Hola hermosuras! Primera vez que escribo un post y es que acabo de leer uno titulado “y tú, ¿perdonarías una infidelidad?” De Ceci Wallace y me he animado a compartir mi experiencia sobre el tema. El post es de 2017 pero acabo de verlo hace escasos diez minutos.
En mi caso yo fui la engañada. Llevaba con mi marido nueve años y teníamos dos criaturas pequeñas. Cuando aquello ocurrió estábamos pasando por la peor situación personal que hasta el día de hoy ambos hemos atravesado; problemas económicos muy serios, familiares y laborales. Hacia escasos meses que nuestro mundo tal y como lo conocíamos se había derrumbado. Decidimos ser fuertes y enfrentarnos a aquella situación con uñas y dientes, hasta que un día, de la forma más inesperada del mundo, descubrí que mi marido le decía por whatsapp a otra mujer que la quería.
Cuando leí aquel mensaje me quedé en shock, no quise curiosear toda la conversación, ni saber quién era esa mujer, sólo quería que mi marido me diera una explicación. Siempre habíamos sido una pareja muy unida y con total y absoluta confianza, teníamos nuestras discusiones, como cualquier pareja, pero la confianza era extrema, siempre nos lo contábamos absolutamente todo. Sé que cuesta creerlo pero os aseguro que así era. Así que, haciendo uso de esa confianza, preferí que mi marido me contara qué estaba ocurriendo a seguir con su teléfono en la mano, leer aquella conversación y sacar mis propias conclusiones.
Me acerqué a hablar con él ipso facto, le devolví su teléfono con la conversación de whatsapp abierta y le pedí que me explicase qué era aquello. Su primera reacción al ver que le había pillado, respiró aliviado. Me dijo que estaba conociendo a otra persona y que no quería seguir conmigo. Volví a quedar en shock y me marché. Fui al cole a recoger a mis polluelos, pasamos la tarde en el parque, volvimos a casa, cumplimos con todas las rutinas diarias de baño, cena, contar cuento, etc. Me quedé toda la noche levantada esperando a que mi marido volviera a casa para poder hablar con él, jamás hubiera sospechado que podría haber conocido a otra mujer, que pudiera engañarme, que hubiera dejado de quererme… pero aquella noche no pasó por casa. Era la primera noche en nueve años que no pasábamos juntos. A la mañana siguiente seguí con las rutinas diarias, llevar a mis peques al cole e ir a trabajar. Cuando volví por la tarde a casa vi que él había estado y se había llevado todas sus cosas.
Pasada una semana me escribió un whatsapp para decirme que necesitaba ver a nuestros polluelos y quedamos en que cada día iría uno al cole a recogerlos. Intenté quedar con él para hablar, tenía claro que si el no quería estar conmigo, yo no quería estar con alguien que no me quisiera, pero consideraba merecer una explicación, hablar sobre la separación y de cómo llevarla a cabo en nuestra situación. Fue imposible, no quería hablar del tema, ni verme, sólo quería pasar el mayor tiempo posible con nuestras criaturas. Desistí en intentar hablar con él, ya no para que me diera una explicación, sino para hablar de la separación; para ambos lo más importante eran nuestros hijos. Nuestro único contacto fue por whatsapp, con frases cortas y sólo para hablar de nuestros pequeños.
Pasados dos meses desde que descubrí aquel mensaje, una tarde que vino a casa a dejar a nuestros pollitos, después de que les contara el cuento y los metiera en la cama, ya no pude más y le abordé para hablar sobre la separación. Él no quería pero me enfadé, me puse histérica y le grite cómo jamás lo había hecho. No entendía qué había ocurrido, cuál había sido el problema… estaba totalmente hundida pero por el bien de nuestros hijos, necesitaba hablar de la separación.Necesitaba tanto cómo respirar empezar con el proceso de separación para comenzar una nueva etapa, para asimilar que nuestra familia se había roto. Mientras yo gritaba él no levantaba la mirada del suelo. Le dije todo lo que sentía, el daño que me había hecho, que no entendía nada y le insulté por cómo me estaba tratando. Él seguía sin levantar la mirada del suelo y yo, después de aquel tremendo espectáculo que monté, me derrumbé y me puse a llorar desconsoladamente.
Entonces él levantó la cabeza con la cara llena de lágrimas y me dijo “estoy avergonzado”. Lloramos ambos durante más de una hora, sentados en la cocina sin mediar palabra, hasta que él volvió a repetir que estaba avergonzado. Ya más calmados empezamos a hablar sobre lo que había ocurrido, me dijo que debido a la situación que estábamos atravesando, con la única intención de evadirse, un día se descargó una app de citas y había empezado a hablar con una chica. Que creyó haberse enamorado pero que se había dado cuenta de que lo que realmente le había ocurrido era estar intentando huir de los problemas que teníamos porque no sabía cómo afrontarlos. Me contó todo lo que había ocurrido durante aquellos dos meses con la sinceridad que siempre había estado presente en nuestra relación. Después de más de seis horas de conversación decidimos empezar donde lo habíamos dejado. Fue muy duro porque no se trataba de continuar con la relación dónde se encontraba hacía dos meses ya que habían ocurrido muchas cosas.
Acudimos los dos a terapia, tanto en pareja como de forma individual, tuvimos que trabajar de cero la confianza y la sinceridad pero todo aquel esfuerzo, trabajo y dedicación mereció la pena. Hoy, seis años después de aquel episodio, volvemos a tener una relación maravillosa que no cambiaria por nada del mundo.
Yo siempre había dicho que jamás perdonaría una infidelidad, que cuando la confianza se rompe es imposible recuperarla, pero hay situaciones y situaciones.
Mi marido actuó mal, se comportó de forma muy egoísta, fue el causante de uno de los mayores dolores que he sentido en mi vida pero lo entendí como un error. Un error de esos que muchos cometemos y que perjudican a quienes nos rodean. Había vergüenza y arrepentimiento por su parte. Había comprensión por mi parte. Había ganas de subsanar el daño causado. Había voluntad de segur luchando. Había amor