Hace siete años yo empecé a quedar con el que ahora es mi exnovio. Como veis digo “ex” y no “novio” a secas; la historia no comienza bien -aunque para mi salud mental ha sido el mejor desenlace posible-. Sin irme por las ramas ni spoilearos nada, os diré que a lo largo de nuestra relación hubo un problema recurrente que acabo minando mi autoestima: el sexo.

La primera vez que nos metimos mano él se enfadó. No quería que le tocase. Yo pensé que era tímido pero el tiempo pasó y, aunque cogimos confianza, las cosas no mejoraron mucho. Incontables veces empezábamos a hacerlo y tenía un gatillazo y otras muchas veces directamente no quería intentarlo. En ese momento yo quería comprenderle, pero era como una caja de seguridad o un tupper herméticamente cerrado. No compartía conmigo sus problemas y yo tampoco podía obligarle a contármelos como si de un interrogatorio se tratase.

Durante todos estos años jugué a ser su psicóloga y busqué fuerza y soluciones por los dos, porque él no quería cambiar. Se excusaba en que “él había sido así desde siempre” y esa frase le valía para justificar todo. Intenté que fuésemos a un terapeuta de pareja, intenté ser más sexy, intenté cumplir todas sus fantasías… Intenté todo. Y por el camino perdí mi autoestima.

Siete años después lo dejamos y tuvo el valor de preguntarme por qué. Yo ya no estaba enamorada de él. Tanto esfuerzo sanando sus traumas me había desgastado psicológicamente y había absorbido cada gota de amor que sentía. Lo peor de todo es que meses después me escribió para preguntarme si era por el sexo. Le dije que sí, que todos esos problemas en la cama habían arruinado mi autoestima.

Me llamo egoísta por, cito textualmente, “haberle dejado por algo que podía haberse solucionado”. Me estaba hablando de soluciones a mí que me había convertido en su puta terapeuta particular durante los siete años más largos y tediosos de mi vida.

Ahora mismo ni cierro ni abro las puertas al amor, pero tengo muy clara una cosa: futuro amor de mi vida, tus traumas son sólo tuyos. Si quieres superarlos  y pones de tu parte, yo estaré encantada de acompañarte en el camino. Eso sí, no pongas sobre mis hombros una responsabilidad única y exclusivamente tuya. Yo he tardado mucho tiempo en sanar mi autoestima herida y no he dejado esa labor al próximo hombre que meta en mi cama. Haz tú lo mismo con tus problemas.