Reproducimos un testimonio que nos llega a [email protected]
¿Sabes esa sensación cuando sientes que estás corriendo una carrera y de repente todos te pasan por el lado como si estuvieran en una pista de Fórmula 1 y tú estás en una bicicleta oxidada? Bueno, eso es exactamente cómo me siento la mayor parte del tiempo. Como si estuviera corriendo a toda velocidad pero no avanzara ni un centímetro.10. Siento que voy atrasada en la vida
Supongo que todo comenzó cuando me gradué de la universidad. Todos a mi alrededor parecían tener sus vidas perfectamente planeadas: trabajos increíbles, relaciones estables, planes de viaje épicos. Y luego estaba yo, sentada en mi habitación, enviando currículums sin respuesta, tratando de averiguar qué demonios quería hacer con mi vida.
Verás, siempre fui de los que decían «no te preocupes, todo saldrá bien». Pero cuando te das cuenta de que estás a punto de cruzar la línea de los veintitantos y aún no tienes ni idea de qué estás haciendo, bueno, eso es algo difícil de aceptar.
Cada vez que abría Instagram, era como si estuviera siendo golpeada en la cara con los logros de todos los demás. ¡Mira a Sandra, viajando por Europa! ¡Oh, mira a David, ascendiendo en su trabajo como si fuera el jefe de la mafia! Y aquí estoy yo, viendo Netflix en pijama a las tres de la tarde porque es lo único que puedo hacer con certeza en mi vida.
Intenté de todo para salir de esta crisis existencial. Tomé clases, hice voluntariado, incluso probé la meditación, pero nada parecía funcionar. Cada día era como si estuviera atrapada en un bucle interminable de mediocridad, y no sabía cómo escapar.
Pero un día, algo cambió. Estaba hablando con un amigo sobre cómo me sentía, y ella simplemente me miró y dijo: «¿Y si no tienes que tener todo resuelto ahora mismo? ¿Y si está bien estar perdida de vez en cuando?»
Esa simple pregunta fue como un rayo de luz en medio de toda mi oscuridad autoimpuesta. Me di cuenta de que estaba siendo demasiado dura conmigo misma, comparándome con los demás en lugar de enfocarme en mi propio viaje.
Así que decidí darme un respiro. Decidí que está bien estar perdida a veces, que está bien no tener todas las respuestas de inmediato. Porque la vida no es una carrera, es un viaje, y estoy aprendiendo a disfrutar del paseo, incluso si a veces siento que estoy yendo un poco lento.
Comencé a enfocarme en las pequeñas cosas que me hacían feliz, en lugar de obsesionarme con el futuro. Empecé a aprender a cocinar, me uní a un club de lectura y comencé a hacer ejercicio regularmente. Descubrí que al tomar el tiempo para cuidar de mí misma, mi perspectiva sobre la vida comenzó a cambiar.
No estoy diciendo que de repente todo se volviera color de rosa. Todavía tengo días en los que me siento perdida y confundida sobre mi camino en la vida. Pero ahora sé que está bien sentirme así. Sé que eventualmente encontraré mi camino, incluso si eso significa tomar algunos desvíos y atajos en el camino.
Así que aquí estoy, navegando por las aguas turbulentas de la vida, con la esperanza de que algún día llegaré a la orilla y diré: «¡Lo logré!» Hasta entonces, estoy disfrutando del viaje, con todas sus altibajos, sabiendo que cada experiencia me está llevando un paso más cerca de donde quiero estar.