Mi pareja es tailandés. Nos conocimos en unas vacaciones en las que yo fui a Tailandia y me quedé más tiempo del esperado. Mi trabajo es nómada así que pude organizarlo para quedarme y más adelante volver a mi antojo.

Él es maravilloso, de verdad. Es un chico divertido, honesto, trabajador… Fue un flechazo cuando nos conocimos y, poco a poco, fuimos construyendo algo bonito. Llegó un momento en que la distancia empezó a ser un problema y yo me arruinaba al comprar cada dos por tres los billetes, que son carísimos, así que tuvimos que pensar cómo lo haríamos.

Él habla muchos idiomas, trabajaba en Tailandia de recepcionista en un hotel y vimos que no tendría problema en encontrar trabajo si decidía cambiar de país.

Vino de vacaciones a España, a ver que tal le parecía, si le gustaba y si se veía capaz de mudarse y crear una vida juntos aquí. Para mi suerte, le encantó. En una cena me dijo que había tomado la decisión de mudarse, de cambiar su vida entera, para venir conmigo y seguir juntos.  Ese día fue precioso, nos emocionamos los dos y nos dijimos cosas muy bonitas. Fue entonces, en ese clima de apertura emocional, cuando me habló por primera vez de ella

Me dijo que no quería dar un paso tan grande sin antes hablarme de una chica, que era un punto muy importante en su vida y que necesitaba contármelo.

Yo me quedé sorprendida, llevábamos casi un año viéndonos y jamás me había hablado de nadie ni nos habíamos estado viendo con más personas. Le escuché entre desconcertada y asustada, y me contó la historia de amor más bonita que había oído.

Me habló del pueblo en el que se crió y de su vecina, una niña con la que había crecido. Las familias se querían mucho y siempre pasaban mucho tiempo juntos. A los 10 años, esta niña se puso muy enferma, estuvo ingresada en el hospital mucho tiempo y creyeron que moriría. Él iba siempre a verla, le llevaba libros, peluches y regalos. Escribieron un diario juntos para tenerlo de recuerdo y se lo intercambiaban cada vez que iba a verla al hospital. Finalmente, la niña se curó, pero las facturas médicas habían ahogado a la familia y se tuvieron que mudar lejos. Ese momento fue muy doloroso para él y me lo contaba como si se le hubiese partido el corazón allí mismo. 

Durante el tiempo que estuvieron lejos, se fueron enviando el diario por correo, para seguir escribiendo, se lo quedaba un tiempo cada uno y luego se lo volvían a mandar. Estuvieron así hasta los 15-16 años, que acabaron los estudios y él quiso mudarse y buscar trabajo cerca de ella.

Se reencontraron y estuvieron juntos, como pareja. Estaban muy enamorados y fue una etapa en la que eran muy felices. Poco después falleció la madre de ella y eso les unió aún más, pero más o menos cuando él tenía 20 años, el padre de ella le dijo que quería hablar con él.

El padre le contó que él nunca iba a poder estar con su hija. Que él ya tenía cerrado un acuerdo dónde ella se iba a casar con otro chico y que consideraba que él no estaba a la altura. El otro chico tenía un buen trabajo, su propia casa y la mantendría él. En cambio, él tenía un trabajo precario, una habitación alquilada y muy poco dinero.

Aquí nos llevamos las manos a la cabeza, lo sé, pero eso en su cultura, al parecer es un punto y final innegociable y catastrófico.

Luego vinieron meses de dolor, discusiones, ella enfrentándose a su padre sin resultado e incluso un intento de fugarse. Pero al final nada salió bien, ellos tuvieron que romper y se separaron. Mantuvieron el contacto, pero mucho menos, estaban llenos de rencor.

Él se fue a la ciudad a formarse, a intentar triunfar y ser alguien “digno” para que el padre de ella le aceptase y cuando llevaba allí un tiempo, se enteró de que ella se había prometido. Lo entendió como una traición y dejó de hablar con ella varios años, en los que no fue capaz de olvidarla. Me dijo que se releía el diario buscando consuelo.

Poco después vio que ella se había casado y recuperaron un poco el contacto. Ambos seguían queriéndose el uno al otro, pero ella le dijo que también quería a su marido y que ahora tenía el deber de cuidar su matrimonio. Decidieron pasar a tener un contacto muy limitado y así estaban hasta hoy.

Cuando acabó, le pregunté si la seguía queriendo, y con toda la sinceridad del mundo, me dijo que él nunca iba a dejar de quererla. Que lo había intentado, pero que era algo demasiado grande y que no podía borrarlo de su vida sin más.

Eso me cabreó, le dije que entonces qué hacía conmigo y qué pretendíamos hacer si él se venía a vivir aquí. A lo que él me aclaró que me quería, que estaba enamorado de mí y que quería estar conmigo, pero que ese sentimiento por esta chica estaba dentro de él, aunque él no quisiera tenerlo. 

Le pregunté qué pasaría en caso de que esta chica apareciese de repente y quisiera estar con él, si me dejaría y se iría con ella. Y me dijo que sí, que, si pudiera estar con ella, lo dejaría todo, por más que le doliese. Pero que eso, era completamente imposible.

Era una situación que, según él, no iba a ocurrir jamás. Habían estado muchos años queriendo estar juntos y no lo consiguieron. Ahora él se iba a otro continente, ella estaba casada, casi no hablaban y él estaba enamorado de otra persona.

Le dije que no quería ser su segunda opción, y me dijo que era su primera opción, porque la verdadera primera era imposible. Me dijo que era como seguir queriendo a un marido que ha muerto, que sabes que nunca vas a volver a tener algo así y que no vas a olvidar la manera en la que le quieres, aunque sabes que no podéis estar juntos.

Todo esto me sacudió mucho, él volvió a Tailandia y me pidió que me lo pensase. Pasé por todas las etapas, negación, rabia, celos, la busqué por redes, incluso pensé en pedirle el diario para leer. Pero después de un tiempo separados, le vi sentido, lo comprendí y finalmente vino a España.

Llevamos cinco años juntos y está siendo la etapa más feliz de mi vida. Se adaptó perfectamente a todo, tiene muchos amigos, a nosotros no nos puede ir mejor, y, según sospecho, creo que pronto me va a pedir matrimonio.

Al empezar a sospechar eso, es cuando me ha vuelto a venir a la cabeza su historia y como, después de todo, estoy con alguien siendo su segunda opción, y soy feliz.