Mi primera vez en un local swinger

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    Loversizers on #949687

    Reproducimos el testimonio de una seguidora que ha escrito a [email protected]

     

    Mi marido y yo llevamos juntos 8 años. Nos conocimos en la universidad y desde entonces, todo fue surgiendo como se supone que debe ser: novios, casa, boda. Faltaban los niños, pero no teníamos ninguna prisa porque, si algo tenemos en común, es que somos disfrutones.

    Nos gusta mimarnos, viajar, el buen comer, los festivales, descubrir sitios nuevos… En definitiva, las experiencias y, sobre todo, el sexo.

    Mi marido tiene mucha libido, yo me suelo adaptar a él, pero es cierto que siempre toma la iniciativa. Hemos probado muchísimas cosas: hacerlo en público, habitaciones de tantra, BDSM, grabarnos, roles… Pero nunca habíamos metido a una tercera persona en nuestros juegos.

    Alguna vez lo habíamos hablado, pero a ninguno nos convencía la idea del trío o incluso de abrir la relación, lo veíamos como una especie de traición al otro y cada vez que salía el tema llegábamos a un punto sin salida. Sin embargo, todo cambió de rumbo cuando oímos hablar de los locales swingers.

    Estos locales se dedican a generar un espacio donde se dan diferentes prácticas sexuales, como el intercambio de parejas, tríos, orgías o vouyerismo (que te miren mientras lo haces). Nos llamó mucho la atención y nos pusimos a buscar, en plan fantasía, sin tener nada claro, pero luego lo hablamos más tranquilos y los dos pusimos nuestros puntos sobre las íes.

    Ambos coincidíamos en que no veíamos lo mismo abrir la relación que ir a un local. Abrir la relación suponía algo prolongado en el tiempo, un nuevo estatus, en cambio el local era una actividad puntual. En la relación abierta cada uno iba a su bola, pero en el local era algo que hacíamos juntos, un pacto para en el que ese día nos dábamos permiso de liberarnos un poco los dos. Dejamos claro que ir individualmente a un local así lo veíamos mal, que siempre sería preferible hacer algo allí en lo que participásemos los dos juntos y que, en caso de que uno de los dos se sintiera incómodo, pararíamos y nos iríamos rápidamente. A parte de por supuesto las normas básicas de higiene y seguridad. Cuando estaba todo hablado, reanudamos la búsqueda.

    Por lo que vimos, en este tipo de local generalmente sólo dejan entrar a parejas y a chicas solas. Es una medida para evitar que vayan babosos a aprovecharse del ambiente. Todos cobran entrada, que incluye una o dos copas, y tienes acceso a todos los servicios del local. Cada uno tiene su estilo, pero en casi todos hay piscina, duchas, habitaciones individuales, alguna terraza, salas temáticas y un bar donde te tomas algo para ir conociendo a la gente.

    En todos te tienes que registrar y te avisan que, al llegar allí, tienes que enseñar el DNI. Controlan mucho el aforo y hay normas muy estrictas sobre la seguridad, como, por ejemplo, te expulsan para siempre si te pillan consumiendo drogas.

    Decidimos ir a uno que anunciaba una fiesta temática de navidad. Nos registramos, nos pusimos guapos y nos fuimos dispuestos a pasarlo bien.

    De camino allí me empecé a poner nerviosa y a sentirme muy insegura. Hacía muchísimo que no ligaba y no sabía que tal iba a ir el tema, lo hablé con mi marido y me dijo que él estaba igual, pero que, tal y como habíamos dicho, nos podíamos ir cuando quisiéramos.

    Llegamos y después de pasar el control nos vino a atender una recepcionista de allí, nos preguntó si era la primera vez y se ofreció a enseñarnos el local.

    Al entrar al bar, ya había gente prácticamente desnuda. Había música y todo el mundo estaba riéndose y pasándoselo bien. Me había imaginado algo mucho más oscuro y turbio, pero aquello era una discoteca subida de tono con gente, en su mayoría, muy guapa.

    Todo el mundo te saludaba al pasar y no se cortaban en mirarte de arriba abajo, algunos ya estaban metidos en faena y solo te saludaban con la cabeza, me dio la sensación de que la gente allí se conocía.

