Y lo peor, anda que se le ocurre comprar un circuito de esos de videovigilancia de las películas, no, un cutre vigila bebés que eso falla más que nada.
Cuando ella era pequeña ni lo usamos porque siempre pensé que era una bobada, mejor estar pendiente y ser responsable, a saber si eso de verdad me iba a decir cuando mi hija me necesitaba.
Estoy indignada y totalmente en contra de la paranoia que le ha entrado a mi marido esta vez, entiendo que quiera protegerla de este mundo y de las cosas que pasan en él, pero deberíamos confiar un poco más en la educación que la hemos dado y en lo responsable y madura que es.
Se ha emperrado con que si la niña está rara, que si a ver si es que se está drogando, que si se conecta a páginas porno. Me dan ganas de contestarle que eso es lo que hizo o hubiera hecho él si hubiera podido y aquí estamos, casados y juntos.
No quiero parecer una madre despreocupada ni irresponsable, pero si fuera mi hija no me gustaría que mis padres me metieran un cacharro en la habitación para verme. Ningún padre quiere pensar que sus hijos hacen cosas que no nos gustan que hagan, si, tocarse por ejemplo, o tener sexo con su novio on line, pero es que eso forma parte de la intimidad de la niña y la máxima de que es nuestra casa y se hace lo que nosotros decimos, en este caso raya la legalidad. Veo que nos pide el divorcio y le dan la razón por tener unos padres tarados.
Desde luego no sería yo la que se pusiera a escuchar lo que sea que haga mi hija cuando cierra la puerta, solo me faltaba acabar yo en terapia y por su parte me parece fatal. La niña no creo que se esté desmadrando más allá de lo debido y claro que tengo miedo, mucho, con la de barbaridades que hay por ahí, peor intento que no vaya sola a los sitios y vuelva a casa acompañada y tenga la cabeza suficiente como para no meterse en líos, que por suerte ahora, las mujeres, tienen mucha información.
Si yo viera que la niña anda con drogas, con gente rara o tiene comportamientos extraños pues aún, pero coño que es una más, vamos a dejarle su espacio y a confiar un poco en los buenos padres que somos.
El discurso me está quedando genial por escrito y para vosotras, pero a ver como hago entrar en razón al cabezota de su padre, me da vergüenza contarlo a la familia para que me echen una mano, porque encima me voy a llevar la bronca por bocazas. Mi pobre hija, que culpa tendrá de la época que le ha tocado vivir, con cacharros para controlarla.
Decidme que lo voy a conseguir, que con una pala nueva de paddle se le pasa y todo volverá a ser medio normal en mi casa.