Pues la cosa es así, conocí a un chico en Tinder (que raro, no?) de un pueblo muy cercano al mio, no tardamos mucho en darnos los número de teléfono y durante un par de semanas hablamos por las noche hasta irnos a dormir. Digamos que se llamaba A.J. Pues A.J. era un chico con mucha conversación, abogado, opositor, hablaba 4 idiomas y además compartiamos el gusto por el cine. En todo el tiempo que hablamos por teléfono nunca hizo mención al sexo, cosa que es bastante raro en tio de 30 años, pero no le di mucha importancia pensando que quizás sería tímido o que no quería hacerme sentir incómoda.
El caso es que un día, aprovechando que tenía que ir a su pueblo por temas de trabajo decidimos quedar a tomar un café y todo fue muy bien, tímidos al principio pero luego la conversación fluia y yo estaba muy a cómoda, así que cuando me propuso hacerme un recorrido histórico por su pueblo acepté. Pasamos horas recorriendo las calles, paseando, charlando, riéndonos y viendo pequeños resquicios de la historia. En un momento dado me dice «¿Puedo besarte?», aunque yo estoy más acostumbrada que lo hagan sin preguntas (por eso del romanticismo y tal) le respondí que si entusiasmada, pero antes de hacerlo me suelta «Pero te aviso que no beso muy bien». Reconozco que aquí ya tenía que haberme saltado alguna alarma, pero de nuevo no le di importancia, tenía razón al decir que no besaba muy bien, al menos para mi gusto, pero bueno lo dejé pasar.
El caso es que seguimos paseando, se nos hizo tarde y vamos a cenar. Al salir del restaurante me pregunta que si me quiero quedar a dormir a lo que le respondo que si. Vamos a su casa y empezamos a besarnos en el sofá como dos adolescentes, que si camiseta fuera, uy que esto me aprieta y al final nos quedamos los dos desnudos. Aunque A.J. no era el mejor besador del mundo yo estaba más caliente que el pico de una plancha porque llevaba meses sin sexo, así que no note nada raro, hasta que intenté bajar mi mano para agarrar cierta parte de su cuerpo y me lo impidió. «Alerta amarilla: ¿Qué pasa aquí?» Bueno si no me deja con la mano, seguro que con la boca si, así que sin que pudiera pararme me puse a darlo todo, y yo se que lo hago bien, porque me lo han dicho varias … pero después de un rato… silencio. Paro, lo miro y ahí está como quien ve llover… como si no tuviera a una tia desnuda comiendole el nabo. «Alerta roja, Alerta roja: ¿Que coño pasa?» Pues señoras, después de preguntarle me dice que no siente nada, que no tiene ninguna sensibilidad en esa parte del cuerpo, que de hecho es raro que se haya empalmado porque no le pasa casi nunca, y que no puede follar porque se le afloja y se podría quedar el condón dentro (muy considerado de su parte eso al menos hay que reconocérselo), que mejor nos vamos a dormir. Os podeis imaginar mi cara… un poema. Porque no sólo no podía irme de allí sin quedar como una insensible, sino que habíamos andado tanto que no tenía ni puñetera idea de donde había dejado el coche, en un pueblo que no conocía. Así que nada… al menos esa noche dormí calentita y abrazada, pero hoy aún me pregunto… ¿Para que tanto número, tanto beso y tanto ponerme como una moto si al final ni podía ni quería?