Me mira como si fuera a ser una buena historia, como si mereciera la pena, como si mi cuerpo o mi alma no se hubieran usado hasta romperse, como si pudiera regalarle una fantasía hecha realidad. Ya me compraron antes ¿Lo sabías? Compraron lo que creían que podría ser, la fantasía, la magia de una persona sin planificar, la inocencia de una persona con el corazón en la mano y el cerebro bajo llave.

Compraron todo aquello que vieron sin pensar que en realidad no podría ser suyo, compraron e invirtieron en la novedad del jazz y el vino, en el calor de un beso a medio dar y en la fotografía de una historia de amor única pero nunca pensaron que esa historia no sería la suya.
Soy culpable, soy culpable y me arrepiento de haberme regalado a la atención, a promesas de un abrazo, a viajes de sabor con el único objetivo de poder viajar de vez en cuando y recuperar aquellos paisajes que un día me llenaron de calor.

Busqué y removí el mundo por encontrar aquellas sensaciones y acabé encontrándome a mí misma una y otra vez al otro lado del cristal que separa mi corazón y mi cabeza, con las manos vacías sin saber a qué puerta llamar la próxima vez.

Fueron malas o buenas, largas o cortas, pero mis dos historias de amor fueron de verdad, fueron llanamente utópicas, románticamente arrugadas y complicadamente sencillas en su forma más bella posible pero hoy me encuentro frente a este piano que lee que ya no sé qué sentir cada vez que uno dos notas. Me confundí, me extravié, me perdí a mi misma en el camino que debía llevarme a encontrar ese corazón que sabe latir por sí solo, me entretuve en las paradas donde el objetivo era pasarlo bien y los puestos eran coloridos y alegres. Me alejé tanto de lo que mi corazón me decía y lo acallé tantas veces que deje de oírlo y por más que lo llamo no puedo oírle contestar.

Quiero ser esa historia para él, lo deseo. Quiero perder mi mano en su pelo y que eso sea suficiente para transportarme, quiero morirme por dentro cada vez que se marche, quiero que me tiña la vida, no importa si lo hace mal, no importa si me deja la realidad a brochazos, pero quiero ser esa historia y quiero que la historia sea mía. No puedo seguir escribiendo historias que no me pertenecen, me siento vacía montando obras de teatro en las que siempre existe una persona que se contenta porque sabes darle esa magia que busca. ¿Tan malo es querer sentir esa magia? ¿Dónde está?
Me siento una autentica impostora regalándole palabras que me inspiran recuerdos de otros sentimientos, sentimientos que ya pasaron. Siempre escuché que necesariamente debes amarte a ti mismo para poder amar a otra persona, pero en el momento de mi vida que más cerca estoy de cumplir con esa primera condición es cuando más lejos estoy de alcanzar la segunda. Y de alguna manera no dejo de pedirme que no sea dura conmigo misma, que no me juzgue por buscar esa luz que un día dio un sentido maravilloso a mi vida.
Pero cuando más la necesito solo oigo palabras vacías, no porque lo estén, sino porque sé que las mías lo son. Todo el calor que podría darle, cada mirada que le dedicaría, cada palabra que le susurraría, cada detalle se puede desdoblar y haré que puedo amarle hasta que se convierta en su realidad, hasta que él lo crea, pero no por ello será mi realidad.