablar con él, estar a su lado, me pongo un poco nerviosa cuando estamos trabajando en el ordenador y se me acerca, me ruborizo un poco cuando me halaga y muchas veces me miro en el espejo para comprobar que voy bien antes de ir a hablar con él. Y, sobre todo, hablo mucho, muchísimo de él con mi familia y amigos. Con todo el mundo, vaya. Tanto, que alguna amistad más cercana me ha preguntado medio en serio – medio en broma si me gusta…
Por supuesto, no he dado ni pienso dar alas a que ésto que me pasa vaya más allá. Son demasiados los obstáculos que nos separan y yo sería bastante idiota si intentara ir un poco más allá, me buscaría la ruina y a él también. Para empezar, yo tengo 25 años y él es más o menos de la edad de mi madre, tendrá unos 50 y tantos. Podría ser mi padre perfectamente. Pero éso no es lo peor, porque la diferencia de edad dentro de lo que cabe es un mal menor. Son muchísimas más las cosas que nos separan y que para mí son sagradas: está casado, tiene dos hijos (de mi edad, más o menos), es actualmente mi jefe en la universidad y, por si fuera poco, mi director de tesis. No y rotundamente no.
Al principio me consolaba pensar que se me iría pasando con el tiempo, pero no ha sido así. Yo he tenido muchos líos emocionales en los últimos tiempos y ahora mismo estoy soltera y mucho más tranquila, pero el hecho de que él me guste se sigue manteniendo ahí, inamovible. Cabe decir que él no ha intentado absolutamente nada conmigo, ningún tipo de acercamiento ni insinuación (o, al menos, yo no he sabido percibirlo). Es un hombre muy correcto y cabal y sé que nunca se le ocurriría hacer algo así. Sí que es cierto que he notado (de la manera más objetiva posible) que busca encuentros conmigo muy frecuentes, me busca muy a menudo y a veces para cosas muy poco importantes (se nota a leguas que busca excusas para tomarse un café conmigo o que suba a su despacho y siempre alarga las conversaciones lo máximo posible; se podría decir que le noto cómodo y relajado cuando está conmigo). Hablamos por Whatsapp con bastante frecuencia, pero siempre dentro del ámbito académico, no para cosas personales, aunque de vez en cuando solemos preguntarnos por nuestras familias y nuestras cosas, lo típico. Alguna vez me ha invitado a tomar algo cuando hemos hecho algunas gestiones juntos por el centro, pero la relación profesor-alumno prima ante todo. Halaga muy a menudo mi trabajo y el apoyo que le estoy dando, pues estos últimos meses hemos estado especialmente unidos porque estamos preparando un congreso, trabajando codo con codo, pero lo más seguro es que lo haga para incentivarme y animarme como jefe y profesor mío que es. Me dice cosas del tipo «no sé qué haríamos sin ti», «qué eficaz eres, de verdad que no te merecemos», y claro, yo me vengo arriba, pero sé que lo más probable es que no haya ningún tipo de doble intención en estas palabras. La verdad es que no podría decir a ciencia cierta si yo también le gusto o no, sí que es verdad que se palpa la conexión que existe entre ambos en muchas ocasiones, sobre todo cuando nos reunimos a solas, pero él es tan correcto y comedido que no podría afirmarlo con rotundidad.
Por todo ésto, no he querido ni quiero hacerme pájaros en la cabeza. Aunque nuestra relación es bastante estrecha, tanto que podría sobrepasar el ámbito profesional, sé bien que cada uno tiene su vida y nadie va a intentar absolutamente nada. Éso es algo que tengo muy claro. En otras circunstancias sí que intentaría ir algo más allá, hablarle de temas más personales, acercarme más a él y a su vida, invitarle a tomar algo… Pero no puede ser, y éso es algo que tengo muy claro. No me queda otra que resignarme como lo estoy haciendo y seguir teniendo la buena relación que hemos tenido hasta ahora, porque como jefe y profesor es excepcional y he tenido mucha suerte de haber coincidido con él en el proyecto y de que me dirija la tesis. En fin, hay historias que no pueden ser y ésta es una de ellas. Ni siquiera me permito a mí misma fantasear con lo que podría haber sido y no será, porque quieras que no, tengo que verle todos los días y no sería sano para mí. Cada uno en su sitio y a seguir con la vida y el trabajo…
Gracias por leerme.