Hace algunos días me cortaron la línea del móvil. No pagué y cortaron mi línea telefónica y mi servicio de internet. SÍ, ESTOY SIN MEGAS, AMIGOS. ¡Qué miedo para algunos quedarse “incomunicados”! Pues sí, de hecho muchos tenemos la popular NOMOFOBIA, palabra que significa: miedo a estar sin el celular (viene del inglés: No Mobile Phobia). Pues de estos días sin celular, he aprendido algunas cosas, que aquí les cuento:

  1. Existe un mundo fuera de la pantalla de tu celular: ¿A qué me refiero con esto? Pues a eso mismo. Mucho tiempo me la he pasado mirando como estúpida el mismo feed de mis redes sociales, llenando quizzes tontos, jugando Candy Crush, o eligiendo el mejor filtro para mi foto… mientras que en mis narices literalmente, ocurría la vida. Al ir a cualquier lado en coche, en lugar de mirar el teléfono, he mirado por la ventana la calle, la gente, la ciudad en la que vivo, y he aprendido a observar (ojo, yo no conduzco). De cuántas miles de cosas maravillosas nos perdemos por estar embobados mirando el teléfono.
  2. Existen personas reales, no solo contactos o seguidores: Claro pues, mi familia, mis amigos, mi pareja. Todos están ahí mientras yo miro mi celular. Pues estos días, obligada me vi a mirarlos, a conversar con ellos sin actualizar mis noticias de Facebook, sin estar twitteando mientras hablamos, a comer sin tomarle foto a mi plato para ponerlo en Instagram, o a poder socializar sin abrir el filtro de perrito de Snapchat. Aprendí a prestarle atención a quienes están alrededor mío.
  3. El mundo no se acaba porque no contestes un mensaje: Siempre he sido las que contesta relativamente rápido los mensajes. Es raro que yo deje a alguien en visto… solo a menos que vivas en un lugar con diferencia horaria, entonces sé que puedo responderte luego y lo leerás cuando te despiertes (o a menos que seas alguien “no grato” y nunca te contestaré). Ahora he aprendido que si alguien me escribe y no tengo internet, nada sucederá si le contesto horas después, o cuando me pueda conectar al wifi. Nadie se muere. Si es algo urgente, me llamarán. Las personas que DE VERDAD quieren comunicarse contigo, encontrarán la forma de hacerlo.
  4. Algunos amigos son más solidarios de lo que pensamos: No soy de las personas que anda pidiendo ayuda por la vida. No me gusta ser “fresca” o parecer que me aprovecho de la gente (es algo en lo que estoy trabajando, porque no está del todo bien…). Al estar sin internet ni saldo, en varias oportunidades he tenido que pedir la típica “¿oye me prestas para hacer una llamada?” o la frase célebre “¿me compartes internet?” Claro que en un primer momento me costó superar mis complejos y pedir ayuda, pero rápidamente aprendí que las personas son amables, y cuando son amigos, no ven como frescura el hecho de pedir algo que de verdad necesitas. Llamar a mi papá, pedir un taxi, mandar un mensaje, o avisar que ya estoy en camino… y mis amigos lo entienden y me prestan minutos y megas para poder hacerlo. Así como yo lo haría (he hecho y seguiré haciendo) si el caso fuera a la inversa.
  5. Existen prioridades: No siempre pagar el teléfono es el gasto más importante que debo hacer. A veces ayudar a algún familiar o completar el pago de mis estudios resulta prioritario frente al recibo del teléfono. También están las prioridades emocionales. ¿De verdad le dedicas tu ansiedad a ese mensaje que no llegó, o a esa foto que no viste? #bitchplease existen cosas más importantes a las cuales dedicarles tu atención.
  6. DONDE MENOS TE LO ESPERAS, ENCUENTRAS WIFI, para escuchar música no necesitas Spotify ya que siempre tendrás Radio FM, y para llamar SIEMPRE está la vieja confiable EL TELÉFONO FIJO.

Yo a la fuerza, y tú por decisión propia, podemos y debemos hacer de vez en cuando un detox de la tecnología que muchas veces sin darnos cuenta, nos abruma. En ocasiones nos confundimos y pensamos que un like es más importante que un abrazo, que tomar una foto es más importante que guardar un recuerdo en el corazón, que estar enterados de la vida de nuestros celebrities favoritos vale más que pasar tiempo con nuestros seres queridos (selfies me seguiré tomando porque para esos no necesito estar conectada a internet) 

Haz la prueba, y me cuentas cómo te va.

Autor: Mila Ancieta.