El otro día vine por aquí para soltar sapos y culebras contra una concursante de Masterchef, en concreto Saray. Vergüenza debería darle al programa haber caído tan bajo fichando como concursante a un perfil propio de GH o La Isla de los Famosos. Y lo de ayer a la noche ya fue la gota que colmó el vaso.
La mujer se marcó unas galletas con batido en la primera prueba, tenían un montón de tiempo para hacer un postre en condiciones, y ella erre que erre con que sus galletas las mejores. Que no pondré yo en duda que no estuviesen ricas, pero que te estén diciendo que dejes de tocarte el coño casi toda la prueba y tú sigas diciendo que haces lo que te sale del potorro… pues como que no.
Y no soy yo la que suelo comulgar con las formas de los jueces muchas veces, pero esta mujer se merecía todo lo que le dijeron, ¡y más! Por su chulería, por retar ya no solo a los jueces sino también a sus compañeros y porque si quiere ir de abanderada de algo, no le hace ningún favor a nadie.
La invitaron a irse en la primera prueba, ella dijo que sí que se largaba pero no nos dio el gusto. Se quedó a la prueba grupal para negarles unos cuchillos a los compañeros del otro equipo. Porque vale, ella no era la capitana, pero bien que cizañó cuando llegó el momento de compartir. Ninguna sorpresa, la verdad.
El summum llegó en la prueba de eliminación. Ella ya llevaba todo el programa jodida porque le habían plantado el delantal negro desde la primera prueba y le dejaron clarinete que nada de lo que ocurriera allí la iba a salvar de participar en la prueba final. Se enfrentó a Teresa, que le preguntó si esos modales los había aprendido estudiando Educación Social, que si no te metas en mi vida que si tú eres una falsa… Bueno, un bochorno de momento. Se podía leer ‘reventada’ en su frente. Empezaron el cocinado y, en vistas de su comportamiento, sus compañeros optaron por no ayudarla ni un poquito. 20 minutos le dieron para cocinar una perdiz que venía con plumas y todo.
Ella, que al menos podía haberlo intentado, decidió marcarse el momento más incómodo de la historia de la tele. Hizo un mejunje asqueroso que incluso ella dijo que olía a pies y puso sobre él el ave tal y como venía en la caja. Adornada por unos pimientos y unos tomatitos cherry. La avisaron, cosa que no deberían haber hecho, de que no presentase aquel despropósito. Pero como ella de chulería va sobrada, pues se plantó delante de los tres jueces como una diva a punto de estontonarse.
Horrible es poco. Porque mientras Jordi Cruz soltaba el peor rapapolvo en 8 ediciones, ella tenía aun más que decir. Lógicamente, le enseñaron la puerta sin opción a réplica. Ella tuvo las narices de marcarse un meneo como despedida. Terrible.
Pero quizá lo peor no fuera todo el espectáculo que dio sino lo que se vivió en RRSS. Twitter ardía con lo que ya es llamado como ‘la paloma gitana’ (el plato de Saray) y muchos celebraban que se hubiera ido al fin. Aunque no pocos la apoyaron diciendo que había hecho bien y que para coño, el suyo. La gente ya está reclamando que la fichen para GH Vip o la próxima Isla, y ella retwittea todo muy digna y dejando una vez más constancia de que para ella lo de la cocina era secundario, terciario o más. Lo que le va es la tele, la movida, y hacerse unos poli-deluxe un viernes noche.
Aquí los que de verdad disfrutamos de la cocina y de Masterchef solo esperamos que no se les ocurra ni invitarla a la repesca. Ya que los propios jueces se disculparon por el error al haberla admitido como concursante, que sean consecuentes.
A ver si a partir de ahora tenemos un programa más de gastronomía y menos de salseo…