Este mes hace 22 años que se estrenó la ya mítica serie “Sexo en Nueva York”. Mi adolescencia y principio de la madurez la viví como una más del grupo de Carrie. Me emocioné con sus éxitos y lloré sus fracasos como si de mis amigas se tratasen. Cuando hoy, cotilleando twitter, he visto que cumplían 22 años, no he podido evitar escribir este texto a modo de regalo por todo lo que nos enseñaron a una generación de chicas: nuevas reglas sobre las relaciones, la vida y nuestra sexualidad.
Con ellas aprendí que el sexo no es un tabú, que no es algo que nos tenga que dar vergüenza. Que puedes hablar del polvo de la noche anterior con tus amigas en un Starbucks y no por ello ser una descarada. También comprendí algo no menos importante: ¡las mujeres tenemos orgasmos! El sexo es vida, el sexo es libertad.
Descubrí que las mujeres podemos triunfar en la vida igual que lo hacen los hombres. Podemos dirigir bufetes de abogados, escribir sobre sexo y cobrar más que nuestros maridos. Podemos incluso decidir no trabajar para cuidar de nuestros hijos. En definitiva, descubrí que las mujeres podemos ser todo lo que queramos ser.
Me di cuenta que el amor no es como nos los contó Mr. Walt Disney – cuánto daño ha hecho este hombre a mi generación-. Entendí que no aparecería un caballero andante por el balcón de mi casa y me salvaría. Que tenía que luchar yo mis propias batallas. Y que, entre lucha y lucha, conocería gente interesante luchando las suyas propias. Y quizá, sólo quizá, nos acabaríamos uniendo en alguna cruzada.
Entendí que tu pareja no puede ser el centro de tu vida. Que no puedes ser feliz si solo vives por y para tu pareja. Me di cuenta que las amigas son igual de importantes. Y si me permitís una recomendación personal: Obligatorio una cena por semana con amigas y, mínimo, un viaje juntas al año.
Esas cuatro mujeres eran independientes, poderosas e idealistas. Y lo eran con vestidos de ensueño y tacones imposibles.
Crearon una forma de ver la vida en la que las mujeres éramos las protagonistas.
Y por todo ello, hoy que cumplen 22 años, les quiero rendir mi pequeño homenaje. Porque con sus aventuras conocí una forma de ser mujer que no sabía que existía. Y es ¡FABULOSA!
