Empecé a trabajar en un sitio nuevo, llegué con nervios, pandemia, mascarillas y guantes. Mi jefe era bastante déspota,nos tenía agobiados pero allí seguíamos. Por fin podíamos ir sin mascarillas y empezamos a vernos las caras y con ello su actitud hacia mí empezó a cambiar completamente. Me cambió de puesto y de horario, trabajábamos casi todo el tiempo juntos. Él casado y yo casada, y me tiraba los trastos cada vez más descaradamente. Y aunque me escabullía no podría decir que me disgustase pero el dicho de la olla y la polla estaba grabado a fuego en mí.
Los compañeros se dieron cuenta que mi jefe yo le gustaba, y empezaban a murmurar que era su favorita. Siempre trataba de no quedarme a solas con él. Hasta que una mañana que estaba en el almacén haciendo inventario entró por detrás me rodeó con los brazos y lo tenía pegado a mí. Para mi bendición pasó una compañera caída del cielo y frustró algo de lo cual me hubiera arrepentido toda mi vida. Al dos siguiente renuncié a mi trabajo y no lo volví a ver más.
No se lo he contado a nadie,y no lo haré jamás, estoy trabajando en otro sitio y estoy muy contenta. Pero hoy ha venido a mi mente este recuerdo, yo le gustaba a mi jefe y él me atraía, un día más y hubiera ardido Troya y antes que ardiese y la cagaste haciendo más daño que bien decidí renunciar. A mi marido le dije que era muy estresante y que buscaría otra cosa y así fue, lo amo y no hubiera merecido que la fastidie. Y no me arrepiento.