Sé que igual te suena brusco pero: NADA DE ESO IMPORTA. ¿Te saldrán cosas mal? Por supuesto. ¿Harás cagadas y la cagarán contigo? Te lo aseguro. ¿Merece la pena privarse? Pues, chica, no.
-Nadie te está mirando.
-A nadie le importa realmente si hiciste esto o aquello mal. Quienes te quieran, te seguirán queriendo porque todo el mundo es humano y comete errores, del mismo modo que tú las/los sigues queriendo.
-Te gusta ese muchacho. Adelante. ¿Que no sale bien? Pues algo que aprendiste, el mundo es grande.
-Sé sincera, si tienes dudas sobre algo, pregunta, consulta, hazte oír, nadie nadie nace aprendido.
-No asumas nada, la gente es una caja de sorpresas. Palabra.

¡Hala! Mucho ánimo, que es duro pero merece la pena.

Yo te entiendo, créeme. Te he leído como si me estuviese leyendo a mí misma hace unos años. Yo sentía exactamente lo mismo que tú. Tú al menos sabes ahora, que se lleva más, que las gordibuenas somos las mejores ¡jajaja!. Un día me atreví a dar el paso, a romper esa maldita coraza. Aquel día conocí al amor de mi vida, con el cual llevo dos años y medio, casi. Momentos antes de conocerle leí una frase, mientras iba en el autobús de camino al punto de encuentro, que para mí fue entre una coincidencia y un apoyo, como una revelación en realidad. Por lo tanto, te digo lo mismo:

ARRIÉSGATE, SE FELIZ

María, te entiendo perfectamente. He hecho un trabajo personal importante para descubrir mi coraza, para qué la utilizo y cuándo dejarla a un lado. No sé si a ti te pasa igual pero cuanto más me gusta el chico, más me cuesta dejarme llevar… ¿Por qué? ¡Porque el miedo es mayor! Pero también lo es lo que tienes a ganar, eso es así. Una amiga me dijo una vez, cuando yo le contaba las mil cosas horribles que podían pasar si me dejaba llevar:
-No, lo peor que te puede pasar es que dentro de un año nos sentemos aquí y me estés contando lo mismo que ahora.

Y eso, que puede parecer algo obvio, a mí me hizo abrir los ojos porque siempre pensé que lo peor era que me dijeran que no, que me rechazaran o que me quedara muda sin saber qué decir. Y sí, eso me ha pasado: quedarme muda cuando un chico que me gustaba me cogió la mano. Y ahí me dije «venga, pa’lante» y se lo expliqué, que me daba vergüenza, que no podía evitarlo, que debía de parecer imbécil y que confiaba en que en un rato se me pasaría… y se pasó. Y el chico, en lugar de reírse o enfadarse (a saber por qué yo imaginaba que se podía enfadar!!), me dijo que le parecía tierno, y no le dio ninguna importancia.

Mi consejo, por si te sirve, es que se lo digas a ese chico, directamente: me gustas pero me pongo tan nerviosa que me cuesta hasta bailar contigo. Con eso ya tiene información más que de sobra para tomar la iniciativa. O igual prefieres marcar tú los tiempos y eres incapaz de bailar con él cuando va a sacarte porque ya estás nerviosa de verle venir, pero sí puedes mentalizarte para irte directa hacia él y sacarle tú: efecto sorpresa y tú tienes mayor control. No sé, cosas que se me ocurren… Sea lo que sea, piensa algo con lo que puedas sentirte cómoda tú y que suponga un avance, ¡seguro que hay algo!

Deja de decir que no puedes y busca algo que sí puedas hacer. Por ejemplo: no puedes ir y besarle directamente, porque no te sale, vale; pero sí te ves cogiéndole de la mano, ¡pues hazlo! Tal vez suene tonto –y el ejemplo lo es– pero deja de pensar en abstracto, en los chicos del mundo y en tu muerte rodeada de gatos, e insisto: ve a cosas concretas que sí puedes hacer. Aunque no lo notes, tu coraza ya ha empezado a resquebrajarse. Igual aún tarda en caer del todo pero cada golpecito que le das (darte cuenta de que existe, cambiar tu actitud, tontear con ese chico…) la debilita y te libera un poco.

Perdona que me haya enrollado tanto pero quería explicarte todas esas cosas por si alguna, aunque sólo sea una, te sirve. ¡Un abrazo enorme, María! Y, como te han dicho: arriésgate porque vale la pena.