Mi experiencia con el tabaco

Inicio Foros Querido Diario Depresión / Ansiedad Mi experiencia con el tabaco

  • Autor
    Entradas
  • Fuu
    Invitado
    Fuu on #948274

    Dejé de fumar hace diez años, tras haber sido fumadora durante otros diez años. En todo este tiempo nunca sentí deseos de volver a fumar; por el contrario, el tabaco solo me provocaba rechazo, cuando no absoluta indiferencia. Cuando veía a alguien fumar cerca de mí o en una película, me preguntaba cómo es que un día fui yo capaz de hacerlo, qué sentido tenía. Sentía como si nunca hubiese fumado, como si fuese algo totalmente ajeno a mí. No lo entendía.

    Antes de dejarlo (decisión que tomé de un día para otro, sin pensarlo, simplemente por miedo a enfermar, ya que llevaba bastantes semanas con una tos constante), mi mayor temor era el de no ser capaz de disfrutar de la vida sin todos esos cigarrillos asociados a todos esos «momentos especiales» (después del desayuno, de las comidas, antes de entrar a un lugar, al salir de un lugar, mientras tomaba una copa, mientras pensaba, mientras escribía, mientras leía, mientras «pongaaquíloquesea»…). Nada de esto es cierto. Todo es sumamente más disfrutable, de hecho, ya que no estás anhelando una ilusión en ningún momento. Estás en todos los momentos, viviéndolos intensamente sin sentir ese vacío, esa necesidad, esa angustia de pensar que necesitas «ese algo cilíndrico» para absolutamente todo. Toda esa angustia desaparece. Confía en mí, lo hace.

    Y ahora, diré algo que quizás parezca catastrófico y contradictorio, pero déjame terminar.

    Hace unos meses, durante una celebración, alguien me ofreció un cigarrillo. Por ninguna razón, dije que sí. Estaba nerviosa por algo, es cierto. También ebria. Lo fumé con extrañeza y sin disfrutarlo demasiado. El caso es que sentía que potenciaba el efecto de la copa que tenía en la mano, que era un buen maridaje. Me fui a casa y no volví a fumar más en semanas. Hasta qué volví a salir una noche y volvieron a ofrecerme otro. Recordé que me había agradado, a medias, fumarlo la otra vez. Volví a asentir. La noche iba a ser larga y no quería pedir cigarrillos a nadie, de modo que decidí comprar un paquete. Me duró meses, teniendo en cuenta que solo fumaba un par cuando salía de noche, de tanto en tanto. El resto de los días, no recordaba que estaba ahí, no sentía ningún mono en absoluto, ningunas ganas de fumar; lo hacía únicamente en estas «ocasiones especiales». Lo tenía «controlado».

    Un día, sucedió algo en mi entorno que me provocó un gran ataque de pánico. Me tomé un tranquilizante y no sirvió de mucho. La situación era realmente preocupante. Temblaba de miedo. No sabía qué hacer. Impulsivamente, corrí a buscar la cajetilla de tabaco que solía tener guardada en un cajón. Sin pensarlo, me encendí un pitillo y seguidamente otro. Dos de golpe. Sentí que me apaciguaba un poco. Seguí fumando durante las siguientes horas, muchas, sin apenas dormir. Al día siguiente, todo se había solucionado, pero el terror ya estaba instalado en mi cuerpo y no se iba a desvanecer tan fácilmente. Continúe fumando, no sin preguntarme constantemente qué diablos estaba haciendo. Ya estaba enganchada. Me prometí dejarlo en poco tiempo, cuando me hubiese calmado por completo. De eso hará ya tres meses y unos cuantos intentos fallidos de dejarlo (no aguantaba más de 24 horas).

    Hace cinco días, decidí sufrir. Decidí sentir la ansiedad, el miedo absurdo de la primera vez que lo dejé, el llanto impredecible; el síndrome de abstinencia, en general. El cuarto día, mi ansiedad era tan intensa que decidí salir a comprar un paquete. Antes de salir, busqué un encendedor. No lo encontraba por ningún sitio (yo misma me había deshecho de todo lo relacionado con el tabaco, ceniceros, etc.). Pasaron tantos minutos, que para cuando encontré uno, ya se me habían quitado las ganas de fumar. Aun así, salí en dirección al estanco. Dudé. Caminaba por la calle y me sentía bien. No necesitaba nada más. Después de cuatro días sin fumar, mi cuerpo se sentía ligero, podía respirar el aire puro, disfrutaba del paseo. Llegué al estanco y lo compré. «¿Qué haces?» me preguntaba mi propia cabeza. No tenía ganas de fumar. Volví a casa sin fumar. Cené. Después de cenar, no tenía ganas de fumar. Absurdamente, no lo entendía. Había pasado el peor día de abstinencia y, de repente, como si nada, ya no tenía ganas de fumar. Me obligué a hacerlo. Encendí un cigarrillo. Sabía mal. Me mareé. Lo fumé hasta el final. Esperé a que volviese el mono, como un experimento. Pasaban las horas y nada. Me fui a dormir. Dormí bien. Me desperté bien, tranquila, serena. Desayuné. Seguía sin ganas. No fumé en todo el día. Sigo sin ganas.

    Todos estos días de ansiedad extrema, sumados a los anteriores intentos fallidos de 24 horas, no han sido en vano. No estaba simplemente soportando, sufriendo, privándome de algo. Estaba combatiendo constantemente conmigo misma. En mi cabeza se libraban batallas terribles. Como si hubiese una niña pequeña chillando, rompiendo cosas y pataleando, tratando de convencer a su madre de los motivos por los que necesitaba un juguete sin ningún valor real. La madre sabía que su hija no necesitaba para nada ese juguete, que incluso sería nocivo para ella, pero, como buena madre, le conmovía el llanto de su pequeña y no soportaba verla sufrir. Aun así, sabía que lo mejor para ella era dejar que sufriese un poco más. Tratar de explicarle por qué ese juguete no tenía nada que ofrecerle, por qué le acabaría haciendo mucho daño a ella y a otras personas. Tratar de explicarle que no le negaba el juguete porque no la quisiera, sino todo lo contrario. La quería demasiado como para comprárselo.

    Deja que la niña llore. Abrázala. Dile que todo pasará pronto, que se sentirá mucho mejor en poco tiempo. Cuéntale historias. Juega con ella. No le compres el juguete. Pronto dejará de llorar. La harás muy feliz. Será muy feliz. Lo será.


    Responder
WeLoversize no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta web por colaboradores y usuarios del foro.
Las imágenes utilizadas para ilustrar los temas del foro pertenecen a un banco de fotos de pago y en ningún caso corresponden a los protagonistas de las historias.

Viendo 1 entrada (de un total de 1)
Respuesta a: Mi experiencia con el tabaco
Tu información: