Al parecer, hoy en día, el hecho de ir por ahí con un bebé ya es una provocación al resto de viandantes a que tengan la necesidad totalmente irrefrenable de acercarse a ti para explicarte qué haces mal (que suele ser, básicamente, todo lo que haces), qué deberías hacer (que suele ser, básicamente, lo que ellos/ellas hacen) y por qué no tienes ni idea de ser madre/padre.

Hace poco, el cajero del super al que suelo ir me sonrió un poco más efusivo de lo normal. No es que seamos amigos, pero soy una de esas señoras que habla con los empleados del super como si les importase una mierda mi vida, pero entendedme, a veces son las únicas personas adultas con las que hablo en el día, y este chico es muy majo y siempre me da un ratito de charla. El caso es que ahí iba yo con mi prole, mi carrito hasta arriba de pañales, leche, yogures, etc, cuando él me hizo un comentario que yo, como buena señora pesada, no entendí. Entonces se acercó a mí y me dijo que iba a ser papá pero que no podía saberlo todavía el resto del personal (ya sabéis, estaba a punto de renovar contrato y, ahora que el permiso de paternidad es de 16 semanas, les pasa lo mismo que a nosotras, que se van a la puta calle, como le pasó a mi marido, pero eso os lo cuento otro día). Yo lo felicité disimuladamente y le dije muy seria “Te voy a dar el conejo que hubiera agradecido que me dieran a mí, no aceptes consejos de nadie. Cuando tengas dudas hay lugares de sobra donde buscar información según lo que queráis hacer y, si no, tú sabrás a quien le pides consejo”. Se echó a reír y yo me fui pensando…

He parido 3 veces y, ni siquiera a la tercera, teniendo dos pruebas vivas de que algo debo de hacer bien, aún llevando las muestras vivientes mi obra a mi lado, he tenido que escuchar cómo la vecina de turno me dice “Qué tantos brazos, tantos brazos, ¡al carrito que luego se acostumbran! Y si llora mejor, que le crecen los pulmones, sino ¿de qué tantos niños asmáticos ahora? Pues de tanta mamitis consentida, que no los dejan llorar”. Hay que reconocerle a la señora una imaginación apabullante, pero por favor, váyase usted a la mierda.

“Tápate bien el pecho, que si te da un aire, se te va la leche”. Estaba yo en pleno agosto, 40ºC, la bebé pegada a mí como una lapa (con ventosa y todo, la pobre, de tanto que sudábamos), mis tetas como dos cabezas de grandes, mojándome entera de la subida exagerada de leche que me dio esta vez, y tenía que ponerme “un fularcito” tapando el escote por la calle… Que aún no nos dimos cuenta de que esas leyendas vienen de la opresión a la mujer, de que no enseñásemos nuestro cuerpo y de que no “aprovechásemos la excusa de la maternidad” para mostrarnos de forma natural.

“Si llora mucho en el coche, vas atrás con él en brazos y que te digan algo si quieren, que la criatura lo pasa mal”. Claro que sí, señora, mucho mejor que en caso de accidente pueda salir despedido a la primera por el cristal frontal que andar después teniendo que sacarlos de las sillas con la tensión de saber si estarán bien o no. ¡Así ya vas a tiro fijo! De verdad que no entiendo nada en absoluto. Cuando dicen “antes íbamos 5 atrás sin cinturón y no pasaba nada”, no, no te pasó nada a ti, pero si consultas las estadísticas de fallecimientos infantiles en accidentes de tráfico te puedes llevar una sorpresa (en mi caso, grata, pues llevo siempre los SRI bien asegurados en el coche).

“Si le das lo que pide por señas no hablará nunca, que se acomoda”. Esta me encanta porque me gustaría conocer cuántos casos de “niños acomodados” hay que con 18 señalen en con un dedo mientras se meten la otra mano entera en la boca y gritan “¡¡TÁ!!” para que les pongan un gin tonic. Las criaturas que tienen dificultad para desarrollar el lenguaje, lo que menos necesitan es la frustración de saber que, a pesar de sus esfuerzos, sus adultos de referencia no le van a hacer caso hasta que haga algo que no es capaz (todavía, en la mayoría de los casos) de hacer. Así que, ¿qué tal si dejamos de agobiar a las infancias y a las familias y les dejamos que se asesoren con profesionales y no con la vecina Paqui, que tuvo 5 hijos y todos hicieron carrera?

Después de 3 embarazos totalmente distintos, de tres partos que solamente se parecieron en que se hicieron eternos, 3 crianzas que (por las circunstancias y porque eran bebés con ritmos muy diferentes) fueron muy distintas, solamente sé que: Si le doy pecho, mal; si le doy bibe, mal; si porteo soy una hippie y si lo llevo en carro una vaga; si le doy purés una antigua y si hago WLV voy de moderna; si lo llevo descalzo una irresponsable y si le pongo zapatos veremos si son respetuosos porque lo mejor es ir descalzo… Finalmente la sociedad te viene diciendo que, hagas lo que hagas, está mal.

Pues mira, no sé quien eres, ni si das biberón o pecho, ni si tu hij@ gatea o repta, si va a escuela infantil o se queda con los abuelos (o has decidido quedarte en casa), pero quiero decirte que eres la mejor madre o el mejor padre que tu bebé podría tener. Lo estás haciendo bien, porque has tomado las decisiones que creías correctas bajo tu criterio y nadie debería ponerlo en duda. Mucho ánimo, que cuando menos te lo esperes, un consejo no pedido llamará a tu puerta y sino me crees, espérate a la adolescencia.