¿A qué huele Madrid?

Me encanta escaparme a Madrid siempre que puedo. Me parece una ciudad increíble dentro de su caos. Preciosa, llena de opciones y en la que el tiempo siempre se me pasa volando. 

Sin embargo, hay una cosa que siempre me ha transmitido Madrid pero a la que hasta ahora no he sabido dar nombre. SU OLOR. 

Y no me refiero a su olor literalmente (que en mi caso siempre me huele a puestecito de venta ambulante de crepes y gofres), sino de una forma metafórica. Eso que siento cada vez que inspiro y cojo aire bien hondo, esa sensación que llena hasta el último rincón de mis pulmones. 

Yo pensaba que era cosa mía hasta que una personita muy importante para mí me confesó que le pasaba lo mismo, solo que en su caso no lo identificaba con un olor, sino con una sensación física. 

Madrid es el sitio al que gran parte del elenco cultural de este país acude para empezar a ganarse un nombre y hacerse un hueco en el panorama cultural. Cantantes, músicos/as, bailarines/as, actores/actrices, escritores/as…. 

El lugar al que miles de adolescentes tanto del país como del extranjero acuden cada año para formarse en la carrera universitaria de sus sueños. 

También es la ciudad que sirve como refugio a muchas personas que vienen de otros lugares buscando un cambio de aires, ya sea porque allá de donde vienen no se sienten comprendidos o porque simplemente se les ha quedado pequeño.

Es la capital de un país que hace las veces de hogar para multitud de personas migrantes. El sitio donde llegan para intentar acceder a una vida mejor. 

La urbe que un sinfín de personas escogen para emprender su negocio. Para empezar de cero, para jugarse la siguiente carta, con intención que sea la definitiva. 

Madrid tiene algo especial. Es diversa, es grande. En ella cabe todo lo bueno, pero también todo lo malo. Cabe desde la persona más recatada y tradicional hasta la más abierta y transgresora. Caben todas las ilusiones y a la vez todos los fracasos. 

Por eso Madrid huele diferente. Huele a ilusión, a esperanza, a alegría, a emprendimiento, a sacrificio y a esfuerzo, pero también huele a desilusión, a dolor, a distancia. Huele a sueños. A sueños que se están creando y sueños que se están viviendo, pero también a sueños rotos. Huele a cultura, a teatro, a arte y a música, pero también huele al llanto de no haberlo logrado. 

Madrid huele a los sentimientos de los millones de personas que a diario recorren sus calles. Y a crepe. Y ambas cosas son las que me hacen volver una y otra vez. 

 

@maripluff