    La recepcionista nos enseñó todas las salas, había cuarto oscuro, glory hole, sala de sado y, la que más me llamó la atención, una sala llena de espejos en la que por dentro te veías reflejado, pero desde fuera la gente podía mirar. Miré a mi marido y me sonrió aceptando la propuesta, pero quisimos tomarnos la copa antes de subir.

    Volvimos al bar y cuando nos estábamos acabando la primera consumición, se nos acercó una pareja que directamente nos dijo que les gustábamos y que si queríamos hacer algo juntos luego. Nos sentimos muy avasallados y les dijimos que aún no nos habíamos decidido, pero que gracias. Sonrieron y se fueron sin problema.

    Nos entró la risa por haber ligado y entonces pensamos que quizás lo que queríamos hacer en la sala de espejos, sería más interesante si metíamos a otra pareja en la ecuación, ya fuera para simplemente estar allí o para un intercambio. Miramos a nuestro alrededor y vimos a una pareja que nos encantó.

    Eran más jóvenes que nosotros, eso nos hizo pensar que quizás nos iban a hacer lo mismo que nosotros a la pareja anterior, pero después de cruzar un par de miraditas, se animaron a venir a tomar algo con nosotros. Estuvimos hablando y tomándonos la segunda consumición entre risas, explicando que era nuestra primera vez y todo lo que nos había pasado. Ellos nos dijeron que venían varias veces al año y nos contaron un par de anécdotas. Parecía que nos conocíamos de toda la vida y nos pareció súper interesante, entonces, desde esa comodidad, les pregunté si querrían venir a la sala de los espejos.

    Como respuesta, se terminaron su copa del tirón y nos hicieron el gesto de: “vosotros primero”. Nos preguntaron si queríamos compartir, a lo que mi marido y yo nos miramos sin estar seguros. Ellos se rieron y nos dijeron que ya iríamos viendo.

    Yo a estas alturas, entre la novedad, las dos copas y la situación, estaba como una moto. Llegamos a la sala y no había nadie en ese momento, así que entramos.

    Sonaba una música de fondo y olía muy bien, había incienso para generar un aura agradable y una especie de colchón redondo en el suelo, varios sillones tantra y unas cajas con condones y pañuelos.

    No tardamos mucho en ir a lo nuestro. Al principio cada uno con su pareja, pero después se fue dando la situación y acabamos intercambiándonos varias veces.

    El hecho de saber que me podían estar mirando me volvía loca, mi marido también estaba a cien y la otra pareja sabía muy bien lo que hacía.

    Nos lo pasamos los cuatro de maravilla y luego nos fuimos a dar una ducha y a relajarnos en la piscina. Cuando se hizo tarde se fue cada uno por su lado. No nos dimos los teléfonos ni quedamos en volvernos a ver, no sé si eso se hace, pero a mi me hubiera gustado.

    En la vuelta a casa, mi marido y yo comentamos la jugada y nos echamos unas risas.

    Al llegar a casa lo volvimos a hacer y estuvimos varios días con la libido por las nubes.

    La experiencia fue muy buena, pero no nos hemos planteado volver, al menos de momento.

    Si alguna de vosotras está dudando en probar, ¡os lo recomiendo!


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    Anónima
    Invitado
    Anónima on #949726

    Parece como si fuese redactado por un local para promocionarse

    Responder
    Pp
    Invitado
    Pp on #949734

    Pero si no pone nombre ni nada, como va a ser para promocionarse.
    joe últimamente no dejáis a nadie ni contar sus cosas o sus relatos o lo que sea

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    Moltobene
    Invitado
    Moltobene on #949812

    «Es una medida para evitar que vayan babosos a aprovecharse del ambiente»

    No entiendo, si solo van mujeres no son babosas ellas y no se aprovechan del ambiente? Si solo dejan mujeres es que se busca hacer trios de parejas solo con mujeres.

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    Raquelusky
    Invitado
    Raquelusky on #952988

    No pone nombre ni nada, pero es una manera de promocionar y normalizar estos lugares y prácticas de mi3rda. «Testimonios» y artículos como los chorrocientos que se han publicado de mujeres que venden sus bragas usadas a depravados y lo pintan como un chollo, historias normalizando el onlyf*ns y toda esa ponzoña machista que nos quieren vender como empoderante o de mentes abiertas.

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