El otro día una compañera de WLS comentaba en un artículo que, según la ciencia, en invierno se follisquea menos. Yo no me lo creo, sólo hay que fijarse en la cantidad de peña que cumple años en agosto y septiembre. Total, que he hecho un llamamiento para confirmar que la Navidad es la época perfecta del año para darle a la zambomba ropo pom pom, ropo pom pom. Varias lectoras nos cuentan sus polvos navideños más memorables, y qué queréis que os diga, pero a mí me han subido los calores. He hecho una selección de mis favoritas, así que ya sabéis, si queréis compartir vuestra historia (relato, follodrama, whatever), somos todo oídos.

  1. Me follé a mi novio en la cena de nochevieja

«Todos los años tenemos la tradición de ir a casa del otro en uno de los días importantes. Si el viene en nochebuena a mi casa, yo voy a la suya en nochevieja y viceversa. Ese año le tocó a él venir el día de nochevieja.

La casa de mis abuelos (donde celebramos siempre las fiestas), es muy grande. Tiene tres plantas, la de arriba de todo es una especie de ático muy pequeñito en el que a veces nos quedamos a dormir. El caso es que mientras los peques jugaban y los mayores cocinaban, mi chico y yo estábamos en el salón hablando con mis primos. Me empezó a acariciar la pierna por debajo de la mesa y yo me encendí muchísimo. Después fue subiendo más y acabó metiendo las manos por debajo de mis medias, aprovechando que llevaba un vestido.

Llegó un punto en el que no pude más y subí a la planta de arriba, le envié un WhatsApp para que viniera y follamos mientras todos estaban hablando y riendo abajo. Fue uno de los mejores polvos de mi vida.»

  1. Polvazo en una casa rural

«Por Navidad mi hermana me regaló una “caja de experiencias” de esas con noches en casas rurales, restaurantes, experiencias, etc. Decidí irme sola a una casita rural de un pueblo de Galicia porque por aquel entonces no tenía pareja y me apetecía desconectar, estaba pasando una mala racha.

Pues imaginaos mi cara cuando llego y veo que el hijo de los dueños de la casa es un pibonazo de dos metros con pinta de leñador y empotrador. Empezamos a hablar inocentemente, le dije que quería desconectar, que estaba soltera desde hacía poquito y pasando una mala racha, y no sé por qué (bueno, sí lo sé, porque estaba cachonda), le dije que si quería quedarse a tomar algo.

Me comió como en mi vida, y nos pasamos toda la noche haciéndolo. Al día siguiente yo me volví y no supe nunca nada más de él. Si me lees, un bikiño.»

  1. Orgasmos en el lago

«Tengo una tradición con mi grupo de amigos y es que todos los años pasamos un par de días en un pueblo que hay en nuestra ciudad con un lago precioso (de verdad, preciosísimo). El año pasado, una amiga trajo a su primo porque el muchacho no conocía a nadie de nuestra ciudad y estaba pasando la Navidad con ella y su familia. Desde que le vi me hizo tilín.

Ya os imaginaréis, pero bueno, entre la cerveza y las copas que bebimos, acabamos borrachísimos haciendo el amor en el lago. No sé cómo no nos helamos de frío, supongo que estábamos demasiado excitados. Eso sí, yo creo que sin alcohol de por medio ese pollón no me habría entrado. El ron me dilató la vagina, porque de verdad era descomunal.»

  1. Sexo delante de un amigo

«Unas navidades estábamos hablando en mi grupo de amigos sobre sexo y uno de ellos comentó que le pondría muchísimo ver a dos personas follando. Estuvimos con la coña todas las fiestas y la noche de fin de año decidimos hacer su fantasía realidad. Mi amigo y yo tenemos mucha confianza, pero cero atracción, así que le dije que si conocía a un chico esa noche de fiesta, le propondría hacerlo en su casa para que pudiese mirarnos. Sé que parece surrealista pero bueno, somos bastante liberales y no es lo más “salvaje” que he hecho. No os penséis que entraba a los tíos diciendo “oye, ¿follamos mientras nos mira un amigo?”, simplemente lo comentaba en la conversación para ver la reacción.

El caso es que tras unos cuantos rechazos y ya a puntito de tirar la toalla, un chico que me hizo tilín nada más verle me dijo que vale, que le molaba la idea. Acabamos la noche en casa de mi amigo follando mientras él nos miraba y se pajeaba. Fue súper excitante. Si tenéis alguna fantasía os recomiendo decirlo, no os quedéis con las ganas.»

  1. Chocolate navideño

«Pues no es una historia súper rara ni nada, a mi me parece hasta un poco romántica, pero la recuerdo como un polvo bonito, romántico y excitante. Estaba haciendo un roscón de reyes porque en mi familia somos muy cocinitas y nos gusta hacer los postres a nosotros, y mientras cocinaba mi novia llegó a casa. No sé qué se le pasó por su cabeza pero se lanzó a besarme. Yo estaba con la cara sudada, los pelos horrorosos por estar toda la tarde cocinando, la ropa llena de harina, azúcar y chocolate. Igual cuando más “normales” estamos, más confianza desprendemos.

Sea como sea acabamos comiéndonos, follándonos y corriéndonos en la cocina de casa, y acabé con chocolate por todo el cuerpo. Después seguí cocinando (no sin antes lavarme las manos), y nunca me ha salido un roscón tan rico como aquel año.»