Deberían dolerme menos los 29 cuando en este último mes me han echado 2o-22 en más de una ocasión, pero no. Los 30-1 llegan en un momento de mi vida en el que todo está en constante cambio y ebullición. No sé qué será de mi mañana o el mes que viene, pero si algo me ha quedado claro estos últimos días es que debería estar eternamente agradecida por lo que tengo y me rodea. Bastan un par de palazos del destino para abrirte los ojos y asumir que quizás estás más hormonal y adolescente que a los 16, pero tienes la mejor familia y amigos del mundo.

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No me pongo sentimentaloide, que Loversize no está para eso. Pero no quería dejar pasar la oportunidad de quejarme acerca de lo vieja que soy y de agradecer a todos los que me aguantáis a diario incluso cuando no os he prestado la atención que merecíais. Los 28 se llevan consigo un poquito de mi infantil ingenuidad y confianza, pero estoy segura de que los 29 me harán mejor y más fuerte y podré devolveros al menos parte de lo mucho que me dais cada día.

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Ayer llovió en Madrid a pesar de los casi 30 grados nocturnos. Llovía mientras soplé las velas por última vez y pedí un deseo con fuerza. Sé que lo mejor está por llegar, que las cosas buenas solo acaban de empezar. Ahora solo hace falta un poco más de esfuerzo y aprender a disfrutar, porque aunque a veces la vida te haga sentir que nada merece la pena, lo cierto es que no hay nada más más gratificante y mágico que sentir que estás vivo y que tú, y solo tú, eres el que toma las decisiones y lleva agarradas con firmeza las riendas de tu vida.

Gracias a todos.