«Una vez que has estado en el espacio, aprecias cuán pequeña y frágil es la Tierra»

Estoy segura de que más de una conocemos esta frase y pocas sabríamos ponerla en boca de su dueña, porque siii, ¡es dueña! y, como estaréis presintiendo algo tiene que ver con el mundo de «Interstellar» (aprovecho cualquier tipo de ocasión para decir: «Matthew McConaughey, te quiero»). Así que, mujeres del mundo, el Herstory de hoy lo dedico a la primera de nosotras que viajó al espacio exterior : Valentina Tereshkova.

La astronauta más grande de todos los tiempos nació un maravilloso 6 de marzo de 1937 en Bolshove Maslennikovo (se las trae el nombrecito) en la URSS (ese nombre sí lo conocemos más, ¿no?). Sus familia era bastante humilde: tenía dos hermanos más, su madre era trabajadora de la industria textil, y su padre tractorista, aunque éste falleció en la Segunda Guerra Mundial (luchando contra los nazis, que no se nos olvide) cuando la Valen tenía dos años.

No tuvo educación regular hasta los 8 años y desde pequeña fue muy deportista, incluso a los 18 años ya hacía salto de paracaídas, una de sus grandes pasiones. Sin embargo, dos años antes, a los 16, hubo de dejar la escuela para trabajar en la fábrica con su madre, lo que no le impidió apuntarse a un colegio nocturno en el que poder seguir aprendiendo (a mi me flipa de verdad lo valientes, válidas y comprometidas consigo mismas y su conocimiento que son estas mujeres, y nosotras rayándonos por lo de Javi aún, tía)

Pero como Valentina es una todoterreno comenzó a interesarse también por la política y en 1961 fue nombrada Secretaría del Komsomol, que no es un súper de tu pueblo, sino la Organización Juvenil del Partido Comunista Soviético, lo que le abrió las puertas para futuros e importantes cargos.

El gran cambio de su vida comienza en 1962 cuando recibe la llamada del responsable del Programa Espacial Soviético y fue elegida entre las 5 finalistas para el proyecto de viaje espacial, entre más de 400 mujeres, debido a su preparación física, su experiencia como paracaidista y sus antecedentes proletarios. Este proyecto y su preparación tuvo que ser llevado a escondidas, ¡hasta en su familia! por toda la movida de la Guerra Fría contra EEUU (demasiado largo para contar aquí babies). En noviembre de ese mismo año, después de una rigurosa preparación (ósea imaginaos, supero TODAS las pruebas) fue admitida en la Fuerza Aérea Soviética y elegida definitivamente como la mujer que cambiaría la historia.

Ese cambio se produjo el 16 de junio de 1963. Valentina, con su apodo Chaika (que significa gaviota en ruso) y 26 años, subió a la nave Vostok 6: 70 horas de vuelo y 48 vueltas a la tierra, 3 días en el espacio exterior. Consiguió fotografiar varias capas de aerosol de la atmósfera y reprogramar un error en la trayectoria de la nave para conseguir que volviese a La Tierra (los pelos de punta, me la imagino rollo teniente Ripley), y así lo hizo (menudos ovarios), convirtiéndose en toda una heroína, haciendo de su misión todo un éxito. Tendrían que pasar 19 años hasta que otra mujer, Svetlana Savítskaya, siguiera sus interestelares pasos.

Como esta mujer no para, en su vida personal, se casó con otro astronauta y en 1964 nació su única hija (su matrimonio duraría 18 años, más tarde se casaría de nuevo hasta 1999, fecha de fallecimiento de su segundo marido)

Dedicó los años posteriores a su proeza, entre otras cosas, a estudiar Ingeniería Espacial en la Zhukovsky Air Force Academy y se graduó en 1969, llegando a doctorarse en esta misma disciplina en 1977. Mientras tanto participó en varias conferencias, charlas y reuniones internacionales en pro de los derechos de las mujeres, siendo participante en la Conferencia Mundial de la ONU con motivo del Año Internacional de la Mujer en 1975. Además, continuó su carrera político y llegó a ser miembro del Soviet Supremo y el Comité Central del Partido Comunista (lo más alto tías). En 1982 recibió el Premio Simba por su labor a favor del desarrollo de las féminas del mundo.

Entre sus premios encontramos también la Medalla de Oro de la Paz de Naciones Unidas, dos Órdenes de Lenin, el reconocimiento como Heroína de la URSS o el de la Órden de Alexánder Nevski.

En 2013, en el 50 aniversario de su viaje al espacio, expresó públicamente su deseo de viajar a Marte, y yo, de esta deslumbrante y maravillosa mujer ¡me lo espero!; como también espero que hayáis disfrutado de su historia tanto como yo, y os dejo, como empezamos, con la frase más mítica de su carrera:

«Cielo, ahí voy»

¡Gracias Valentina, por hacernos ver el rojo de las estrellas!