Qué diferente vemos la estancia en un país dependiendo de si se trata de un viaje vacacional o una estancia indefinida, ¿verdad? Hay veces que te encuentras pensando solo en lo bonito que sería vivir la experiencia de vivir fuera, pero lo más inteligente, creo yo, es ser capaz  de adaptar esa mentalidad al hecho de que sobrevivir en el extranjero y no morir en el intento va a ser complicado si no tenemos en cuenta ciertos detalles.

Había escuchado historias de personas que vivieron durante un tiempo fuera pero no fui consciente de todo (lo bueno y lo malo) hasta que yo misma lo viví en mis propias carnes. Os pongo en contexto. Viví durante un año fuera de España, siendo au pair, concretamente en Irlanda. Nos imaginamos Irlanda como un país de extensas tierras verdes, música celta, y gente amable. Estamos en lo cierto si la describimos así. Es un país acogedor y precioso, lleno de belleza natural y sobretodo, oportunidades. Hasta ahí bien. La cosa se complica un poco cuando te dispones no solo a viajar, sino a vivir el día a día.

Mi ejemplo es el de Irlanda, pero podéis sustituirlo por otro país parecido (en cuanto a estilo de vida) y seguro que no hallaréis muchas diferencias de lo que os voy a contar:

  1. Hablan un inglés ¿raruno?

Sí, efectivamente. Tienen un acento muy muy muy pronunciado. Me fui de casa con buen nivel de inglés, sin ningún tipo de problema para desenvolverme hablando con extranjeros pero cuando llegué a Irlanda, encontré difícil hablar y entender al principio. Tienen un inglés difícil de comprender al principio, muy cerrado y en general hablan muy rápido. La parte buena es que esa dificultad te entrena para poder desenvolverte con mayor facilidad a la hora de entender cualquier otro acento.

  1. La comida no es exquisita.

Los fish and chips es el plato estrella, con eso lo digo todo. No recuerdo ningún plato típico que yo disfrutase. Basan su dieta en sándwiches, ensaladas sin aliño, verduras al vapor (zanahoria,  brócoli, judías verdes o repollo) y patatas hervidas con un trozo de mantequilla encima. Me costó mucho adaptarme a esto pero más aún a los horarios ¡¡Imagina a una española comiendo repollo hervido en la cena de las seis de la tarde!!

  1. Olvídate de ir al médico de la Seguridad social.

La sanidad en Irlanda no es pública. Hay que pagar entre 60-70€ por ir al médico de cabecera y 100€ por ir a urgencias.

  1. Transporte caro.

Descubrí que para poder moverme por la ciudad estaba bastante limitada. El abono mensual ronda los 140€ si mal no recuerdo y tampoco tienen metro. ¿Mi consejo? Píllate una bici.

  1. Es un país caro.

Transporte caro, alquiler caro, consulta médica cara…por no hablar de salir a disfrutar la noche. Una pinta de cerveza puede costarte  entre 5- 6 €. Cenar algo rico y que esté bien de precio es casi misión imposible.

  1. Olvídate de salir a disfrutar de un día soleado.

Hazte a la idea de que el 90% del tiempo vas a enfrentarte a la lluvia y al viento. Los días en los que descubres solazo te pueden confundir y hacerte pensar que por fin vas a conseguir un poco de vitamina D. Llévate el chubasquero porque lo más probable es que el agua te sorprenda por el camino.

Aun así y con todo esto en contra (cosas básicas como el transporte y la comida no me lo ponían nada fácil, creedme) aposté por el crecimiento personal que puede darte vivir una temporada lejos de casa. Aprendí más de mí misma en un año que en toda mi vida. Fui consciente de lo fuerte que era mentalmente y de todos los obstáculos que podía sortear valiéndome de mis capacidades, reafirmándome a la vez en mi autoestima y mi autonomía. Es algo que aconsejo hacer alguna vez en la vida, pues el impacto positivo que tuvo en mí fue lo mejor que pudo pasarme.