Siempre he sido muy Miss. Recuerdo que un día estaba  jugando con mi prima mayor a que me concediese deseos, me preguntó que qué deseaba y yo a mis seis años contesté: la paz en el mundo. Ella se me quedó mirando como diciendo de dónde ha salido esta niña, y contestó: qué mona, pero tiene que ser algo que yo te pueda dar.

Y así he sido toda la vida, más buena que el pan. Y no creo que sea algo malo decirlo, es decir, siempre nos estamos privando de decir aquellas cosas buenas de nuestro carácter o físico para no parecer creídas/os.

El caso es que por ser así, a lo largo de mi infancia y de mi adolescencia tuve algunos problemas, no con las personas, sino conmigo misma. ¿Por qué? Pues por lo siguiente. Como me dijo una vez mi profesora de sexto de primaria (que al ver que iba a pasar al Instituto pensó que me iban a comer con patatas por mi carácter): Lydia,  se puede ser buena pero no tonta.

¿Tiene esta frase algún sentido? En aquel momento no supe muy bien a qué se refería, fue en mi adolescencia cuando enfrentándome a los problemas internos que os comentaba antes pude ir vislumbrando un significado en esa frase.

Y es que muchas veces ser tan buena me amilanaba frente a “amigas” que se metían con mi físico o mi forma de ser, y como era taaaaan buena cuando me cansaba de estos comentarios (porque aunque soy paciente tengo carácter), me recriminaban diciendo que yo no era así o que estaba cambiando para mal. En fin, personas malas que se aprovechan de otras personas que parecen “más débiles”.

Claro que no tienes que cambiar tu carácter para gustar a los demás, pero (desgraciadamente) hay muchas personas tóxicas y la adolescencia en un campo de minas de personas aprovechadas (supongo que cualquier edad lo es). Pero en esa etapa solemos ser más inseguras/os porque se está formando nuestro carácter y en general buscamos ser aceptadas/os (que en ese momento pensamos que es mejor que ser criticados y vapuleados por como somos verdaderamente).

El caso, es que ser una buena persona es algo maravilloso, el mundo necesita más amor y bondad. Pero también hay que quererse y defenderse de estas personas que se intentan aprovechar de cómo somos, creyendo que podrán tener a su lado a una persona que no se quejará, que aguantará sus insultos y sus mierdas y que siempre estará detrás de ella porque somos demasiado bobas/os para ser los protagonistas de nuestra propia historia.

Ser una persona bondadosa es una virtud pero no nos olvidemos del amor propio. Porque la primera persona con la que tenemos que ser benevolentes es con nosotros mismos.

Lydia Alba