Relato I: Mi primera vez 7

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  • Científica empedernida on #152563

    Hola de nuevo!!

    Siento haber estado algunos días desconectada… ya sabeis, las vidas ajetradeadas que llevamos hoy en día.
    Sois algunas las que me habeis pedido una continucación de esta historía, así que me he animado a escribirla. Gracias a vosotras por los animos y las sugerencias
    Espero que os guste y que me digais si quereís más porque ya tengo algo rondando por la cabeza.

    «…
    El viaje hasta su casa se me hizo eterno, no podía parar de pensar en que íbamos a repetir esa tarde en la que yo sentí volar. Él de vez en cuando rozaba mi pierna izquierda, sobre todo cuando cambiaba de marcha y le miraba…le miraba con un deseo tal que hubiese parado allí mismo el coche. Cada roce de su mano en mi pierna me encendía más, yo también aprovechaba para poner mi mano sobre la suya o con cualquier excusa rozar su hombro y su brazo.
    Nuestras miradas se cruzaban y podía ver sus ojos brillar, estaba tan deseoso como yo de poder estar juntos. De besarnos, de acariciarnos, de sentirnos el uno al otro. Me lo decía esa sonrisa que me estaba regalando cada vez que se giraba para observarme.
    Menos mal que su casa no estaba lejos porque él iba conduciendo pero se veía de lejos que no estaba concentrado en la carretera. Estaba concentrado en mí…igual que yo lo estaba en él.
    Cuando llegamos a su casa, no pudimos parar de besarnos. Nuestra diferencia de altura no era un problema a la hora de que nuestros labios se juntasen. De hecho, me gustaba cuando me abrazaba y mi oído quedaba a la altura de su corazón. Podía escuchar sus latidos acelerados, ese corazón desbocado. Era una sensación que nunca olvidaré, me hacía sentir segura entre sus brazos. Él me acariciaba el pelo y siempre bromeaba con que le gustaba su olor.
    No sé en qué momento llegamos la sofá y nos seguimos besando como si nos fuese la vida en ello. Habíamos estado demasiado tiempo separados y no queríamos perder más el tiempo. Yo me senté en su regazo con las piernas abiertas, así nuestras caras y nuestras bocas podían quedarse a la misma altura y podíamos saborearnos mejor.
    Él me agarraba de la espalda atrayéndome cada vez más y yo notaba que mis bragas se habían empezado a mojar. “No te habías quitado las bragas?”, dijo en un momento en el que nuestras lenguas consiguieron separarse. “Ni de coña iba a subir a mi casa sin ellas”, le contesté riendo. “entonces tendremos que quitártelas…”
    Me tumbé en su sofá y poco a poco dejé que me fuese despojando de aquella prenda mientras me acariciaba las piernas, una sensación que me fascinaba y que me encendía aún más. “y tú?, no estamos en igualdad de condiciones”, le recriminé. “Es verdad, de hecho yo debería de pegarme una ducha y me gustaría hacerlo contigo”, sin darme tiempo a contestar me agarró de la mano y me levantó del sofá. Recorrimos el pasillo besándonos y quitándonos los zapatos como podíamos y al llegar al baño yo estaba en sujetador y él en pantalones cortos.
    “Vete entrando en la ducha y espera a que se caliente el agua. Yo voy a por toallas”, me ordenó. Yo obedecí quitándome la única prenda que me quedaba…me metí en la ducha y encendí el agua.
    Me asustó cuando entró detrás de mí acariciándome la espalda y pasando sus manos hacia la parte delantera de mi cuerpo…yo gemí en su cuello, echando mi cabeza para atrás. Me dio la vuelta y casi desfallezco cuando le tuve frente a mí. Desnudo. Preparado, sólo para mí.
    Mis brazos rodearon su cuello, invitándole a que me volviese a besar, sus manos acariciaban la parte inferior de mi espalda y mi culo apretando mi cuerpo contra el suyo.
    La sesión de besos no cesó en ningún momento pero se sumaron las caricias por cada rincón de nuestros cuerpos. Yo le acariciaba el torso, sus abdominales, él me pasaba sus manos por los hombros, por las escapulas, por la espalda,… todo esto empapados de agua y con algo de jabón.
    De repente, me dio la vuelta atrayéndome con un brazo y dejando el otro libre para tocarme mis pechos. Los pezones estaban duros como rocas, estaban deseosos de ser besados, de ser acariciados, me dibujaba formas en mi tripa y cuando yo pensaba que iba a bajar más, volvía desde mi axila acariciándome de arriba a abajo de nuevo…haciendo que mi deseo se incrementase junto con mi respiración.
