Reproducimos una historia que nos llega a [email protected]
Desde hace varios meses he estado bastante agobiada por el trabajo y algunas discusiones en casa, ya que vivo con mis padres por que lo que gano no me alcanza para independizarme, eso en general también me tiene bastante irritable. Todo coincidió cuando hace un par de meses, cuando una amiga a la que llevaba tiempo sin ver me escribió para ver si era capaz de salir a las 12 de la noche a tomar unas copas, la verdad que como me subía por las pareces acepté sin pensármelo. Me metí lo primero que pillé y me di un toque de rímel y pintalabios, no necesitaba más, porque el calor del verano ya estaba haciendo mella.
Tras la primera copa y vaciarse con todo lo que le estaba pasando, un antiguo conocido pasó por nuestro lado, yo a él si le reconocí, pero él a mi no. Al regreso del baño, y verme de frente, se sorprendió y me saludó con dos besos en la mejilla y un cariñoso abrazo. Saludó con cortesía a mi amiga, a la que conocía de vista y hablamos cordialmente de cosas superficiales, le pregunté por su hijo, de apenas un año, me mostró algunas fotografías y entre halagos y piropos de lo bien que estábamos, me comentó que su relación estaba quebrada y que se habían dado un tiempo para pensar. Me dijo que me escribiría para seguir en contacto y regresó al lugar que ocupaba junto a su hermana y cuñado.
Mi amiga se sorprendió, pues no sabía que lo conocía, y que habíamos mantenido contacto por tantos años, él es militar y está viviendo en Almería. Me reclamó que me lo hubiera guardado tan bien, pues era un partidazo de la ciudad antes de marcharse. Educado, servicial, un amor de hombre.
Cuando aparqué en la puerta de mi casa, las luces de un coche me deslumbraron. Era él. Me invitó a subir en el coche y dar una vuelta. Después de hablar un rato largo y tendido nos besamos y descubrí que lo que sentía por él estaba guardado en un lugar muy especial, y había revivido de repente. Comprobamos que la química que sentíamos y que la distancia había enfriado estaba más viva que nunca, así que decidimos darnos una oportunidad.
Él regresó a la costa y terminó definitivamente con su pareja, y yo bajé a Almería para pasar más tiempo con juntos. El caso es que la convivencia día a día hizo que lo que lo que sentíamos fuera en aumento. Casi un mes y medio después, me presentó a su hijo.
Sé que las cosas son difíciles, porque estoy cambiando mi vida por completo y la adaptación no es fácil. Ya me ha pedido que vivamos juntos, pero prefiero esperar un poco más (que se ventilen las sábanas). Lo que sí, es que ya he comenzado a buscar trabajo y tengo varias entrevistas para diversas tiendas de ropa. Si la cosa va bien y me contratan, me quedaré en su casa y compartiremos los gastos.
Hace unos días, me confesó que siempre estuvo enamorado de mí y que no tiene ninguna duda de sus sentimientos, al igual que yo tampoco de los míos. No cabe duda que la vida es muy caprichosa. Aún no consigo entender cómo permitimos que la vida nos separase y haber perdido tantos años de relación y de felicidad.
Como dice el dicho mexicano, “cuando no te toca, ni, aunque te pongas. Cuando te toca, ni, aunque te quites” así que ahora, nos ha tocado a nosotros ser felices.
Anónimo