Hay películas que fueron, son y serán un “chocolat” para el paladar visual y sensorial de algunas personas (entre las que me incluyo). Despertaron un hambre voraz para dar rienda suelta a la imaginación y a nuestros sentimientos y construyeron un modelo o forma de vida. Los años noventa y posteriores, alumbraron una nueva forma de hacer cine, de llegar a lo más profundo del ser y nos abrieron las puertas a un mundo lleno de utopías y amores imposibles con los que gustaba fantasear. Un cine cargado de temas amorosos, eróticos, terroríficos, fantásticos, pasionales y sucesos de toda índole.

En este caso, quiero hablaros de tres películas que marcaron mi adolescencia y posterior edad adulta. Estas son: Drácula de Bram Stoker (1992), dirigida por Francis Ford Coppola e interpretada por Gary Oldman, Winona Ryder, Keanu Reeves y Anthony Hopkins. La segunda de estas películas es The Crow (1994), dirigida por Alex Proyas y protagonizada por el gran ya fallecido Brandon Lee y, por último, American Beauty (1999) dirigida por Sam Mendes e interpretada por Kevin Spacey, Annette Bening, Thora Birch y Allison Janney.

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El hombre más afortunado que pisa esta tierra es aquel que encuentra el amor verdadero…

Esta mítica frase se asocia a Drácula de Bram Stoker. Todos conocemos la historia de Vlad Tepes “el Empalador”, un caballero rumano de la orden de los Dracul que liberó a su pueblo del asedio de los turcos. Se cuenta que Vlad, los empalaba mientras comía. Hacia el año 1890, el dramaturgo irlandés Bram Stoker, a partir de la leyenda, creó una de las novelas más terroríficas que se han escrito acerca de las llamadas “criaturas de la noche”. Éste la doto de un gran erotismo y pasión, hasta tal punto de ser censurada dada las circunstancias de la época.

En los años noventa, el director de cine Francis Ford Coppola, recuperó el libreto original y reunió a un gran elenco de actores que darían vida a esta gran novela. Como actor principal para encarnar el papel de Drácula encontramos a Gary Oldman; actor polifacético donde los haya, que supo como nadie alumbrar al vampiro victoriano dramático, roto de dolor y frustración tras la muerte de su amada. Es la encarnación de un “monstruo” que siente y ama. Su profunda maldad lo convierte en el compañero de un alma pura que pervierte y enamora a partes iguales: la joven Mina, interpretada por Winona Ryder. De apariencia angelical, se convierte en una “seguidora lasciva” en busca de un amor verdadero que le lleva a dividir su corazón. El joven Jonathan Harker, (Keanu Reeves) un caballero inglés sin apenas experiencias vitales y por último, un doctor Van Helsing (Anthony Hopkins) que dará caza al vampiro convirtiéndose en el verdugo de Dios.

Todos aquellos que sean amantes del cine no podrán discutir la calidad cinematográfica de esta película la cual, marcó a muchos jóvenes (entre los que me incluyo) y no tan jóvenes, no sólo por su temática tan atrevida sino también por su música y ese ambiente tétrico-gótico que tan de moda se puso y que tantas vidas cambió. Una historia de amor que a muchos nos hubiera gustado vivir y, que en definitiva es una verdadera obra de arte.

Siguiendo el camino de “baldosas amarillas” y de historias de amor que acaban en tragedia, señalamos otra de las películas que marcó los años noventa y que tras la muerte de su protagonista se convirtió en película de culto: nos referimos nada más y nada menos que a la película El Cuervo de Alex Proyas.

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No llueve eternamente. Otra mítica frase que sólo podemos relacionar a esta fantástica película.

¿Quién de vosotr@s no ha deseado ser empotrado por el buenorro de Eric Draven? Seguro que a todas alguna vez en vuestra vida habéis deseado ser amadas por ese pedazo de melenas de ojos verdes y de aspecto “malote” que lucharía por el amor hasta la muerte y lo digo literalmente: le pegan dos balazos, lo mandan a criar malvas y vuelve sin apenas despeinarse. Pues eso exactamente es lo que pasa en esta película. La acción se desarrolla en Los Ángeles. Una pareja de jóvenes picarones decide casarse la noche de Halloween (¿no tenías otra fecha, bonicos míos?). Casualidades de la vida, el idilio de esta bonita pareja llega a su fin la noche de bodas. Un año más tarde, Eric regresa de la tumba para cargarse a los asesinos de su novia y lo hace de una forma magistral. En todo momento, las acciones son acompañadas de escenas cargadísimas de acción y una banda sonora fantástica que hace estremecerse hasta al más insensible. Aunque suene a topicazo y dramón, tras la muerte de su prota, la película se convirtió en un film de culto que volvía locos a todos los adolescentes de la época y con toda la razón porque la estética gótica y lastimera de un muerto que vuelve a la vida para vengar, una vez más, la muerte de su amada, mola, y si encima es un vengador buenorro, mola mucho más, ¿a que si? CLARO!Querido Eric Draven: te recordaremos con cariño (y con más cosas).

Para finalizar con este super post (y muy molón, además), no podemos olvidar otro icono de la adolescencia de estos años. La película erótico-festiva American Beauty, dirigida por Sam Mendes.

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¿Qué decir de esta peli? Pues para seros sincera, es una “americanada” total pero tiene un toque de perversión que… ¡AY MAMÁ!. Digo que es una americanada porque su protagonista es un cuarentón que está pasando una crisis y que está harto de la vida que lleva, de su trabajo y de su señora hasta que un buen día conoce a la amiga maciza de su hija y su entrepierna comienza a reaccionar considerablemente (yo también reaccionaría ante semejante pivón). Éste, comienza a intentar seducirla de la manera que sea. Entonces es cuando empieza a subir la temperatura. Nuestro prota comienza a fantasear con la colegiala en cuestión y nos ofrece “la fantasía calenturienta” de un ser hastiado y enmohecido por unas relaciones que lo llevan al más estrepitoso fracaso existencial y emocional y a una rutina vomitiva. ¿Quién no ha soñado con ser la protagonista de la mítica escena de Mena Suvari cubierta de pétalos de rosa?. No podéis negar que incita a más de un@ a relamerse y a fantasear con esa escena en nuestras carnes…¡ñam!

En definitiva, una fantasía sexual digna de hacer realidad, señores, o ¿no?

Gracias Miguel por inspirarme para escribir este post ;)

Alejandra López Aguilar