Hace unos meses escribí sobre mi madre en el foro, y os contaba un episodio en el que me había gritado y hablado de malas maneras después de ayudarla con un problema con su móvil. Pues bien, hoy ha habido lío otra vez.
Os pongo en situación: hace un par de semanas me hice mi primera manicura francesa en un salón profesional, me cobraron 20 euros nada más, para lo que suelen ser los salones de estética lo veo razonable (y supongo que lo es). Yo hago clases particulares a 10 euros/hora, 15 si son dos niños y 20 si son tres. (Recordad esto, es importante para luego.)
Hoy le digo a mi madre, «Me voy, que tengo cita de manicura.» Y ella, «¿Otra vez? ¿Pero cuánto te ha durado? ¿Es que te has quitado tú la pintura?» Y yo, «No, esto suele durar unas 2 semanas o así y luego te lo retocas.»
Y cuando me ha preguntado cuánto valía y le he dicho que 20, ya ha saltado. «Pero qué robo, a dónde vas pagando eso, pierdes dos horas dando clase para perder una hora de tu tiempo en limar y pintar, que vayan a robar al c**o de su madre» (esto último es muy nuestro, viene del catalán).
Cada vez que gasto dinero en algo que ella considera superfluo, o que dice, Esto en mi época no se hacía así, en mi época nos limábamos nosotras y nos retocábamos las uñas. Yo le digo, «Ya, pero en tu época había poquísimos sitios de estética, ahora hay muchos más, y 20 euros para unas uñas es barato dentro de lo que hay.» Pero nada, que no sale de sus trece, si no opina sobre todo lo que hago no es feliz (o parece que así sea).
¿Qué hago? Estoy perdidísima y me siento muy mal porque cada dos por tres hay gresca. ¿Tengo que aguantar desplantes/opiniones no solicitadas como ésta y discusiones por tener 30 años y no poder independizarme aún porque mis ingresos no llegan? Es posible, pero… tampoco quiero jugarme la autoestima.