Digo lo de “normales”, pese a lo poco que me gusta el término, porque, siempre que confieso esta práctica en público, la gente se ríe. No sé si de mí o conmigo, pero se ríe.

Hace ya dos años que le escribí a Henry Cavill por primera vez. Lo vi muchísimo antes enfundado en su traje de Superman y, la verdad, me pareció un actor cachas más. Cuando me enamoré de él fue cuando hizo de Geralt de Rivia (os podéis imaginar mi disgusto cuando anunció que dejaba la serie). Bueno, matizo: de lo que estoy enamorada es de la imagen que él quiere trasladar, el personaje público que muestra, porque a él no lo conozco.

Le escribo de vez en cuando para decirle lo mucho que me gustó tal o cual interpretación, enviarle apoyo incondicional de fan cuando la industria le es poco favorable y hasta felicitaciones de cumpleaños. Me cuido mucho de escribirle algo fuera de lugar, por cierto, porque al hombre se le ha cosificado hasta la saciedad. Es obvio que está cañón, pero tiene muchas otras cualidades. De ningún otro actor “mazao” me he visto religiosamente todas sus pelis o series, como he hecho con él. Es más que físico.

A otro que le he escrito es a Bad Bunny. De él no soy tan fan, pero escucho con frecuencia su música. Me gustan muchas de sus canciones y, por algunas letras, le he atribuido yo sola el papel de renovar un género cuajado de estereotipos machistas. Cuando ha sacado algo que creo que cosifica o denigra a las mujeres, se lo he dicho con todo el respeto. La gente famosa debe de estar cansada de lidiar con las expectativas de la humanidad, lo sé. Y de que se le atribuyan responsabilidades que no tienen por qué asumir.

Ni una pista tengo de que lo lean, eso por descontado. Me conformo con tan poco que mi sueño erótico es que me dejen en visto. De adolescente me conformaba con que mi “crush” me enviase un “Llámame, que no tengo saldo”, porque con la tiesura y la timidez de entonces no había para más.

El fenómeno fan en la treintena

No, ya en serio. No espero que me contesten, pero sí que tengan curadores de contenido, community managers o cómo leches se llame que registren los mensajes y les trasladen una impresión general. No espero que nadie les diga: “Uy, mira, te ha escrito una chica que parece maja, ¿te la quieres tirar?”. Pero sí que alguien registre una reacción general a lo que dicen o hacen públicamente.

No siempre apunto tan alto. También sigo y admiro a personas que, con el mismo o más talento en sus correspondientes campos de actividad, no tienen tantísimos/as seguidores/as. Y, por ello, suelen ser más accesibles. Sigo a ilustradoras, cómicas o cocineras de recetas saludables con una comunidad creciente que aún te contestan si les escribes. Es más, a veces me han escrito a mí para agradecer una mención o que haya compartido su contenido. ¡Qué majas! Algunas agradecerán de manera genuina y otras porque se lo han dicho en su curso de introducción al marketing digital, pero bueno.

mensajes

Lo de mi Henry es otro nivel y, la verdad, a mí esto de ser una fangirl en la mitad de la treintena me ha pillado en fuera de juego. Ando metida en foros centrados únicamente en su persona, que ni famosos en general, y creo que me he visto todas las entrevistas que hay en YouTube. Espero no llegar al nivel de la amiga de Sexy Sadie que, según ella, “roza la obsesión y lo enfermizo”.

Las ventajas del fenómeno fan controlado

Creo que tener ídolos, a cualquier edad, es muy positivo. Les admiramos por lo que hacen, pero, probablemente, también por sus valores o por el éxito que proyectan. Si te inspiran, pues mira qué bien. Otra cosa es que idealices y te obsesiones, que es más chungo.

La psicóloga Meri Go, tiktoker, explicó en un clip que se hizo viral lo positivo de tener ídolos. Ayudan a afrontar lo tedioso (incluso lo triste) que puede ser el día a día a veces. Verlos/as en un concierto, en una peli o en redes sociales puede ser una motivación.

Escribirles, yo supongo, es parte de ese “estado fangirl”. Es una manera de profesar admiración y, si es desde el respeto y el cariño, ¿por qué no? Aunque jamás contesten, aunque a mi entorno le haga gracia.

¿Y vosotras? ¿Le escribís a alguna persona hiperfamosa?

Anónimo