Reproducimos un testimonio que nos llega a [email protected]
Mi novio tiene una compañera nueva desde hace un año y la suele nombrar en nuestras conversaciones.
También sé que salen a tomar algo, con los demás del trabajo, o eso me dice y, de vez en cuando, le he visto que le llegan mensajes de ella por Whatsapp, pero nunca me ha generado malestar, hasta ahora.
El otro día, entre sus cosas, en el armario (que vi porque estaba guardando la ropa limpia), le pillé una caja de bombones, ligeramente escondida. La verdad es que me extrañó mucho y se lo pregunté, a lo que me respondió que eran para agradecer un favor, que le habían conseguido adelantar una cita médica, porque la persona tenía contactos y que era un detalle, sin más, pero no me dijo para quién era.
Por supuesto, se lo sonsaqué y me tuvo que haber cambiado la cara, dado que acto seguido vinieron un montón de excusas: ¿Ves por qué no te lo quería decir? Ahora te vas a enfadar, que es un detalle, nada más, no estés viendo cosas dónde no las hay, estás imaginándote historias… Es posible que sea así, pero me he quedado con la mosca detrás de la oreja y tengo la tentación hasta de mirarle el teléfono, cosa que nunca me había pasado.
No quiero volver a sacarle el tema porque le voy a confirmar que tengo unos celos enfermizos pero, realmente, me está matando la situación. Los bombones son un regalo romántico, ¿no podía regalarle una caja de galletas, o yo qué sé? ¿Acaso no empiezan así las infidelidades en el trabajo? Me estoy volviendo loca. ¿Estoy exagerando?