En el año 2017 por un sangrado vaginal y siempre haciéndome los controles ginecológicos me detectaron cáncer en estadio avanzado. Confiaba en que iba a ser un error, pero no fue así. Tres días más tarde me confirmaron el diagnóstico. Efectivamente, tenía un carcinoma de cuello de útero. A pesar de todo, tuve mucha suerte porque estaba muy localizado, no tenía ramificaciones ni extensiones en ningún otro órgano. Tenía en ese momento 23 años. Recién graduada, pareja estable y toda una vida por cumplir mis sueños. No os podéis imaginar la situación en la que estaba. Me sentía sola, dado que estaba en Barcelona buscando trabajo, mi novio en Valencia y mis padres en Alicante. Abandoné todo y me marché a mi pueblo en busca de apoyo y cariño.
Cuando me confirmaron el diagnóstico me dijeron que empezaba enseguida con el tratamiento, que iba a consistir en 25 sesiones de radioterapia, 6 de quimioterapia y 5 más de braquiterapia. Me dijeron que, si todo iba bien, a mitad del ciclo me harían una revisión y si iba bien continuaríamos con la terapia prescrita y que si no tendrían que hacerme una histerectomía, extirparme el útero, y después continuar con el tratamiento.
Tras la primera cita de quimioterapia y radioterapia, reaccioné bien. Tenía a mi madre y a mi tía delante, estaban más preocupadas que yo. Pero les decía que no se inquietasen, que iba a poder con la enfermedad.
El 2017 fue un año complicado, empecé a caer en depresión y sin ganas de nada. Todo iba a peor, las hormonas, el dolor en las relaciones sumándole el sangrado, el estrés, las quimios… Y todo esto, recordar que nunca podré ser madre ni volver a normalizar mis relaciones/deseos sexuales.
La única persona que estuvo a mi lado fue mi madre y mi amiga. Mi novio me dejó a los pocos meses, y no he vuelto a saber nada de él. Llegué a culparme a mi misma, intenté lesionarme todo para no sufrir del dolor. Lo único que me ayudó en aquel entonces (aparte del apoyo incondicional de mi madre) fueron los antidepresivos y las terapias con mi psicólogo.
Las cosas se complicaron a los 8 meses de tratamiento. Ese monstruo que llevaba ahí dentro no parecía disminuir, vamos, que parecía que todo el tratamiento no hizo efecto. Esto le hizo hacer pensar a todo el equipo médico a plantearse otra solución, se veían obligados a llevar a cabo la extirpación de mi útero, puesto que no hacerlo podría ser un verdadero riesgo para mi salud. Vuelvo a caer en depresión.
Yo soñaba con ser mamá de tres. Tenía los nombres y todo. Soñaba con ser abogada, casada con el que sería mi novio, ser madre de tres hijos. Pero no.
Mi entorno parecía estar de luto. Yo no hablaba. Nadie podía decirme nada, porque no sienten por lo que pasé, no lo han vivido en carne propia qué es tener un monstruo dentro alimentándose de tu cuerpo y negarte el derecho a cumplir uno de tus sueños.
Ya me daba igual seguir con vida. Pero luego, después de 3 meses tras la histerectomía, me replanteé mi existencia en este mundo. Lleno de oportunidades. Encontré trabajo relacionado con mi carrera, he entrado en una asociación de mujeres con cancer uterino, he compartido charlas en mi pueblo sobre la Cáncer, he pasado a ser una joven admirable, todos y todas me apoyan , estoy conociendo a un chico, es policía y de momento nos está yendo bien. Estos son los motivos que me han devuelto la ilusión, y seguir adelante.
En cuanto ser madre sin útero, es una triste y jodida realidad, pero eh! Ahí fuera hay miles de posibilidades de ser madre, la desventaja es no llevar dentro una vida y sentirla, pero que se le va a hacer? Existen soluciones prs ser madre: adopción o la gestación subrogada. Pero todavía soy joven, tengo 25 años, voy a vivir la vida, recuperar mis amistades, construir confianza con el chico que estoy conociendo, viajar, volver a conectar con mi familia.
Y hasta aquí todo, siempre me gusta compartir experiencias, y sobretodo consejos:
Quien padezca está enfermedad o cualquier otra crónica, lo primero que le diría es que se lo tome con paciencia y, sobre todo, que se apoye mucho en la familia. En estos casos la familia es fundamental. También le aconsejaría que vea la vida desde un punto de vista optimista. Sé que al principio es difícil, pero quiero decir que de las circunstancias más difíciles de la vida siempre se pueden obtener conclusiones positivas. Si uno es positivo y consigue observar las cosas desde un punto de vista optimista, todo evoluciona de forma mucho más favorable. Si uno es negativo y cae en la tristeza, el rumbo que toman las cosas también es peor.
A quienes pasen por un trance similar, les aconsejo que lloren las veces que necesiten llorar, no importa quién esté delante porque sea quien sea, lo va a entender. Y además, en estos casos, llorar es muy buena terapia, relaja muchísimo.
Como digo, me encanta compartir mi vida y ayudar a otras si es posible.
Muchas gracias por leerme.
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