Hola a tod@s!!

Sé que llevo unos cuantos días sin escribir pero quería pensarme bien cómo terminar este relato. Me ha dado mucha penita ponerle punto y final porque en él he puesto mucho de mí. Sobre tdoo, porque me he atrevdo a publicarlo. Con la buena acogida que han tenido hasta ahora lo que he escrito, seguramente, me anime a escribir más.Quizás alguna historia más personal y no tan inventada.

Bueno, lo dicho…espero que os guste el desenlace de este primer relato y que que sepais que los comentarios serán bien recibidos!!

«Pasaron los días, nos disfrutábamos el uno al otro. Nada se interponía entre nosotros. Aprovechábamos los ratos que su madre trabajaba para no movernos de su casa, aprendí un montón de cosas con él. Experimenté muchas cosas por primera vez y sentí un montón de cosas por primera vez con él.
El verano avanzaba, mis amigas y yo disfrutábamos de lo lindo en las verbenas de los pueblos cercanos. Porque sí, las a las amigas nunca hay que dejarlas de lado. Por muy enamorada que estés… lección gratuita para la vida 
Había noches que cada uno salía con sus amigos y que luego nos juntábamos todos juntos o que acabábamos nosotros dos solos. Él siempre me acompañaba a casa y esos paseos que dábamos desde la parada del autobús sin poder para de besarnos eran interminables. A veces coincidíamos con mi hermana, que nos llamaba desde el balcón porque había salido a fumar. Otras veces salíamos con mis primos y él empezó a ser uno más.
Pero mi rato favorito era ese camino de vuelta…siempre agarrados de la mano, abrazados, sin poder evitar no rozarnos, no tocarnos…éramos puro deseo.
Una noche estando bailando cerca de la bahía, me llamó la atención una chica. No paraba de mirarnos…él no se dio cuenta pero a mí me estaba empezando a incomodar. Hubo un momento que él me abrazó y yo no le correspondí…miró por encima de su hombro porque sabía que algo pasaba tras él. Era aquella chica, no dejaba de observarnos. Se separó de mí, me dio un beso en la mejilla y me dijo “ahora vuelvo”.
Fue en ese instante en el que caí en la cuenta de quién era aquella chica. Era ella. Era su ex, aquella chica con la que me había puesto los cuernos. Yo no la conocía personalmente pero algo dentro de mí, me decía que no estaba equivocada. Se me heló la sangre… qué hacía ahí? Qué quería? Y sobre todo porque él había ido tras ella?
Mi cara debió de ser un poema. Mi prima me preguntó si me encontraba bien pero no la respondí. Me quería marchar de allí, no quería verle con otra, no quería verle con ella. “Necesito que me acompañes a casa, no me encuentro bien”, fueron las palabras que le dije a mi prima para que me llevase a dormir a su casa. No me apetecía irme a la mía, mi hermana preguntaría y no estaba para dar explicaciones. Era yo las que las necesitaba.
A la mañana siguiente cuando volví a mi casa, mi hermana me dijo que él había llamado un par de veces. Necesitaba aclararme, no quería verle…no hasta tener ordenadas mis ideas. Llamé a mis amigas y nos fuimos a la playa. Allí les conté porque me había ido tan precipitadamente la noche anterior. Hubo opiniones de todo tipo pero quedaba claro que necesitaba una explicación.
Por la tarde, decidí llamarle y me invitó a su casa pero decliné la invitación. No quería tener sexo con él hasta estar segura de quien era esa chica y qué tipo de relación tenían. Quedamos en una terraza y le dejé hablar. Tampoco tenía mucho que decir.
Era ella, habían perdido el contacto pero ella había vuelto por vacaciones. Me juró y me perjuró que solo había amistad entre ellos pero que ella le necesitaba más que nunca, había sido un invierno duro y, al parecer, la chica tenía bastantes problemas familiares.
