Hola.
Soy yo. Quizá no me conoces o no quieras conocerme, pero soy tu autoestima. Esa parte de ti que se muere por salir de tu cabeza y hacerte brillar. Llevas años encerrándome en una jaula de la que no he conseguido salir nunca, y que se encuentra en lo más recóndito de ti. Pero me vas a oír.
Estoy cabreada contigo. Quiero gritarte, sacudirte, darte de hostias y amarrarte a una silla para ver si por fin me escuchas. Porque parece que te importa más la gente que yo. ¿Y sabes qué? Eres gilipollas.
No, no te voy a pedir perdón por decirte eso. No voy a disculparme por ser cruel contigo, porque parece ser que eso ya lo haces tú bastante bien. Eres imbécil. Eres idiota. Eres la persona más tonta del mundo. ¿Te parece cruel?
Pues a mi me parece cruel que te mires por la mañana al espejo y te tapes, que encojas tripa y que te mires con cara de asco. A mi me parece cruel que no te hagas fotos ni te pongas bikini. A mi me parece cruel que vistas con ropa que disimule tu barriga o tus brazos. A mi me jode que pienses “es demasiado guapo para mi” o que no quieras quedar con un chico porque pienses que se quiere reír de ti.
¿Quién te crees que eres para juzgarte así? ¿Con qué derecho te crees como para decidir la imagen que los demás tienen de ti? ¿Acaso piensas que los demás te van a ver guapa si tu te ves como un monstruo?
Déjame decirte algo. Madura de una vez. Estoy harta de estar encerrada aquí viendo como te autoboicoteas y te desprecias. ¿Creías que te iba a decir que te quisieras y que eres preciosa? Estoy cansada de decírtelo, y sigues haciendo oídos sordos… así que vengo a decirte que eres imbécil , porque la vida es demasiado corta como para andar compadeciéndose de tener unos kilos de más.
Así que busca la llave, déjame salir y empieza a vivir de una vez, por Dios, que la vida está para vivirla, no para andar escondiéndose del mundo.
