Y lloras. Joder si lloras. Lloras muchisimo. Te pones Juancho Marqués en los auriculares, porque ahogar las penas con tantas frases de cruel realidad, tiene mas sentido que tu propia lenta autodestrucción.

Y aparece alguien, algo. No es el famoso amor propio que tanto deseas y que empiezas a desconfiar de su existencia, como si de un ser cuasi místico se tratase. Y ese alguien no es quien te acompaña en la cama fria, sola, abandonada. Ese alguien no es quien te coge de la mano, ni quien te dice que te quiere cuando en verdad solamente te necesita. No es ese alguien al que estas enganchada y solamente esta contigo por comodidad, y te hace sentir que te esta haciendo un favor.

Ese alguien es quien te coge
de la cintura y no te suelta. Ese alguien es quien te dice que tus ojos son lo mas sincero y puro que ha visto, cuando tu solo tendias a relacionar tus comunes ojos marrones con la mediocridad y la simpleza. Ese alguien que no te juzga, y que tu pequeño tic o tu nariz grande ni si quiera le molesta, es mas, le encanta.

Y te confundes. Te preguntas por qué yo, si nunca he sido suficiente. Te preguntas y ahora qué, arriesgarte, perderlo todo, caerte, agarrarte. Amar de nuevo, cuando para ti solo ha significado sufrir. Exponerse, cuando para ti solo ha significado destruir. Limitarse, cuando solo quieres algo eterno. Querer, cuando ni siquiera te quieres a ti misma. Y te sientes culpable.

Acaso tu acompañante no te dio todo. Y lloras otra vez. Porque abrirse a la jodida realidad, duele. Empuña el corazon, empaña los ojos. Te das cuenta de que eso no era amor, era un engaño. Y tu eres la primera farsante de esta historia. Eres la primera, por engañarte a ti misma, y por aparentar felicidad a malditos extraños estancados en el capitalismo consumista del amor que solo exigian su dosis inexistente de alegria y felicidad, cuando tu eres una perfecta actriz, comunista en el amor, en un escenario de destrucción.

Y ya no sabes nada. Solo intentas correr, porque andando te pillan los lobos de tu conciencia. Solo intentas volar, porque las aguilas vuelan solas, pero los cerdos van en manada. Solo vives, solo deseas, solo te abres sabiendo que una rafaga de aire cerrara inesperadamente tus puertas como si de una prision emocional se tratase.

Y vuelves a llorar. Y que ya lo dijo Juancho, morir esta noche me parece un buen plan.