Lucía salió con su novio durante 3 años y 3 meses exactamente. En ese tiempo, a pesar de que nunca fue una chica celosa ni le preocupaban mucho los comentarios de la gente, tuvo sospechas de infidelidades en varias ocasiones. Pero es que al final ya, no es que tuviera sospechas, es que él mismo se confundió al mandarle a un amigo un selfie comiéndole la boca a una chica y se la mandó a ella. Así que no se le puede acusar de desconfiada sino de todo lo contrario, porque fue sacarse a aquel muerto de encima y empezar a aflorar cientos de mensajes de amigas y de conocidas contándole lo que les había pasado con su querido novio.
Antes de seguir, sé que muchas de las que estáis leyendo diréis que sus amigas debían haberle dicho algo, etc. Muchas dejaron caer algún dato, pero al ver que ella parecía no querer saber nada, no siguieron adelante. Ella no les daba bola por la confianza que tenía (más en sí misma que en él, la verdad) pero si hubiera sabido que la cosa era así de grave, si hubiese escuchado. Hay que tener en cuenta que todo el mundo conoces a esa amiga/hermana/vecina que avisa a Fulanita de que su novio estuvo con Menganita en una fiesta dándose el lote y ésta, lejos de agradecerlo, se enfadan porque no se lo creen (o no se lo quieren creer) y finalmente quien se mete en medio es quien paga el pato. Así que, en el fondo, mucho de los casos son justificados. Y la mayoría, se perdonan por el miedo que las chicas pasaron a ser despreciadas por su amiga/conocida. La competencia entre mujeres está tan arraigada en la sociedad que muchas personas todavía acusan a la amiga que se “insinuó” antes que al novio que sucumbió a sus encantos y le echó la boca.
La primera en llamarla fue su mejor amiga. Una amiga común la había llamado y le había preguntado si debía contar a Lucía, ahora que sabía lo que había tenido en casa, el episodio bochornoso que aquella cucaracha ponzoñosa le había hecho pasar. Ésta le dijo que si, pero que debía haberlo hecho antes, pero ella, llorando, le dijo que no había podido por miedo a perder su amistad. Pues bien, esta chica se había encontrado una noche con el susodicho. Al verla despedirse de sus amigos y salir de una local del centro la siguió y, cuando esta le dijo que se iba para casa sola, él le dijo que no permitiría que una amiga tan importante para su novia se fuese sola. La acompañó andando un buen rato hasta su casa. Poco antes de llegar empezó a hacer comentarios sobre lo que le gustaba en la cama y cosas totalmente fuera de lugar. Al llegar al portal le comentó que, dado que había llegado sana y salva a casa gracias a él, podía agradecérselo haciéndole una “mamadita rápida”. Ella lo apartó de un empujón. Él sonrió y le dijo que, con lo buena que estaba, con una “pajita” era más que suficiente. Cuando esta le insultó y lo empujó con fuerza, ya que él se había acercado demasiado, él se rio y le dijo que era broma, que él era un hombre fiel y que nunca le haría eso a su novia, que la estaba poniendo a prueba como amiga. Esa noche no había dormido y nunca más quiso quedar con ella si no eran noches de chicas o tenía la certeza de que él no aparecería. Le había cogido una mezcla de miedo y asco y aun encima, como lo había disfrazado de broma, él la tacharía de loca si decía algo.
Pocos días después, una chica por Instagram le envió un DM contándole que se había enterado de que había sido la novia de ese chico durante años. Le dijo que ella había estado teniendo sexo por webcam con él desde la universidad. Llevaban ya 8 años quedando de forma esporádica. Ella vivía a más de 600 km y nunca se habían visto en persona, pero habían contactado a través de redes sociales y compartían fetiches. Hacía unos días, después de una intensa sesión de sexo a distancia, a él se le había escapado algo sobre su “ex”. Ella le dijo que nunca le había hablado de ninguna novia y él le dijo que no lo consideraba importante. Lo que ellos tenían no era formal ni real, así que no eran cuernos. Ella le dijo que no le perdonaba haberla hecho partícipe de una infidelidad. A él le dio la risa y le envió directamente el enlace del perfil de Lucía. Según él, después de su cagada con la foto de la “guarra” de hacía un par de noches, ya “se la sudaba lo que Lucía pudiese descubrir”. No pensó que realmente aquella chica contactaría rápidamente con Lucía para disculparse y para que supiera que, si tenía intención de darle otra oportunidad, no lo hiciera jamás porque, aunque no se tocaban físicamente, lo que ellos hacían, el grado de intimidad que tenían, era muy alto.
Pasando los días, a medida que iba viendo a unas y otras, todas tenían algo que decirle; desde un comentario que podría pasar por inocente, pero que las había incomodado, hasta una conocida, no muy amiga, que había dejado de quedar con las amigas comunes que tenían porque una noche, estando de fiesta, él le había ofrecido llevarla a casa y, de camino, aprovechando que se había dormido, le había cogido su mano y se la había puesto sobre su entrepierna. Al despertar le dijo que había sido ella y que, si quería seguir, no ponía objeciones. Ella se había sentido abusada, pero como había subido al coche, como había bebido… Pues no se atrevió a decir nada. Se bajó del coche y lloró durante horas.
Lucía no pudo hacer mucho más que redactar una lista de todo lo que le habían contado y enviársela a su madre, a su hermana y a la chica con la que se estaba viendo últimamente. Al menos ella sentía que debía advertir a las mujeres de su entorno de lo que tenían cerca. La nueva novia desapareció sin más. La madre no contestó, pero la hermana si lo hizo. Ella sabía la calaña que era su hermano. Sentía repugnancia hacia él, pero no sabía como advertir a sus presas sin parecer una loca. Y es que ahí está, la impunidad de un cerdo gracias a la culpa y el miedo a ser tachadas de locas o histéricas de las mujeres víctimas de su asquerosa existencia.
Luna Purple.
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