Voy a decirlo claro. Me suda del papo (potorro, chichi o como lo queráis llamar…) lo que los demás piensen de mí. Ya está. Podría terminar aquí el post (pero creo que las jefazas me matarían, así que voy a explayarme un poco más). Siempre he sido diferente, bien sea por mi fase gótica rebelde en la que me pintaba los labios de negro o  porque siempre me he puesto lo que me ha dado la real gana y he tenido que aguantar miles de críticas digamos que poco constructivas. La cuestión es que siempre he tenido clara mi personalidad. Si me apetece un lunes voy con un vestido de florecitas y un lazo rosa en el pelo y el martes llevo una camiseta de metálica, unas converses rojas y una chupa de cuero. Es mi cuerpo, mi vida y mis circunstancias y voy a hacer con ellas lo que me de la gana. Siempre te vas a encontrar a personas que no les guste un determinado aspecto de ti. Que si estás gorda, que si te pones un bikini con esas lorzas, que a dónde vas con ese pelo verde o que si deberías comer un poco más porque estás demasiado delgada.

Y digo yo, ¿te vas a pasar toda tu vida pendiente siempre de lo que digan los demás? Porque si te gusta ponerte el pelo azul, porque te apetece y va en sintonía con tu personalidad…¿de verdad vas a dejar de hacerlo porque a tu madre no le gusta, o porque a Pepa, la vecina del 4º le gusta más rubio pollo?

Sé que al principio puede costar, sobre todo si tienes problemas de autoestima y estás buscando continuamente la aceptación de los demás. Pero créeme, el cambio sólo puede ir a mejor. Piensa que la mayoría de esas personas que se dedican exclusivamente a señalarte tus – no voy a decir defectos porque no lo son- características especiales, en realidad simplemente están proyectando. No se sienten bien consigo mismas y se dedican a hundir a los demás para así no sentirse los únicos enfangados en barro, así de simple.

 

Pero créeme cuando te digo que la vida es muy corta. Pero corta de verdad. Nunca volverás a ser tan joven como en este mismo instante, que por cierto, ya ha pasado. Todo es una cuenta atrás, cada movimiento del minutero nos arranca un trozo más de vida. El pasado ya es historia y el futuro es sólo una cortina de humo. Lo único que tienes es el aquí y el ahora. Tú decides si quieres pasártelo preocupada por lo que los demás piensan de ti.  Si vas a dejar que los prejuicios de gente cerrada de mente dicten como tienes que vivir tu vida.

Si te apetece acostarte con 148 personas, si te gusta alguien de tu mismo sexo, si te encanta tu cuerpo pese a lo que los demás digan, si te pones la ropa de tu abuela o llevas las cejas verde neón, es tu historia y eres tú la que escribe los capítulos. De lo único que tienes que preocuparte es de alimentar la curva de tu sonrisa.