Hace 6 meses pasé por un aborto farmacológico y os voy a contar cómo fue mi experiencia.
Quiero puntualizar: la persona indicada para ofrecer contenido educativo acerca del tema es tu ginecólog@ de confianza o médico de cabecera.

Yo sólo voy a contar mi experiencia personal, como lo gestioné y cómo me sentí:

Todo empezó por una sensación

Algo dentro de mí me decía que estaba embarazada. No sé explicarte por qué ni cómo, pero lo sabía. Me hice un test de embarazo cuando aún no había tenido ningún retraso en la regla y me dio negativo. Me pareció extraño porque como te digo, yo sabía que estaba embarazada. Cuando la regla se me empezó a retrasar, esperé a tener 8 días de retraso, me volví a hacer el test de embarazo y entonces di positivo.

Lo recuerdo como si fuera hoy mismo: salí del baño con el test, lo puse en la cama y mi chico y yo nos quedamos mirando esperando un resultado. No fue un positivo de última hora, en menos de 1 minuto el test dio positivo y mi chico se me echó encima, me abrazó, me tumbó y me hizo sentir segura repitiéndome “Vamos a estar bien, no pasa nada”.

Cada vez que lo pienso: ¿Cómo pude saber contra todo pronóstico que estaba embarazada? ¡Ni si quiera sospeche, lo sabía! ¿Seré meiga?

Llamé a mi médico de cabecera 

Cuando le di la noticia me felicitó con entusiasmo hasta que le conté que quería interrumpir el embarazo. Él me tranquilizó, me preguntó a ver de cuantas semanas estaba y me dio cita para que me viera la ginecóloga. Me dijo que por plazo podría hacer un aborto farmacológico, que era el método menos invasivo.

Es una sensación complicada, porque por una parte tienes prisa: quieres interrumpir el embarazo lo antes posible pero a la vez quieres detener el tiempo porque ¿Quién te asegura que estás haciendo lo correcto?

Mi chico me apoyó en todo momento “Lo que tú quieras hacer estará bien, yo te apoyo en todo”. Y entre tú y yo, por un momento me planteé tenerlo, después de la consulta con la ginecóloga tuve un par de días en los que realmente me planteé tenerlo. Me venían a la mente muchas imágenes de cosas que podría vivir, de experiencias y momentos romantizaos y extrapolados que muchas mamis comparten en redes sociales. Pero dentro de mí, sabía que no era el momento ni el escenario para traer a un bebé a este mundo. Me mantuve firme. Pero sí, con mucha ansiedad y nerviosismo.

La cita con la ginecóloga

Me explicó en qué consistía el aborto farmacológico y la verdad es que la chica fue muy comprensiva, cariñosa y profesional. Además, me dio vez para hacerme análisis de sangre al día siguiente y hablamos largo y tendido sobre métodos anticonceptivos.
Me explicó que el aborto farmacológico consiste en tomar una combinación de dos medicamentos para primero detener el embarazo, desprender el óvulo del útero y expulsar todo después.
Además me recomendó tomar relajador muscular y analgésicos, me explicó que pasaría por una menstruación algo fuerte. Me dio todo tipo de detalles y a pesar de ser una situación un poco complicada, mi chico y yo solucionamos todas nuestras dudas y entendimos la lógica del proceso.
Desde la sanidad pública (a la que yo acudí) subcontratan clínicas privadas para la monitorización del proceso. Por eso, la ginecóloga me dijo que en menos de 48h me llamarían desde una clínica ginecológica privada para darme hora, hacerme una eco y comentar conmigo los pasos y los medicamentos que debía tomar.

La ginecóloga me dijo que si lo necesitaba podían ofrecerme ayuda sicológica. Yo no la necesité, pero me parece una maravilla que sea una opción sinceramente. Así en términos generales, la mujer fue un encanto, en ningún momento me sentí ni juzgada, ni incómoda, ni cuestionada. Al día siguiente fui a hacerme los análisis de sangre y la misma ginecóloga me mandó los resultados escaneados el e-mail para que pudiera enseñarlos en la clínica privada.

La cita en la clínica

Después de llamarme por teléfono y darme hora, acudimos a la consulta de la clínica ginecológica. Me mandaron quitarme la ropa, me introdujeron un tozo de plástico con condón por el chochis y me dijeron que estaba de 7 semanas. Después me explicaron que los abortos farmacológicos sólo se realizan hasta la semana 8 de gestación y que yo entraba justo justo en ese margen.
Fueron muy cercanos, me preguntaron a ver cómo me sentía, miraron mis análisis y me explicaron el procedimiento.
Fue un poco incómodo sinceramente, el tumbarse a coño abierto para que un señor que no has visto en la vida, te meta un alíen por el mochi, pues chica… a mí me incomoda. Pero oye, es lo que tocaba.

