Después de tantas decepciones y gente que se ha ido de mi vida de la nada, me he decidido a compartir unos consejos que he aprendido a lo largo de los años para evitar que esto suceda. O al menos, reducirlo.
Lo primero que aprendí a base de golpes es que, si siempre estás ahí, no te van a valorar. Si te ven siempre, no te echan cuenta. No les importas. Por eso, aunque tengas muchas ganas de estar con alguien, no le llames. No vayas. No seas la única que habla primero. Hazte desear. Haz que los demás te echen en falta, que te «necesiten» un poquito. Si siempre estás, irónicamente dejaran de notarte. Haz que se note de verdad cuando estés, y sobre todo, cuando no.
Otra cosa que he aprendido es que, lo que para mí siempre han sido unos gestos bonitos (contar cosas, proponer planes, etc) no gusta. Piden interés pero si lo das ya eres una «intensa» y huyen. Mi consejo, aunque me costó entenderlo, fue que hay que dar lo menos posible. A cuentagotas. Cuánto más des, menos tardarán en irse. Da migajas. Crea interés en la otra persona. Crea expectativas. Si das mucho, al final se mal acostumbran.
También, no aceptes todos sus planes. Aunque tengas ganas. Si siempre dices que si, le estaras haciendo saber a esa otra persona que ella «manda». Que da igual que te diga y cuando que vas a seguirle el rollo siempre. Demuestrale que no es así. Tú también mereces imponerte de vez en cuando.
No esperes a ser su última opción. No vale que se «acuerde» de ti solo cuando no tiene planes, tú tienes que ser el plan inicial. No seas el sustituto de una salida con colegas o un ligue que le dio plantón, por muy bueno que sea el plan que te proponga. Hazle saber que no eres una opción.
Hazle saber además que eres un bien valioso. Que si no te trata como debería, te irás a buscar a alguien mejor. No estés siempre disponible, haz que se esfuerce en ti. Haz que tenga ganas de pasar tiempo contigo porque no sepa cuando es la proxima vez que lo podrá hacer.