Sé que no soy la única a la que alguna vez rechazaron por su peso. Probablemente este texto llegue a muchas chicas que como yo escucharon alguna vez en su vida frases como ‘eres una persona maravillosa, pero no te veo como pareja’, ‘tienes una cara perfecta, ojalá acompañase el cuerpo’, ‘para follar si, pero como novia…no’.

Algunos me dijeron abiertamente que era por mi peso por lo que no querían ser mis parejas. Otros se inventaban excusas, pero yo rascaba hasta sonsacarles la verdad, que como siempre, estaba relacionada con la talla 50 de mis vaqueros. Hubo uno que me llegó a decir que estaba dispuesto a invertir en mi. Que con lo mona que era, si él me apoyaba con dieta y gimnasio seguro que me convertía en el pibón que él quería tener al lado. Sí, señoras, quería invertir en mi cual bono del Estado. Y yo en su momento pensé ‘qué buena persona’. Qué fuerte es eso de quererse tan poco.

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Lloré mucho. Lloré por todos y cada uno de ellos maldiciendo mis kg de más y mi suerte de menos. Me machaqué hasta obsesionarme con la idea de adelgazar para vengarme de todos aquellos que en su día me habían rechazado. Soñaba con una cola de hombres que volverían a mis pies a confesarme lo equivocados que habían estado al dejarme escapar.

Con la sed de venganza como el motor de mi motivación, perdí cerca de 30kg en muy pocos meses. Dejé de salir con mis amigos, evité restaurantes, me olvidé de las cervezas de los sábados. Mi única obsesión era que mi peso dejase de ser siempre el PERO a la hora de conocer posibles parejas. Quería ser delgada, quería mi cola de hombres esperando a ser rechazados por mi talla 38.

Y el momento llegó. Alcancé el normopeso y me aseguré de subir fotos de la nueva yo a mis redes sociales para que las vieran todos los interesados. No volvieron todos pero sí unos cuantos. Algunos más discretos que otros, me hablaban (después de meses desaparecidos en combate) para decirme lo guapa que estaba y lo bien que me sentaba el paso del tiempo. Uno que ni tan siquiera me había gustado en su momento me dijo: ‘ahora sí que estás buena’. Quedé con varios y casi todos mostraron un interés inusitado hasta la fecha. Mi plan había sido un éxito…

PUES NO.

Es cierto que muchos volvieron e intentaron conquistarme, pero la verdad es que en vez de alegría u orgullo, sentí asco. Me sentí sucia. No me aumentaba ni la mayor pizca de autoestima que aquellos hombres que anteriormente me habían rechazado por gorda, ahora se interesasen por mi. 

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Al principio pensé que me había vuelto loca y que estaba desperdiciando la oportunidad de mi vida. Tardé semanas en darme cuenta de lo que ocurría, y es que yo seguía siendo exactamente la misma persona a la que meses atrás habían tratado como basura. Que te deseen SOLO por tu apariencia es una puta mierda, exactamente igual que si lo único que atrae a la gente de ti es tu interior. Que lo ideal es un equilibro entre ambas cosas, y eso lo puedes encontrar con 60kg y con 100.

Porque solo estando delgada me di cuenta de que lo que te llena en una relación es que te quieran por lo que eres, no por el cuerpo que tienes. Y fue tras retomar las cañas de los findes y las pizzas viendo el fútbol que encontré a esa persona que me aprecia por dentro y por fuera. Un gordibueno, por cierto, al que le importa tres pitos que suba 3kg o baje 7, porque él sabe mejor que nadie que la belleza está en los ojos del que mira y que la venganza NUNCA es el camino.

Xiana P.

 

Imágenes de ‘So did the fat lady’