El procedimiento del aborto farmacológico consistía en ingerir una pastilla de mifepristone en la misma clínica (Este medicamento detendría el embarazo) y dos días después, ya en mi casa, tendría que colocarme unas pastillas de misoprostol dentro de la vagina. Este medicamento me provocaría un sangrado para conseguir la expulsión del asunto.
Me repitieron muchas veces que hasta que no dejara de sangrar no tuviera relaciones sexuales ni me introdujera nada en la vagina, ni un tampón. Además me dieron vez para verme dentro de 15 días y hacer la revisión.
Yo quería que la expulsión y el sangrado me tocaran en fin de semana para poder estar cómoda en casa comiendo chocolate. Así que me dieron la primera pastilla un miércoles y el viernes me introduje las otras pastillas.

El aborto

Cuando llegué el viernes a casa, mi chico me había puesto en la mesita de noche un montón de mierdas (oreos, chocolate, gominolas) y había preparado un montón de pelis para ver durante el fin de semana. Compré un montón de compresas de viejuna, de las que son como pañales.
Cenamos con tranquilidad, me introduje las pastillas e intenté dormir.
Al de dos horas me desperté con unos dolores impresionantes. Tenía pequeñas contracciones, la sensación era como un dolor de regla muy agudo multiplicado por 5. Entonces recordé el consejo de la ginecóloga y me enchufé el relajador muscular y el analgésico. Al de una hora estaba durmiendo como un bebé.

Aluciné con lo mucho que sangré, por lo que me dijeron, si estás de 3 o 4 semanas el sangrado es como una regla, pero cuantas más semanas de gestación lleves encima, mayor es el sangrado y créeme que yo no había visto salir tanta sangre de mi cuerpo nunca.

Durante el fin de semana hubo momentos incómodos como ir al baño, sentarme en la taza del váter, expulsar trozos de coágulos y oírlos caer. Al final, no puedes evitar pensar “¿Será eso el feto?” Pero intentaba no anclarme en esos pensamientos y dudas. Yo tenía claro que estaba haciendo lo correcto y punto.
Según fueron avanzando las horas cada vez empecé a sentirme peor. Me sentía muy triste, deprimida e irascible. Como si fuera un SPM pero la ostia de malo. Tenía ganas de llorar constantemente, solo quería comer chocolate y hacerme una bola debajo de la manta. Claro, la montaña rusa que supone pasar por un embarazo y un aborto en menos de 2 meses, pues no hay optimismo que lo soporte.

El lunes después de aquello me llamó la ginecóloga para preguntarme a ver qué tal había estado y le conté todo.

La revisión

Me pasé sangrando 13 días hasta que un día cesó. Al de 15 días volví a la clínica ginecológica, me volvieron a hacer el amor con el alíen de plástico y me dijeron que estaba limpia y que todo había ido bien. Les conté mis altibajos emocionales y que aún no me había recuperado. Sentía estar en un spm maldito desde hace 15 días y si te soy sincera, la gente estaba empezando a pensar que simplemente me había vuelto una puta borde del coño.
Me dijeron que era normal y que tardaría semanas o meses en recuperar la estabilidad emocional, que no me desesperara.
La regla tardó en bajarme dos meses desde el día en el que aborté y la primera regla fue muy fuerte y abundante. Me llegó con la regla un SPM brutal, diabólico e implacable que arrasó con la poca energía positiva que me quedaba. ¿Pero sabes qué? Cuando pasó me sentí como nueva.
Y dos meses después empecé a recuperar la normalidad.

La normalidad total física la recuperé al de dos meses pero la normalidad emocional he tardado en recuperarla 5 meses.

Conclusión

No me arrepiento haber elegido interrumpir el embarazo y tampoco de haber elegido la opción del aborto farmacológico. No era el momento ni contaba con los medios para sacar un bebé adelante. Por más que mi chico y yo nos queramos y soñemos con una familia, no estamos preparados para hacerlo ahora.

Cuando empecé con el proceso me preocupada cómo lo gestionaría mi cuerpo, las contracciones, el dolor o malestar… pero lo que no me esperaba era pasar por una montaña rusa emocional. Mis hormas se montaron un guateque digno de Raffaella Carrá y he pasado 5 meses complicados en los que por fuerza mayor he tenido que aprender a respirar profundo y contar hasta 10.