El mundo no deja de sorprenderme. No tengo yo muy claro si ciertas barbaridades de hoy en día son debidas a que cada rotación de la Tierra nos volvemos un poco más locos, o simplemente es que hemos llegado a un punto de no retorno del absurdo.

Todos alguna vez hemos buceando demasiado tiempo por internet y nos ha dado la impresión de haber tocado fondo. Ese mitiquérrimo momento de #nomásinternetporhoy. Bien porque se nos ha ido la bola enredando donde no debíamos – o stalkeando más de la cuenta – o en su defecto porque en una web random cualquiera leemos aquella noticia que nos hace cuestionarnos qué tipo de sociedad es esta en la que vivimos.

Y claro que dentro de este último caso del que os hablo están las fake news y toda esa vaina loca de noticias virales falsas, pero el asunto del que yo vengo a divagar no lo es. Vaya, que se hizo viral en cuestión de minutos y es verdad verdadera.

Ahí va el titular (no tiene desperdicio): ‘Gwyneth Paltrow agota la venta de las velas que huelen como su vagina‘. Lo habéis leído bien, la que fue actriz, ahora empresaria multimillonaria, sacó a la venta a través de la web de la compañía Goop unas velas con esta – digamos peculiar – fragancia y como no podía ser de otra manera, lo ha petado una barbaridad.

La ‘vagina candle’ es una realidad maravillosa y elegante, como podéis apreciar.

Ella, la que anunciaba ositos de oro con toda la delicadeza del mundo, la mujer con aspecto angelical, la más correcta sobre la alfombra roja… Ella, se marca unas velas de 75 pavazos con la descripción literal de ‘this smells like my vagina‘ (‘esto huele como mi vagina‘) y ¿cómo se nos queda la cara? No sé la vuestra pero yo todavía me estoy partiendo.

¡Con un buen par de ovarios, Gwyneth! ¡Ole tu… vagina! Lo que más me ha flipado de toda esta fantástica historia es que realmente Paltrow no estaba buscando precisamente una fragancia que le recordase al olor de sus partes íntimas. Fue pura casualidad. Un buen día, un experto perfumista le pide que opine sobre una combinación de aromas y a ella, muy sutil y natural, lo único que se le viene a la cabeza es que ese perfume es tal cual el de su chochet.

Como algo habitual, a ti se te acerca tu suegra y te pregunta si te gusta su nuevo y carísimo perfume recién comprado en El Corte Inglés y tú muy fina aproximas la nariz a su cuello y le sueltas: ‘¡Ufff, me encanta! Huele igualito que mi coño‘. No dejo de pensarlo y de imaginarme a la siempre correcta Gwyneth dejando al perfumista de pasta de boniato.

Según ella, su entrepierna no huele a cualquier cosa. No queridas, la vagina de una actriz de Hollywood no tiene la fragancia de Chilli Gel ni de nada por el estilo. A Paltrow la vagina – si lo pronunciamos con acento inglés mola más – le desprende un delicado olor a geranio, bergamota cítrica y cedro con unas notas de Rosa de Damasco y semilla de Abelmosco. Por si pensábamos que la única diferencia entre las personas de a pié y las celebrities era el dinero, estábamos equivocadas. Además de la pasta, lo que más nos define es el olor de nuestras vaginas.

Y lo mismo es que el resto lo estamos haciendo mal. Planteémonoslo así, porque aquí la que más o la que menos ha dado con algún salidillo que ha tenido a bien – o a mal – preguntarnos cómo nos huele el asunto. La reacción suele ser la de devolver la pelota: ‘pues me huele a coño limpio, ¿y a ti a qué te huele la polla, hijo?‘. ¡No, error! A la próxima seamos más inteligentes, hagámoslo a lo Paltrow.

Desde este preciso instante mi vagina desprende un claro olor a rosas frescas, azahar, lilas con una chispa de lima limón de las montañas. Que más que de un coño parece que estemos hablando de aliñar una ensalada o de hacer jardinería, según se vea.

Para las interesadas, la vela de Gwyneth está agotadísima, aunque en la web ya han avisado de que todos los que todavía quieran aromatizar sus hogares con la fragancia vaginal de la actriz pueden ponerse en lista de espera para futuros envíos. Si alguna se anima esperamos ansiosas vuestra opinión. Mi hogar por ahora continuará oliendo a los estupendos – y baratísimos – mikados del Mercadona.

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