    Estaba poniéndome a prueba, cosa que hizo durante todo lo que duró nuestra relación…le gustaba llevarme al límite y que se suplicase que me hiciese suya cuando ya no podía aguantar más. Me giró y me preguntó que qué quería. Siempre he sido mi altiva para hacer saber que no estoy al mando, así que ni corta ni perezosa me agaché y me deleite con esa maravilla que tenía entre las pernas. No lo había hecho jamás y le miré cómo pidiéndole permiso. Él asintió y se dejo hacer.
    No lo debí hacer muy mal porque pude oír como jadeaba, como lo disfrutaba…me tocaba el pelo y me decía que no parase en la vida. Me gustaba esa sensación de sentirme poderosa frente a él. En nuestra relación siempre era él el que llevaba las riendas y yo me dejaba llevar…me hacía sentir segura. Una seguridad que sólo sabía aportarme él. Pero en ese momento mandaba yo, yo era la que dominaba la situación. Cosa que no debió de gustarle mucho porque en seguida me levantó y me abrió de piernas. Me subió una de ellas y me tocó en el lugar preciso que yo quería en ese instante…gemí y jadeé sin importarme mi alrededor.
    Me sacó de la ducha como pudo, me secó con una de las toallas que había buscado y me llevo en volandas hasta su habitación. Ay, esa habitación. Nunca se me olvidará cómo era y los recuerdos tan íntimos que viví en ella.
    “Quiero hacerte mía”, me susurró entre jadeos en mi oído. “No aguanto ni un segundo más sin estar dentro de ti, sin poseerte y sin besarte”. Dicho y hecho. Me tumbó en la cama y se abalanzó encima de mi cuerpo, ese cuerpo que pedía el suyo a gritos.
    Llevo una de sus manos a mi zona más húmeda, se percató que yo ya estaba lo suficientemente lista para ser penetrada pero aún así se quiso deleitar jugando con mi clítoris y haciendo que gimiese de placer. Yo cerraba los ojos, sólo quería sentir. El único sentido que me hacía falta en ese momento era el tacto. El tacto de su mano en mi zona más caliente.
    Abrí los ojos al sentir que paraba, le vi poniéndose un condón y preparándose para entrar en mí. Dios, la sensación que tuve en ese momento fue indescriptible… me dejó sin palabras. Por fin tenía lo que tanto había deseado desde que lo probé. Por fin le tenía para mí. Era mío y de nadie más.
    Noté la presión al entrar en mí pero me dejé llevar, confiaba plenamente en él…como la vez anterior. Me gustaba sentir su vaivén sin dejar de sentir sus besos mientras le acariciaba la parte inferior de su espalda. Me gustaba sentir como se le tensaban los músculos y cómo me hacía participé de su excitación.
    Me volteó y me propuso quedarme yo arriba. Yo le miré desconcertada y sin entender muy bien lo que tenía que hacer… “No te preocupes, no te lastimaré, yo te voy guiando”, me dijo a la vez que volvía a introducirse dentro de mí. No sé en qué momento se aprenden estas cosas o por qué nuestro cuerpo sabe cómo tiene que hacerlas sin haberlas probado nunca pero empecé a moverme y fue una sensación de poder que me sigue gustando a día de hoy. Me sentí más segura que nunca.
    Él tocaba y acariciaba mis pechos y vi como cerraba los ojos un par de veces deleitándome con el placer que le estaba proporcionando…yo no podía parar de moverme y él me agarraba de las caderas para guiarme con el ritmo. Estaba experimentando sensaciones nunca vividas para mí, sensaciones que me llevaban al cielo con él.
    Sin dejar de besarnos y acariciarnos, mi cuerpo volvió a quedar debajo del suyo y él volvió a entrar en mí, agarrándome una de mis piernas y poniéndola encima de su brazo. De esta manera, nuestro contacto era aún más amplio y podía arrancar mil sensaciones de mi cuerpo. Noté cuando todo él se tensó haciéndome participe de que su momento estaba al caer, así que yo me centré en el mío y caímos los dos desfallecidos en la cama. Por supuesto, sin dejar de besarnos y de intercambiar nuestras miradas.»

    Gracias de todo corazón por leerme.

    Un saludo,

    La Científica Empedernida


    Responder
    AnaGR
    Invitado
    AnaGR on #152757

    Sublime, como siempre!!

    Responder
    Científica empedernida on #153612

    Gracias AnaGR!! Siempre hace ilusión que la gente te lea y sobre todo, que te digan que gusta…graaaacias!

    Responder
    leli
    Invitado
    leli on #153645

    Me tiene enganchada este relato, quiero mas por favor!!

    Responder
    Cuttlefish
    Invitado
    Cuttlefish on #154755

    ¿Y para cuándo una octava parte?? Esto no puede parar aquí!!!!

    Responder
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