No es por ser egoísta pero algo dentro de mí me decía que esa chica no era trigo limpio y lo que buscaba no era un hombro de un amigo donde llorar. Y no me equivocaba.
Allí donde íbamos, allí que nos la encontrábamos. Siempre acechante, siempre haciéndome sentir incómoda. Nunca he sido celosa pero aquella chica quería lo que era mío y no dejaba lugar a dudas. Íbamos al cine, nos la encontrábamos en el centro comercial, salíamos de fiesta, casualmente iba con unos amigos,…
Él no parecía percatarse de la situación, esa situación que me incomodaba cada vez más. Cuando le decía algo, siempre me respondía que serían suposiciones mías. Igual tenía razón y me estaba volviendo un poco paranoica. Yo era con la que salía, yo era con la que se acostaba y yo era a la que quería.
Hasta que pasó
Fue una noche casi al finalizar el verano, habían montado varios chiringuitos en la playa y esa noche era la última en la que iban a estar abiertos. Habían montado una fiesta…imposible faltar. Iba a estar todo el mundo, esas fiestas habían sido memorables. Aún hoy si puedo me paso por allí porque me encantan.
Era una noche calurosa en la que me lo estaba pasando muy bien, bailando, bebiendo y disfrutando de la buena compañía. Todo eran risas, música alta y diversión a tope.
Me giré y allí estaba ella, acechante. Como siempre. Fingía estar pasándolo genial con unas amigas pero no nos quitaba ojo de encima. Yo me había cansado ya de esa situación y no sé si fue por el alcohol o por qué pero estaba dispuesta a decirle cuatro cosas.
Fue una de mis amigas la que me propuso dar una vuelta por la playa para que me calmase. Es verdad, no tenía por qué sentirme amenazada. Me tranquilizó bastante y decidimos volver con nuestro grupo de amigos.
Cuando llegamos a la zona de las terrazas de los chiringuitos, había amanecido y mucha de la gente se había marchado ya. Le busqué con la mirada pero no le encontraba por ningún lado. Me parecía muy raro que se hubiese marchado sin avisarme. No era propio de él.
Ella tampoco estaba y mi mente empezó a tener ideas que tenía que desechar de mi cabeza. Corrí hacia el grupo sus amigas y les pregunté por ella. Al parecer, se encontraba mal y se había ido para casa. Cosa que tenía que hacer yo.
Subí las escaleras de la playa bastante desganada, iba pensando en otras cosas cuando mi amiga, qua iba delante de mí, se paró en seco. “No mires, tia. Vuelva a bajar las escaleras”, me dijo mientras me empujaba hacia atrás. “pero qué pasa?”, le respondí yo. “no vas a querer verlo”, me respondió. “Dejame pasar!!”, la grité mientras la apartaba de mi camino.
Me quedé blanca. No supe cómo actuar. Al final del paseo, pude verles…abrazados, besándose. No había duda eran ellos. Corrí en dirección contraria todo lo que pude, lo más rápido que pude…oí a mi amiga gritar mi nombre, oí como él también me llamaba. Pero en ese momento solo podía dejar que las lágrimas corriesen por mis mejillas…necesitaba escapar.
No sé cuánto tiempo estuve vagabundeando por la calle hasta llegar a mi portal. Allí estaba él, sentado en el banco de enfrente. Esperándome. “No quiero tus explicaciones, me ha servido con lo que han visto mis ojos”, le dije mientras abría la puerta. Y cuando ya subía las escaleras dijo apresuradamente: “de verdad que lo siento, nunca hubiese querido hacerte daño”.
Y esa fue mi primera vez. La primera vez que me acosté con un chico, la primera vez que viví un montón de experiencias y, sobre todo, la primera vez que me enamoré.
Si os preguntáis qué pasó después…os diré que han pasando los años, coincidimos a veces cuando el vuelve a la ciudad. Algún año ha traído alguna chica pero sé, que en el fondo, se arrepiente de haberme perdido aquella noche»

Gracias por leerme y hacerme sentir genial en cada parte publicada

La Científica Empedernida