No tardes demasiado porque me estoy haciendo cínica, desconfiada. Estoy perdiendo la capacidad de ilusionarme por las cosas, se me está oscureciendo el semblante, amarilleando la sonrisa. Estoy perdiendo el brillo en la mirada y la máscara de pestañas se me está borrando con las lágrimas.

Tengo miedo de que tardes demasiado porque estoy perdiendo la emoción por las pequeñas cosas, el sí a todo, el no al miedo. No tardes tanto o temo que sólo encuentres un vago reflejo de la chica que ponía a todos de buen humor cada lunes. No quiero que te pierdas a la chica de las bromas absurdas, a la loca que siempre está cantando, la que siempre ve todo positivo… No quiero que pierdas a esa chica porque está aquí, y te la estoy reservando para ti. 
No tardes tanto, mi vida, que quiero empezar lo antes posible a darte las más perfectas tardes de domingo. Te tengo tantas películas que sobrevalorar juntos y otras tantas para quedarme dormida en tu pecho. Tengo tantas mañaneras sonrisas que regalarte, tantas gripes que quiero cuidarte… Tengo las manos llenas de caricias que me muero por darte, y los besos que te tengo reservados me queman ya en los labios.
Tengo tanto, tantísimo, que darte y no sé por qué estás tardando tanto en venir a buscarme, amor… Si sólo con verte ya haces que la espera valga la pena. Si sólo un mensaje tuyo es capaz de iluminar mi día entero. ¿A que no pido tanto? Y sin embargo tengo tanto que darte a cambio… Dónde estás, tonto. Por qué te haces tanto de rogar si yo te puedo dar la vida más bonita y tú a mí la sonrisa más brillante.